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After - Anna Todd

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más mínimo.

—No es cierto que las mujeres deseen lo que no pueden tener. El señor

Darcy sólo era mezquino con ella porque era demasiado orgulloso como para

admitir que la amaba. Cuando dejó de comportarse de esa forma tan detestable,

Elizabeth se dio cuenta de que en realidad estaba enamorado de ella —digo,

mucho más alto de lo que pretendía.

Mucho más alto. Miro a los presentes en el aula y veo que todo el mundo nos

está mirando a Hardin y a mí.

Hardin exhala.

—No sé con qué clase de tíos te has relacionado, pero opino que, si él la

amara, no habría sido mezquino con ella. La única razón por la que acabó

pidiendo su mano en matrimonio fue porque ella no paraba de lanzarse a sus

brazos —responde con énfasis, y se me cae el alma a los pies. Sin embargo, por

fin llegamos a lo que piensa de verdad.

—¡Ella no se lanzaba a sus brazos! ¡Él la manipulaba, le hacía creer que era

amable y se aprovechaba de su debilidad! —grito, y el aula se queda en absoluto

silencio.

Hardin está rojo de furia, y supongo que y o debo de estar igual.

—¿Que él la manipulaba? Léetelo otra vez, ella es…, quiero decir, que ella

estaba tan aburrida con su vida aburrida que tenía que buscar emociones en

alguna parte, de modo que sí, ¡se lanzaba a sus brazos! —grita en respuesta,

agarrándose al pupitre con fuerza.

—¡Bueno, igual si él no hubiera sido tan mujeriego, lo habría dejado estar

después de la primera vez en lugar de presentarse en su habitación! —En cuanto

esas palabras abandonan mi boca sé que nos he delatado, y empiezan a oírse

risitas y gritos sofocados de sorpresa.

—Bien, es una discusión muy agitada. Creo que y a hemos hablado

suficientemente del tema por hoy… —empieza a decir el profesor, pero y o cojo

mi bolsa y salgo del aula.

Desde alguna parte por detrás de mí en los pasillos, oigo la voz furiosa de

Hardin, chillando:

—¡No vas a huir esta vez, Theresa!

Salgo y me encuentro atravesando el verde césped, a punto de llegar a la

esquina del edificio, cuando me agarra del brazo y y o me suelto de un tirón.

—¿Por qué siempre me coges así? ¡Como vuelvas a agarrarme del brazo, te

doy un tortazo! —grito. Mis duras palabras me sorprenden, pero y a me he

hartado de tanta tontería.

Me agarra del brazo de nuevo, pero no soy capaz de cumplir mi amenaza.

—¿Qué quieres, Hardin? ¿Decirme que estoy desesperada? ¿Reírte de mí por

dejar que te me acerques otra vez? Estoy harta de este jueguecito, y no voy a

seguir jugando. Tengo un novio que me quiere, y tú eres una persona horrible.

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