After - Anna Todd

02.05.2023 Views

haya visto todos los tipos de sujetadores que existen» , me recuerda la vocecitade mi cabeza. Trato de apartar esos pensamientos de mi mente, me agito confuerza sobre su regazo y él me envuelve la espalda con los brazos y acerca micuerpo al suyo, hasta que nuestros torsos se tocan…Entonces oigo el pomo de la puerta. Despierto al instante del trance en el queme encontraba, salto del regazo de Hardin y agarro mi blusa.Steph entra por la puerta y se detiene de golpe al vernos a mí y a Hardin.Cuando asimila la escena que tiene delante, su boca forma una « O» enorme.Sé que tengo las mejillas coloradas, no por la vergüenza, sino por las cosasque me hace sentir.—¿Qué coño me he perdido? —espeta mirándonos a los dos con una enormesonrisa. Juraría que sus ojos prácticamente aplauden de alegría.—No mucho —dice Hardin, y se pone de pie.Se dirige a la puerta y no se vuelve cuando sale de la habitación, dejándomea mí jadeando y a Steph riéndose.—En serio, ¿qué coño ha pasado aquí? —me pregunta, y entonces se cubre elrostro bromeando como si estuviera horrorizada. Sin embargo, está demasiadoemocionada por el cotilleo, y vuelve a asomar inmediatamente—. Hardin y tú…¿Hardin y tú os estáis acostando?Me vuelvo y finjo ordenar las cosas de mi escritorio.—¡No! ¡Qué va! No nos estamos acostando —le digo. « ¿Nos estamosacostando?» No, sólo nos hemos besado… dos veces. Y él me ha quitado lablusa, y y o estaba básicamente montándolo, pero no nos estamos acostando, enel sentido estricto de la palabra—. Tengo novio, ¿recuerdas?Se acerca y me mira a la cara.—¿Y qué? Eso no significa que no puedas montártelo con Hardin… ¡Pero esque no me lo puedo creer! Creía que os odiabais. Bueno, Hardin odia a todo elmundo, pero suponía que a ti te odiaba más que al resto —dice, y se echa a reír—. ¿Cuándo…? ¿Cómo ha empezado esto?Me siento en su cama y me atuso el pelo.—No lo sé. Bueno, el sábado, cuando te fuiste de la fiesta, acabé en su cuartoporque un pervertido intentó aprovecharse de mí, y entonces lo besé. Decidimosno volver a hablar de ello, pero hoy se ha presentado aquí y ha empezado ajoderme, pero no de esa manera. —Señalo a la cama, y mi gesto hace que susonrisita se intensifique—. Ha empezado a tirar mis cosas por ahí. Yo lo heempujado y no sé cómo hemos acabado en la cama.Suena fatal cuando lo cuento. Esto no es propio de mí, como diría mi madre.Me llevo las manos a la cara. ¿Cómo he podido hacerle esto a Noah… otra vez?—Vay a, qué morbo —dice Steph, y yo pongo los ojos en blanco.—Qué va, es horrible, y está mal. Quiero a Noah, y Hardin es un capullo. Noquiero ser una conquista más que añadir a su lista.

—Podrías aprender mucho de él… en lo que a sexo se refiere.Me quedo boquiabierta.« ¿Lo dice en serio? ¿Sería capaz ella de hacer algo así? Un momento…, ¿loha hecho? ¿Hardin y ella…?»—Ni hablar. No quiero aprender nada de Hardin. Ni de nadie que no seaNoah —contesto.No me imagino a Noah y a mí enrollándonos de esa manera. En mi mente serepiten las palabras de Hardin: « Eres muy sexi, Tess» . Noah jamás diría algoasí. Y nadie me ha dicho nunca que fuese sexi. Noto que me pongo coloradamientras lo pienso.—¿Tú lo has hecho? —pregunto con un poco de vergüenza.—¿Con Hardin? No. —Y, por algún motivo, es un alivio oírlo. Pero entoncescontinúa—: Bueno…, no me he acostado con él, pero tuvimos algo cuando nosconocimos, aunque me dé vergüenza admitirlo. No obstante, no llegó a nada;fuimos amigos con derecho a roce durante una semana más o menos. —Lo dicecomo si no fuera nada del otro mundo, pero no puedo evitar sentir celos.—Vay a, ¿derecho a roce? —pregunto.Se me seca la boca, y de repente me sorprendo a mí misma cabreada conSteph.—Sí, nada importante. Nos enrollamos y nos toqueteamos un poco. Nadaserio —explica, y siento como si me clavara un puñal en el pecho.La verdad es que no me sorprende, pero desearía no haberle preguntado.—¿Tiene Hardin muchas amigas con derecho a roce? —No quiero oír larespuesta, pero no puedo evitar preguntar.Steph suelta una risotada y se sienta en su cama delante de mí.—Sí, las tiene. A ver, no tiene cientos, pero es un chico atractivo… y activo.Es evidente que se ha dado cuenta de mi reacción y está intentandoendulzarlo. Por enésima vez, tomo mentalmente la decisión de alejarme de él.No quiero ser la amiga con derecho a roce de nadie. Nunca.—No lo hace por ser cruel ni para utilizar a las chicas; prácticamente selanzan a sus brazos, y él les deja claro desde el principio que no busca unarelación —añade, y recuerdo que ya me lo contó. Sin embargo, a mí él no me hadicho eso cuando…—¿Por qué no quiere tener una relación? —« ¿Por qué no puedo parar depreguntar estas cosas?»—Pues la verdad es que no lo sé… Escucha —dice bastante preocupada—,creo que podrías pasártelo muy bien con Hardin, pero también creo que él podríahacerte daño. A menos que sepas que serás capaz de no sentir nada por él, y o quetú me mantendría alejada. He visto a muchas chicas que se han colgado de él, yno es agradable.—No, créeme, no siento nada por él. No sé en qué estaba pensando. —Me

haya visto todos los tipos de sujetadores que existen» , me recuerda la vocecita

de mi cabeza. Trato de apartar esos pensamientos de mi mente, me agito con

fuerza sobre su regazo y él me envuelve la espalda con los brazos y acerca mi

cuerpo al suyo, hasta que nuestros torsos se tocan…

Entonces oigo el pomo de la puerta. Despierto al instante del trance en el que

me encontraba, salto del regazo de Hardin y agarro mi blusa.

Steph entra por la puerta y se detiene de golpe al vernos a mí y a Hardin.

Cuando asimila la escena que tiene delante, su boca forma una « O» enorme.

Sé que tengo las mejillas coloradas, no por la vergüenza, sino por las cosas

que me hace sentir.

—¿Qué coño me he perdido? —espeta mirándonos a los dos con una enorme

sonrisa. Juraría que sus ojos prácticamente aplauden de alegría.

—No mucho —dice Hardin, y se pone de pie.

Se dirige a la puerta y no se vuelve cuando sale de la habitación, dejándome

a mí jadeando y a Steph riéndose.

—En serio, ¿qué coño ha pasado aquí? —me pregunta, y entonces se cubre el

rostro bromeando como si estuviera horrorizada. Sin embargo, está demasiado

emocionada por el cotilleo, y vuelve a asomar inmediatamente—. Hardin y tú…

¿Hardin y tú os estáis acostando?

Me vuelvo y finjo ordenar las cosas de mi escritorio.

—¡No! ¡Qué va! No nos estamos acostando —le digo. « ¿Nos estamos

acostando?» No, sólo nos hemos besado… dos veces. Y él me ha quitado la

blusa, y y o estaba básicamente montándolo, pero no nos estamos acostando, en

el sentido estricto de la palabra—. Tengo novio, ¿recuerdas?

Se acerca y me mira a la cara.

—¿Y qué? Eso no significa que no puedas montártelo con Hardin… ¡Pero es

que no me lo puedo creer! Creía que os odiabais. Bueno, Hardin odia a todo el

mundo, pero suponía que a ti te odiaba más que al resto —dice, y se echa a reír

—. ¿Cuándo…? ¿Cómo ha empezado esto?

Me siento en su cama y me atuso el pelo.

—No lo sé. Bueno, el sábado, cuando te fuiste de la fiesta, acabé en su cuarto

porque un pervertido intentó aprovecharse de mí, y entonces lo besé. Decidimos

no volver a hablar de ello, pero hoy se ha presentado aquí y ha empezado a

joderme, pero no de esa manera. —Señalo a la cama, y mi gesto hace que su

sonrisita se intensifique—. Ha empezado a tirar mis cosas por ahí. Yo lo he

empujado y no sé cómo hemos acabado en la cama.

Suena fatal cuando lo cuento. Esto no es propio de mí, como diría mi madre.

Me llevo las manos a la cara. ¿Cómo he podido hacerle esto a Noah… otra vez?

—Vay a, qué morbo —dice Steph, y yo pongo los ojos en blanco.

—Qué va, es horrible, y está mal. Quiero a Noah, y Hardin es un capullo. No

quiero ser una conquista más que añadir a su lista.

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