After - Anna Todd

02.05.2023 Views

Tiro del brazo de Landon.—Bien. Bueno, ¡ya nos veremos! —grito nerviosa, y Hardin se echa a reír.Una vez fuera, al percatarse de mi extraño comportamiento, Landon mepregunta:—¿A qué ha venido eso?—A nada, es que no me gusta Hardin.—Al menos no tienes que verlo mucho.Hay algo raro en su tono de voz. Y ¿por qué habrá dicho eso? ¿Sabe lo delbeso?—Hum…, sí. Gracias a Dios —es lo único que consigo decir.Se detiene.—No iba a decirte nada porque no quería que me asociases con él, pero —sonríe algo nervioso— el padre de Hardin está saliendo con mi madre.« ¿Qué?»—¿Qué?—Que el padre de Hardin…—Sí, sí, y a te he oído, pero ¿el padre de Hardin vive aquí? ¿Qué hace Hardinen Washington? Pensaba que era británico. Y si su padre está aquí, ¿por qué novive con él?Coso a Landon a preguntas hasta que consigo refrenarme. Parececonfundido, pero menos nervioso que hace un momento.—Es de Londres; su padre y mi madre viven cerca del campus, pero Hardiny su padre no tienen una buena relación. Así que, por favor, no le cuentes nadade esto. Ya nos llevamos bastante mal de por sí.Asiento.—Claro, por supuesto.Me vienen a la cabeza un millón de preguntas más, pero permanezco ensilencio mientras mi amigo empieza a hablarme de nuevo de Dakota, y sus ojosse iluminan con cada palabra que pronuncia sobre ella.De regreso en mi habitación, Steph todavía no ha vuelto, y a que sus clasesterminan dos horas más tarde que las mías. Me organizo los libros y los apuntespara estudiar, pero decido que prefiero llamar a Noah. No me contesta, y denuevo desearía que estuviera aquí conmigo en la facultad. Las cosas seríanmucho más fáciles y cómodas. Podríamos estar estudiando o viendo una películajuntos ahora mismo.No obstante, sé que pienso en estas cosas porque la culpabilidad que siento porhaber besado a Hardin me está consumiendo. Noah es un encanto, y no semerece que le ponga los cuernos. Soy afortunada de tenerlo en mi vida. Siempreestá ahí para mí, y me conoce mejor que nadie. Nos conocemos básicamente de

toda la vida. Cuando sus padres se mudaron a nuestra calle, yo me alegré muchode que hubiese alguien de mi edad con quien poder relacionarme, y esa alegríase fue intensificando conforme fui conociéndolo y vi que era un chicotradicional, como y o. Pasábamos nuestro tiempo juntos ley endo, viendo películasy dando vida al invernadero del jardín trasero de casa de mi madre. Elinvernadero siempre ha sido mi refugio; cuando mi padre bebía, y o me escondíaallí, y nadie excepto Noah sabía dónde encontrarme. La noche en que mi padrenos dejó fue horrible para mí, y mi madre todavía se niega a hablar de ello. Alhacerlo se le caería la máscara perfecta que ha creado para sí, pero yo aúnnecesito sacar a relucir el tema de vez en cuando. Aunque lo odiaba por bebertanto y por maltratar a mi madre, en el fondo sigo sintiendo la necesidad de tenerun padre. Aquella noche, refugiada en el invernadero mientras mi padre gritabay perdía los papeles, no paraba de oír cristales que se hacían añicos en la cocina,y entonces, cuando todo terminó, unos pasos. Me aterraba la idea de que mipadre viniese a por mí, pero era Noah. Y nunca había sentido tanto alivio en todami vida de ver a alguien que me hacía sentir segura. Ese día nos hicimosinseparables. Con los años, nuestra amistad se convirtió en algo más, yninguno de los dos ha salido con otra persona desde entonces.Le mando un mensaje para decirle que lo quiero y decido echarme unacabezadita antes de empezar a estudiar. Saco mi agenda y compruebo el trabajoque tengo una vez más para asegurarme de que puedo permitirme una siesta deveinte minutos.No llevo ni diez dormida cuando oigo que alguien llama a la puerta. Supongoque Steph se ha olvidado la llave y abro la puerta medio grogui.Evidentemente, no es ella. Es Hardin.—Steph aún no ha vuelto —digo, y vuelvo a la cama dejando la puertaabierta.Me sorprende que se hay a molestado en llamar, porque sé que Steph le diouna llave por si ella se la dejaba. Tendré que hablar con mi compañera de cuartoal respecto.—La esperaré —dice, y se deja caer sobre la cama de Steph.—Como quieras —gruño, y paso por alto su risita mientras me cubro con lamanta y cierro los ojos.Bueno, más bien intento pasarla por alto. Sé que no voy a dormirme sabiendoque Hardin está en mi habitación, pero prefiero fingir que duermo a tener queenfrentarme a la incómoda e irrespetuosa conversación que tendríamos si no lohiciera. Trato de hacer caso omiso del ruido de su golpeteo en la cabecera de lacama hasta que suena la alarma de mi móvil.—¿Vas a alguna parte? —pregunta, y y o pongo los ojos en blanco aunque nome vea.—No, quería descansar veinte minutos —le digo, y me incorporo.

Tiro del brazo de Landon.

—Bien. Bueno, ¡ya nos veremos! —grito nerviosa, y Hardin se echa a reír.

Una vez fuera, al percatarse de mi extraño comportamiento, Landon me

pregunta:

—¿A qué ha venido eso?

—A nada, es que no me gusta Hardin.

—Al menos no tienes que verlo mucho.

Hay algo raro en su tono de voz. Y ¿por qué habrá dicho eso? ¿Sabe lo del

beso?

—Hum…, sí. Gracias a Dios —es lo único que consigo decir.

Se detiene.

—No iba a decirte nada porque no quería que me asociases con él, pero —

sonríe algo nervioso— el padre de Hardin está saliendo con mi madre.

« ¿Qué?»

—¿Qué?

—Que el padre de Hardin…

—Sí, sí, y a te he oído, pero ¿el padre de Hardin vive aquí? ¿Qué hace Hardin

en Washington? Pensaba que era británico. Y si su padre está aquí, ¿por qué no

vive con él?

Coso a Landon a preguntas hasta que consigo refrenarme. Parece

confundido, pero menos nervioso que hace un momento.

—Es de Londres; su padre y mi madre viven cerca del campus, pero Hardin

y su padre no tienen una buena relación. Así que, por favor, no le cuentes nada

de esto. Ya nos llevamos bastante mal de por sí.

Asiento.

—Claro, por supuesto.

Me vienen a la cabeza un millón de preguntas más, pero permanezco en

silencio mientras mi amigo empieza a hablarme de nuevo de Dakota, y sus ojos

se iluminan con cada palabra que pronuncia sobre ella.

De regreso en mi habitación, Steph todavía no ha vuelto, y a que sus clases

terminan dos horas más tarde que las mías. Me organizo los libros y los apuntes

para estudiar, pero decido que prefiero llamar a Noah. No me contesta, y de

nuevo desearía que estuviera aquí conmigo en la facultad. Las cosas serían

mucho más fáciles y cómodas. Podríamos estar estudiando o viendo una película

juntos ahora mismo.

No obstante, sé que pienso en estas cosas porque la culpabilidad que siento por

haber besado a Hardin me está consumiendo. Noah es un encanto, y no se

merece que le ponga los cuernos. Soy afortunada de tenerlo en mi vida. Siempre

está ahí para mí, y me conoce mejor que nadie. Nos conocemos básicamente de

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