After - Anna Todd

02.05.2023 Views

muro de piedra y enciendo el móvil de nuevo. Son casi las cuatro de la mañana.Debería despertarme dentro de una hora para darme una ducha y empezar aestudiar, y en lugar de eso estoy aquí sentada en este muro de mampostería, solay a oscuras.Con algunos rezagados deambulando alrededor, y sin saber qué hacer, miroel teléfono y veo que tengo varios mensajes, de Noah y de mi madre. Porsupuesto, ha tenido que contárselo. Muy típico de él…Sin embargo, no puedo reprochárselo. Acabo de ponerle los cuernos. Notengo derecho a enfadarme.

CAPÍTULO 20A una manzana de la casa de la fraternidad, las calles están oscuras y silenciosas.Las demás casas de fraternidades no son tan grandes como la de Hardin. Al cabode una hora y media de caminar consultando el GPS de mi móvil como unaposesa, por fin llego al campus. Totalmente sobria ya, pienso que, en vista de lahora que es, casi es mejor que ya no me acueste, de modo que entro en el 7-Eleven a por un café.Cuando la cafeína hace su efecto me doy cuenta de que hay muchas cosasque no entiendo de Hardin. Como por qué está en una fraternidad con un montónde niños de papá cuando él es un macarra, y por qué pasa de un extremo a otrotan rápidamente. Sin embargo, son sólo cavilaciones teóricas, ya que ni siquierasé por qué pierdo el tiempo pensando en él, y después de lo de esta nochedefinitivamente no voy a seguir intentando hacerme amiga suya. No me puedocreer que lo haya besado. Ése ha sido, posiblemente, el peor error que podríahaber cometido, y en el instante en que he bajado la guardia, me ha atacado conmay or crudeza que nunca. No soy tan ingenua como para pensar que no se lo vaa contar a nadie, pero espero que la vergüenza de confesar a la gente que habesado a la « virgen» haga que mantenga la boca cerrada. Si alguien mepregunta, lo negaré hasta la muerte.Tengo que pensar en una buena explicación que darles a Noah y a mi madrepor mi comportamiento de anoche. No por lo del beso, obviamente, de eso no sevan a enterar jamás, sino por estar en una fiesta. Otra vez. Pero también debomantener una charla muy en serio con Noah acerca de lo de ir contándole a mimadre las cosas. Ahora soy una persona adulta, y no hace falta que sepa lo quehago en todo momento.Cuando llego a la puerta de mi habitación, me duelen las piernas y los pies, ysuspiro de alivio cuando giro el pomo.No obstante, casi me da un ataque al corazón cuando veo que Hardin estásentado en mi cama.—¡Venga y a! —digo medio gritando cuando por fin recupero la compostura.—¿Dónde estabas? —pregunta tranquilamente—. He estado dando vueltascon el coche intentando encontrarte durante casi dos horas.« ¿Qué?»—¿Cómo? ¿Por qué?Si iba a hacer eso, ¿por qué no se ha ofrecido a llevarme a casa antes? Y, loque es más importante, ¿por qué no se lo he pedido y o en cuanto me he enterado

muro de piedra y enciendo el móvil de nuevo. Son casi las cuatro de la mañana.

Debería despertarme dentro de una hora para darme una ducha y empezar a

estudiar, y en lugar de eso estoy aquí sentada en este muro de mampostería, sola

y a oscuras.

Con algunos rezagados deambulando alrededor, y sin saber qué hacer, miro

el teléfono y veo que tengo varios mensajes, de Noah y de mi madre. Por

supuesto, ha tenido que contárselo. Muy típico de él…

Sin embargo, no puedo reprochárselo. Acabo de ponerle los cuernos. No

tengo derecho a enfadarme.

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