After - Anna Todd
CAPÍTULO 17Hardin me mira. Es una mirada agresiva pero vacilante.—¿Por qué me preguntas esto?—No lo sé… Porque yo sólo he intentado ser amable, y tú no paras demostrarte grosero conmigo. —Y entonces añado—: Y la verdad es que habíallegado a pensar que podíamos convertirnos en buenos amigos. —Sé que suenatan estúpido que me pellizco el puente de la nariz con los dedos mientras esperouna respuesta.—¿Nosotros? ¿Amigos? —Se echa a reír y levanta las manos—. ¿Acaso no esevidente por qué no podemos ser amigos?—Para mí, no.—Bien, pues, para empezar, tú eres demasiado estirada. Seguramente tehabrás criado en la típica casita perfecta de revista, idéntica al resto de lasviviendas del vecindario. Tus padres te compraban todo lo que querías y nuncatuviste que anhelar nada. Con tus estúpidas faldas plisadas…, en serio, ¿quién seviste así con dieciocho años?Me quedo boquiabierta.—¡No sabes nada de mí, capullo condescendiente! ¡Mi vida no ha sido así enabsoluto! El alcohólico de mi padre nos abandonó cuando y o tenía diez años, ymi madre tuvo que pencar de lo lindo para que yo pudiera ir a la universidad.Empecé a trabajar en cuanto cumplí los dieciséis para poder ay udarla a pagarlas facturas, y resulta que me gusta mi ropa. ¡Lo siento si no visto como una puta,como todas las demás chicas que te rodean! ¡Para ser una persona que seesfuerza tanto en destacar y en ser diferente, juzgas con demasiada ligereza a losque son distintos de ti! —le grito, y siento que las lágrimas inundan mis ojos.Me vuelvo para no darle el gusto de verme de esta manera y veo que susmanos forman puños. Como si le cabrease lo que acabo de contarle.—¿Sabes qué? De todas maneras, no quiero ser amiga tuy a, Hardin —le digo,y alargo el brazo hacia el pomo de la puerta.El vodka que me ha envalentonado también me está haciendo sentir lo tristede esta situación, de nuestros gritos.—¿Adónde vas? —pregunta él entonces. Su carácter es tan impredecible, tanvariable.—A la parada del autobús para volver a la residencia, y no pienso regresaraquí jamás. Estoy harta de intentar hacerme amiga vuestra.—Es demasiado tarde para coger el autobús sola.
Me vuelvo de nuevo para mirarlo.—No estarás intentando actuar como si te importase lo más mínimo quepueda pasarme algo, ¿verdad? —Suelto una carcajada. Su tono no para decambiar.—Yo no he dicho eso… Sólo te lo estoy advirtiendo. Es una mala idea.—Bueno, Hardin, pues es la única opción que tengo. Todo el mundo estáborracho, incluida y o.Y entonces empiezo a derramar las lágrimas. Me siento tremendamentehumillada de que sea precisamente Hardin, de toda la gente que hay aquí, quientenga que estar viéndome llorar. Otra vez.—¿Siempre lloras en las fiestas? —pregunta ladeando la cabeza, aunquesonríe ligeramente.—Sólo en las que estás tú. Y puesto que estas dos son las únicas a las que heido nunca… —Alargo la mano hacia el pomo de nuevo y abro la puerta.—Theresa… —dice en un tono tan suave que apenas si lo oigo. Su expresiónes difícil de interpretar. La habitación me da vueltas de nuevo y me agarro alarmario que tengo a mi lado—. ¿Estás bien? —pregunta. Asiento, aunque tengonáuseas—. ¿Por qué no descansas aquí unos minutos y luego vas a la parada delautobús?—Creía que nadie podía pisar tu habitación —digo sentándome en el suelo.Me entra hipo y él me lanza una advertencia de inmediato:—Como vomites en mi cuarto…—Creo que sólo necesito un poco de agua —respondo, y me dispongo alevantarme.—Toma —dice apoy ándome una mano en el hombro para que no me levantey pasándome su vaso rojo.Pongo los ojos en blanco y lo aparto.—He dicho agua, no cerveza.—Es agua. Yo no bebo —replica.Un sonido a medio camino entre un grito sofocado y una carcajada escapade mis labios. Es imposible que Hardin no beba.—Venga y a. No vas a quedarte aquí a hacerme de niñera, ¿verdad?Quiero quedarme sola en mi patético estado, y y a se me está pasando elpedo, así que empiezo a sentirme culpable por haberle gritado.—Sacas lo peor de mí —farfullo en voz alta, sin pretenderlo.—Vaya, qué halago —dice en tono serio—. Y sí, voy a quedarme aquí ahacerte de niñera. Estás borracha por primera vez en tu vida, y tienes lacostumbre de tocar mis cosas cuando no estoy presente. —Se aleja y se sienta enla cama con las piernas en lo alto.Cojo el vaso de agua y le doy un trago. Al hacerlo, advierto un ligero sabor amenta, y no puedo evitar preguntarme cómo sabrá la boca de Hardin. Pero
- Page 2 and 3: Libro proporcionado por el equipoLe
- Page 4 and 5: Anna ToddAfterAfter - 1
- Page 6 and 7: NOTA DEL EDITORDescubre la aplicaci
- Page 8 and 9: CAPÍTULO 1Mi despertador está pro
- Page 10 and 11: habérmelo rizado como a ella le gu
- Page 12 and 13: Sus tacones son extremadamente alto
- Page 14 and 15: CAPÍTULO 3Una hora después, tras
- Page 16 and 17: cortina. El agua tarda demasiado ti
- Page 18 and 19: mejillas mientras continúa destern
- Page 20 and 21: CAPÍTULO 5Siento un gran alivio cu
- Page 22 and 23: CAPÍTULO 6Más tarde, una vez que
- Page 24 and 25: CAPÍTULO 7Hardin y a ha entrado en
- Page 26 and 27: CAPÍTULO 8La chica se vuelve y me
- Page 28 and 29: CAPÍTULO 9Por fin, después de pre
- Page 30 and 31: —Nate ha dicho que trajésemos a
- Page 32 and 33: CAPÍTULO 10Cuando llego a la escal
- Page 34 and 35: CAPÍTULO 11Al observar esos magní
- Page 36 and 37: CAPÍTULO 12Al despertarme necesito
- Page 38 and 39: CAPÍTULO 13El resto del fin de sem
- Page 40 and 41: salimos, y él coincide.Sin embargo
- Page 42 and 43: esta última semana, pero es que lo
- Page 44 and 45: —Venga, vente —dice Steph—. T
- Page 46 and 47: Molly desaparece en cuanto llegamos
- Page 48 and 49: CAPÍTULO 16—Desafío —responde
- Page 50 and 51: —No, tengo novio —replico, y to
- Page 54 and 55: entonces el agua impacta contra el
- Page 56 and 57: Me levanto y lo empujo para pasar,
- Page 58 and 59: —No voy a hacerte daño… Sólo
- Page 60 and 61: CAPÍTULO 19No tengo ni idea de qu
- Page 62 and 63: muro de piedra y enciendo el móvil
- Page 64 and 65: de que no había bebido alcohol?—
- Page 66 and 67: todo. Se vuelve hacia Hardin y dice
- Page 68 and 69: CAPÍTULO 21El desayuno con Noah y
- Page 70 and 71: teniéndolo largo, pero el nuevo co
- Page 72 and 73: Tiro del brazo de Landon.—Bien. B
- Page 74 and 75: —¿Te pones la alarma para asegur
- Page 76 and 77: haya visto todos los tipos de sujet
- Page 78 and 79: echo a reír y espero que al menos
- Page 80 and 81: más mínimo.—No es cierto que la
- Page 82 and 83: tocado de verdad.Sus palabras reavi
- Page 84 and 85: decido pasarlo por alto.—Bueno, l
- Page 86 and 87: CAPÍTULO 24Intento estudiar al vol
- Page 88 and 89: Regreso a mi habitación y me encue
- Page 90 and 91: —¿Te importaría bajar el volume
- Page 92 and 93: CAPÍTULO 25Nos desviamos por una c
- Page 94 and 95: reír—. Quítate al menos los zap
- Page 96 and 97: Sacude su cabeza mojada y se lanza
- Page 98 and 99: sin cuidado. Lo único que sé es q
- Page 100 and 101: —¿Qué… ha sido… eso? —pre
Me vuelvo de nuevo para mirarlo.
—No estarás intentando actuar como si te importase lo más mínimo que
pueda pasarme algo, ¿verdad? —Suelto una carcajada. Su tono no para de
cambiar.
—Yo no he dicho eso… Sólo te lo estoy advirtiendo. Es una mala idea.
—Bueno, Hardin, pues es la única opción que tengo. Todo el mundo está
borracho, incluida y o.
Y entonces empiezo a derramar las lágrimas. Me siento tremendamente
humillada de que sea precisamente Hardin, de toda la gente que hay aquí, quien
tenga que estar viéndome llorar. Otra vez.
—¿Siempre lloras en las fiestas? —pregunta ladeando la cabeza, aunque
sonríe ligeramente.
—Sólo en las que estás tú. Y puesto que estas dos son las únicas a las que he
ido nunca… —Alargo la mano hacia el pomo de nuevo y abro la puerta.
—Theresa… —dice en un tono tan suave que apenas si lo oigo. Su expresión
es difícil de interpretar. La habitación me da vueltas de nuevo y me agarro al
armario que tengo a mi lado—. ¿Estás bien? —pregunta. Asiento, aunque tengo
náuseas—. ¿Por qué no descansas aquí unos minutos y luego vas a la parada del
autobús?
—Creía que nadie podía pisar tu habitación —digo sentándome en el suelo.
Me entra hipo y él me lanza una advertencia de inmediato:
—Como vomites en mi cuarto…
—Creo que sólo necesito un poco de agua —respondo, y me dispongo a
levantarme.
—Toma —dice apoy ándome una mano en el hombro para que no me levante
y pasándome su vaso rojo.
Pongo los ojos en blanco y lo aparto.
—He dicho agua, no cerveza.
—Es agua. Yo no bebo —replica.
Un sonido a medio camino entre un grito sofocado y una carcajada escapa
de mis labios. Es imposible que Hardin no beba.
—Venga y a. No vas a quedarte aquí a hacerme de niñera, ¿verdad?
Quiero quedarme sola en mi patético estado, y y a se me está pasando el
pedo, así que empiezo a sentirme culpable por haberle gritado.
—Sacas lo peor de mí —farfullo en voz alta, sin pretenderlo.
—Vaya, qué halago —dice en tono serio—. Y sí, voy a quedarme aquí a
hacerte de niñera. Estás borracha por primera vez en tu vida, y tienes la
costumbre de tocar mis cosas cuando no estoy presente. —Se aleja y se sienta en
la cama con las piernas en lo alto.
Cojo el vaso de agua y le doy un trago. Al hacerlo, advierto un ligero sabor a
menta, y no puedo evitar preguntarme cómo sabrá la boca de Hardin. Pero