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After - Anna Todd

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miran en dirección a la puerta y luego a mí. Cuando me vuelvo, veo a Molly, a

Hardin y a Jace. Hardin se está sacudiendo la nieve del pelo y limpiándose las

botas en la alfombrilla de paja. Aparto la mirada con el corazón desbocado. Son

demasiadas cosas a la vez: Molly está con Hardin, lo cual me cabrea

sobremanera. Jace está con Hardin, cosa que no entiendo. Y acabo de contarle a

todo el mundo que estamos viviendo juntos, cosa que parece haber causado una

gran conmoción.

—Tessa —me saluda Hardin, enfadado, detrás de mí.

Lo miro y veo que tiene el rostro contorsionado de pura rabia. Está haciendo

un esfuerzo por contenerse, lo sé, pero no creo que lo consiga.

—Tengo que hablar contigo —masculla.

—¿Ahora? —digo tratando de no darle importancia, aunque estoy de los

nervios.

—Sí, ahora —contesta, e intenta cogerme del brazo. Me levanto y lo sigo a

una esquina del pequeño bar—. ¿Qué coño estás haciendo aquí? —dice en voz

baja con la cara a unos centímetros de la mía.

—He venido a pasar un rato con Steph. —No es del todo mentira, pero

tampoco es del todo verdad.

Me pilla.

—Y una mierda. —Le cuesta no gritar, pero la gente ya nos está mirando—.

Tienes que irte —me dice.

—¿Cómo dices?

—Tienes que volver a casa.

—¿A casa? ¿Quieres decir a mi nueva residencia de estudiantes? —lo desafío.

Se queda lívido—. Sí, se lo he dicho —prosigo—. Les he contado que estamos

viviendo juntos; ¿cómo es que no lo sabían? Me has hecho quedar como una

imbécil. Pensé que lo de esconder lo nuestro era cosa del pasado, que ya no era

tu secreto.

—No eras mi secreto —miente.

—Estoy harta de engaños y secretitos, Hardin. Cada vez que pienso que

vamos progresando…

—Perdona. No era mi intención mantenerlo en secreto. Sólo quería esperar

un poco —dice atropelladamente.

Casi puedo ver la lucha interna que se está librando tras esos ojos verdes. No

deja de mirar a un lado y a otro, y me preocupa verlo tan asustado.

—No puedo seguir así, eres consciente de eso, ¿verdad? —le digo.

—Sí, y a lo sé —suspira, coge entre los dientes el aro del labio inferior y se

pasa la mano por el pelo húmedo—. ¿Podemos irnos a casa y hablarlo?

Asiento.

Lo sigo de vuelta al reservado, donde y a se han sentado todos.

—Nosotros nos vamos —anuncia Hardin.

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