After - Anna Todd

02.05.2023 Views

—No pasa nada —dice, y se sienta a la mesa.Pero entonces lo suelto:—Leí el mensaje de Jace. —No quiero tener que ocultarle nada, por muyavergonzada que me sienta.—¿Qué?—Vibraba y lo miré. ¿Por qué te estaba escribiendo a esas horas?—¿Qué has leído? —me pregunta ignorando lo que he dicho.—Un mensaje de Jace —repito.Aprieta la mandíbula.—¿Qué decía?—Que lo llamaras…¿Por qué se altera tanto? Sabía que no iba a gustarle que husmeara en susmensajes, pero creo que está exagerando.—¿Eso es todo? —salta, y empieza a molestarme.—Sí, Hardin. ¿Qué más podría haberme encontrado?—Nada… —Bebe un trago lento de su taza de café, como si de repente notuviera importancia—. Sólo es que no me gusta que curiosees mis cosas.—Vale, no volveré a hacerlo.—Bien. Tengo cosas que hacer; ¿podrás estar un rato sin mí?—¿Qué tienes que hacer? —Me arrepiento al instante de habérselopreguntado.—¡Jesús, Tessa! —dice subiendo la voz—. ¿Por qué siempre me buscas lascosquillas?—No te busco las cosquillas, sólo quería saber qué ibas a hacer. Esto es unarelación, Hardin, y bastante seria, por cierto. ¿Así que qué te cuesta decirme loque vas a hacer hoy?Aparta la taza de malos modos y se levanta.—No sabes cuándo dejarlo estar, ése es tu problema. No tengo por quécontártelo todo, ¡aunque estemos viviendo juntos! De haber sabido que ibas asalirme con esta mierda, me habría ido antes de que te despertaras.—Vay a —es todo cuanto consigo decir antes de irme al dormitorio echandopestes.Pero me pisa los talones.—Vay a, ¿qué?—Debería haber sabido que ay er fue demasiado bonito para ser verdad.—¿Perdona?—Nos lo pasamos genial y por una vez, por una vez, no te portaste como ungilipollas, pero hoy te levantas y, ¡zas!, ¡vuelves a ser un auténtico capullo!Doy vueltas por la habitación recogiendo la ropa sucia de Hardin del suelo.—Te olvidas de la parte en que me revisas los mensajes del móvil.—Un mensaje, y lamento mucho haberlo hecho, pero la verdad es que

tampoco es para tanto. ¡Si en el móvil tienes algo que no quieres que vea,entonces sí que tenemos un problema! —le grito, y echo toda la ropa en el cestode la colada.Me señala furioso.—No, Tessa. Tú eres el problema. ¡Siempre lo sacas todo de quicio!—¿Por qué te peleaste con Zed? —contraataco.—Ah, no, ahora no quiero hablar de eso —me dice fríamente.—Entonces ¿cuándo, Hardin? ¿Por qué no me lo cuentas? ¿Cómo quieres queconfíe en ti si me ocultas cosas? ¿Tiene algo que ver con Jace? —inquiero, y susaletas nasales se agitan con rapidez.Se pasa las manos por la cara y luego por el pelo, que se le queda de punta.—No sé por qué no puedes ocuparte de tus asuntos y dejar mi vida en paz —gruñe, y luego sale de la habitación.A los pocos segundos la entrada principal se cierra de un portazo y me secolas lágrimas de enfado. El modo de reaccionar de Hardin cada vez que lepregunto por Jace me da muy mala espina, y no me quito esa sensación funestade encima ni limpiando todo el apartamento. Se ha pasado mucho. Me ocultaalgo y no entiendo por qué. Estoy segura de que no tiene que ver conmigo, notiene sentido que Hardin se haya puesto así. Desde la primera vez que conocí aJace supe que nos iba a traer problemas. Si Hardin no va a darme respuestas,tendré que buscarlas en otra parte. Miro por la ventana y veo su coche salir delaparcamiento. Cojo el móvil. Mi nueva fuente de respuestas contesta a laprimera.—¿Zed? Soy Tessa.—Ya… Lo sé.—Vale… Oye…, ¿puedo hacerte una pregunta? —digo con una vocecita másinsegura de lo que me gustaría.—¿Dónde está Hardin? —me pregunta y, por su tono, sospecho que meguarda rencor por haberlo rechazado pese a lo amable que fue conmigo.—No está aquí.—No creo que sea buena idea que…—¿Por qué te pegó Hardin? —pregunto sin dejarlo acabar la frase.—Lo siento, Tessa, he de dejarte —dice, y me cuelga.« Pero ¿qué demonios…?» No estaba segura al cien por cien de que fuera acontármelo, pero tampoco esperaba que reaccionara así. Ahora sí que me muerode curiosidad, y encima estoy cabreadísima.Intento llamar a Hardin pero, ¿cómo no?, no lo coge. ¿Por qué ha reaccionadoZed así? Casi como si tuviera… ¿miedo de decírmelo? Puede que estéequivocada y sí que tenga que ver conmigo. No sé qué está pasando, pero nadade esto tiene sentido. Me paro a pensarlo detenidamente. ¿Estoy exagerando?Repaso mentalmente la reacción de Hardin cuando le pregunté sobre Jace. No,

tampoco es para tanto. ¡Si en el móvil tienes algo que no quieres que vea,

entonces sí que tenemos un problema! —le grito, y echo toda la ropa en el cesto

de la colada.

Me señala furioso.

—No, Tessa. Tú eres el problema. ¡Siempre lo sacas todo de quicio!

—¿Por qué te peleaste con Zed? —contraataco.

—Ah, no, ahora no quiero hablar de eso —me dice fríamente.

—Entonces ¿cuándo, Hardin? ¿Por qué no me lo cuentas? ¿Cómo quieres que

confíe en ti si me ocultas cosas? ¿Tiene algo que ver con Jace? —inquiero, y sus

aletas nasales se agitan con rapidez.

Se pasa las manos por la cara y luego por el pelo, que se le queda de punta.

—No sé por qué no puedes ocuparte de tus asuntos y dejar mi vida en paz —

gruñe, y luego sale de la habitación.

A los pocos segundos la entrada principal se cierra de un portazo y me seco

las lágrimas de enfado. El modo de reaccionar de Hardin cada vez que le

pregunto por Jace me da muy mala espina, y no me quito esa sensación funesta

de encima ni limpiando todo el apartamento. Se ha pasado mucho. Me oculta

algo y no entiendo por qué. Estoy segura de que no tiene que ver conmigo, no

tiene sentido que Hardin se haya puesto así. Desde la primera vez que conocí a

Jace supe que nos iba a traer problemas. Si Hardin no va a darme respuestas,

tendré que buscarlas en otra parte. Miro por la ventana y veo su coche salir del

aparcamiento. Cojo el móvil. Mi nueva fuente de respuestas contesta a la

primera.

—¿Zed? Soy Tessa.

—Ya… Lo sé.

—Vale… Oye…, ¿puedo hacerte una pregunta? —digo con una vocecita más

insegura de lo que me gustaría.

—¿Dónde está Hardin? —me pregunta y, por su tono, sospecho que me

guarda rencor por haberlo rechazado pese a lo amable que fue conmigo.

—No está aquí.

—No creo que sea buena idea que…

—¿Por qué te pegó Hardin? —pregunto sin dejarlo acabar la frase.

—Lo siento, Tessa, he de dejarte —dice, y me cuelga.

« Pero ¿qué demonios…?» No estaba segura al cien por cien de que fuera a

contármelo, pero tampoco esperaba que reaccionara así. Ahora sí que me muero

de curiosidad, y encima estoy cabreadísima.

Intento llamar a Hardin pero, ¿cómo no?, no lo coge. ¿Por qué ha reaccionado

Zed así? Casi como si tuviera… ¿miedo de decírmelo? Puede que esté

equivocada y sí que tenga que ver conmigo. No sé qué está pasando, pero nada

de esto tiene sentido. Me paro a pensarlo detenidamente. ¿Estoy exagerando?

Repaso mentalmente la reacción de Hardin cuando le pregunté sobre Jace. No,

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!