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After - Anna Todd

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él. Habla de cosas triviales mientras bailamos, y mi resentimiento casi

desaparece mientras nos reímos de una pareja de borrachos que se tambalea

junto a nosotros.

—¿Has visto eso? —dice luego Ken con una voz que es puro asombro.

Me vuelvo y veo a qué se refiere. Yo también me quedo pasmada al ver a

Hardin bailando como puede con Karen. Ella se ríe cuando él le pisa los zapatos

blancos y él sonríe avergonzado. Esta noche ha sido mucho mejor de lo que

soñaba.

Al acabar la canción, Hardin vuelve a mí rápidamente, seguido de Karen.

Les decimos a los felices recién casados que nos vamos a casa y nos abrazamos

una vez más. Hardin está un poco menos tenso que antes. Alguien llama a Ken.

Karen y él se despiden de nosotros y nos dan las gracias por enésima vez por

haber venido a la boda y desaparecen entre los invitados.

—¡Los pies me están matando! —digo. Es la primera vez que llevo zapato de

tacón tanto tiempo seguido, y creo que voy a necesitar una semana para

recuperarme.

—¿Te llevo en brazos? —se ofrece imitando mi tono de voz infantil.

—No —me río.

Cuando vamos a salir de la carpa nos encontramos con Trevor, el señor

Vance y Kimberly. Ella me sonríe y me guiña el ojo después de darle un buen

repaso a Hardin. Intento contener la risa y termino atragantándome.

—¿Me has reservado un baile? —bromea el señor Vance con Hardin.

—No, ninguno —dice él siguiéndole el juego.

—¿No es pronto para marcharse? —dice Trevor mirándome a mí.

—Ya llevamos aquí un buen rato —contesta Hardin alejándome de ellos—.

Me alegro de haberte visto, Vance —añade sin dejar de andar mientras salimos

de la carpa.

—Eso ha sido de muy mala educación —lo riño cuando llegamos al coche.

—Estaba flirteando contigo. Tengo derecho a ser todo lo maleducado que

quiera.

—Trevor no estaba flirteando, sólo estaba siendo amable.

Hardin pone los ojos en blanco.

—Te desea, lo sé. No seas tan ingenua.

—Sé amable con él, por favor. Trabajamos en la misma empresa y no quiero

problemas —digo con mucha calma. La noche ha sido maravillosa y no me

gustaría que sus celos la estropeasen.

Hardin sonríe con malicia.

—Siempre puedo pedirle a Vance que lo despida.

Me parto de la risa con su salida.

—¡Estás loco!

—Sólo por ti —contesta, y arranca el motor.

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