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After - Anna Todd

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pista de baile, que parece un tablero de ajedrez. Lo llevo a toda prisa, no sea que

cambie de opinión. Nos quedamos al fondo, a una distancia prudencial de la

multitud.

—No sé lo que hay que hacer —dice echándose a reír.

—Yo te enseño.

Le pongo las manos en mis caderas. Me pisa un par de veces pero lo pilla

deprisa. Ni en un millón de años me habría imaginado que estaría bailando con

Hardin en la boda de su padre.

—Vay a canción más rara para una boda, ¿no? —me dice al oído entre risas.

—No, la verdad es que es perfecta —repongo con la cabeza apoy ada en su

pecho.

Sé que no estamos bailando. Más bien estamos abrazándonos al ritmo de la

música, pero a mí me vale. Nos quedamos así durante dos canciones enteras, que

resultan ser de mis favoritas. You Found Me, de The Fray, hace que Hardin

empiece a reírse a carcajadas y me estreche entre sus brazos. La siguiente, una

canción pop de un grupo de chicos, hace que yo sonría y él ponga los ojos en

blanco. Mientras suena, Hardin me habla de su abuela. Sigue viviendo en

Inglaterra pero él lleva sin verla ni hablar con ella desde que ella lo llamó para

felicitarlo el día en que cumplió veinte años. Se puso de parte de su padre durante

el divorcio y hasta encontró la manera de disculpar su alcoholismo; según ella,

todo era culpa de la madre de Hardin, y eso a él le bastó para no volver a tener

ganas de hablar con ella. Parece muy cómodo contándome todo esto, así que y o

me callo y asiento de vez en cuando para que sepa que estoy escuchándolo.

Hardin hace un par de chistes sobre lo ñoñas y petardas que son todas las

canciones y me río de él.

—¿Y si volvemos arriba? —bromea bajando la mano por mi espalda.

—Tal vez.

—Voy a tener que darte de beber champán más a menudo. —Vuelvo a

colocarle las manos en mi cintura y me pone morritos. No puedo contener la risa

—. La verdad es que me lo estoy pasando bastante bien —confiesa.

—Yo también. Gracias por haberme acompañado.

—No lo cambiaría por nada del mundo.

Sé que no se refiere a la boda, sino a estar conmigo en general. Estoy

flotando en una nube.

—¿Me permite este baile? —pregunta Ken cuando empieza la siguiente

canción.

Hardin frunce el ceño y nos mira primero a mí y luego a su padre.

—Sí, pero sólo una canción —rezonga.

Ken se ríe y repite las palabras de su hijo:

—Sólo una canción.

Hardin me suelta y Ken me coge. Me trago lo incómoda que me siento con

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