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After - Anna Todd

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Hardin me pone la mano en la cintura para que me apoye en él. Siento que

está incomodísimo atrapado entre Karen y su abuela, y encima ahora Ken se

une a la fiesta.

—Gracias por haber venido —le dice a Hardin, y le ofrece la mano para que

se la estreche.

Él la acepta y le da a su padre un buen apretón. Ken levanta el brazo para

abrazar a su hijo, pero se contiene. Aun así, se nota que está feliz y emocionado.

—Tessa, cielo, estás muy guapa. —Me abraza y pregunta—: ¿Lo estáis

pasando bien?

No puedo evitar sentirme un poco incómoda con él ahora que sé un poco

mejor cómo era en el pasado.

—Sí. Es increíble lo bien que lo han organizado todo.

Hardin se esfuerza por decirle algo bonito a su padre. Le masajeo la espalda

con movimientos circulares para que se relaje un poco.

La abuela de Hardin tose y mira a Ken.

—No sabía que habíais vuelto a hablaros.

Él se pasa la mano por la nuca. Ahora y a sé de dónde lo ha sacado Hardin.

—Sí. Mejor lo hablamos en otro momento, mamá —dice Ken, y ella asiente.

Bebo otro sorbo de mi copa e intento no pensar que estoy bebiendo delante de

las personas mayores, delante del rector de mi universidad, sin tener edad legal

para hacerlo.

Un camarero con chaleco negro se acerca con una bandeja de champán y,

cuando Ken coge una copa, pongo cara de terror, pero se la da a su esposa y me

relajo. Qué alegría que hay a dejado de beber.

—¿Quieres otra? —me pregunta Hardin, y y o miro a Karen.

—Adelante. Estás en una boda —me dice.

—Sí. —Sonrío, y Hardin se aleja para traerme otra.

Hablamos un minuto de la boda y de las flores y, cuando Hardin regresa sólo

con una copa, Karen se preocupa y le pregunta:

—¿No te gusta el champán?

—Sí, claro. Éste está muy bueno, pero y a me he tomado una copa y me toca

conducir a mí —responde, y Karen lo mira con sus ojos marrones cargados de

adoración.

A continuación se vuelve hacia mí.

—¿Tienes tiempo esta semana? He comprado semillas nuevas para el

invernadero.

—Por supuesto que sí. Estoy libre todos los días a partir de las cuatro.

La abuela nos mira a Karen y a mí, asombrada y feliz.

—¿Cuánto hace que salís juntos? —nos pregunta entonces.

—Unos meses —le responde Hardin con calma.

En ocasiones se me olvida que fuera de nuestro grupo, bueno, del grupo de

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