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After - Anna Todd

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esta última semana, pero es que los dos hemos estado muy ocupados. Tomo nota

mental de llamarlo esta noche para ponernos al día y ver qué tal le está yendo sin

mí.

Tras mi incómodo encuentro con la señorita del pelo rosa, mi día mejora.

Landon y y o habíamos hecho planes de empezar a quedar en la cafetería antes

de las clases que tenemos en común, de modo que ahí está, apoy ado contra la

pared de ladrillo. Cuando me acerco, me recibe con una amplia sonrisa.

—Hoy tengo que irme a la media hora de empezar la clase. Se me olvidó

decirte que me marcho en avión a casa para el fin de semana —dice.

Me alegro de que vaya a visitar a su novia, pero detesto la idea de pasarme la

clase de literatura británica sin él, y con Hardin, si es que aparece. El miércoles

no vino, aunque tampoco es que estuviera pendiente de si venía o no.

Me vuelvo hacia él.

—¿Tan pronto? Si acaba de empezar el semestre.

—Es el cumpleaños de Dakota, y hace meses le prometí que estaría allí —

dice encogiéndose de hombros.

En clase, Hardin se sienta a mi lado pero no dice nada, ni siquiera cuando, como

me había anunciado, Landon se marcha a los treinta minutos, cosa que de

repente acentúa la presencia de Hardin en el asiento contiguo.

—El lunes empezaremos con Orgullo y prejuicio de Jane Austen —anuncia el

profesor Hill al final de la clase.

Incapaz de ocultar la emoción, estoy casi segura de que se me ha escapado

un alarido de alegría. He leído esa novela al menos diez veces, y es una de mis

favoritas.

Aunque no me ha dicho absolutamente nada durante toda la clase, Hardin

camina muy cerca de mí. Juro que sabía lo que iba a decirme al ver esa

socarrona mirada en sus ojos.

—Deja que lo adivine —dice—: estás perdidamente enamorada del señor

Darcy.

—Todas las mujeres que han leído la novela lo están —contesto sin mirarlo a

los ojos.

Llegamos a una intersección y miro en ambas direcciones antes de cruzar la

calle.

—Por supuesto que sí —se ríe, y continúa siguiéndome por la bulliciosa

acera.

—Seguro que eres incapaz de comprender el atractivo del señor Darcy —

replico.

Me viene a la cabeza el recuerdo de la inmensa colección de novelas que

tiene Hardin en su habitación. Es imposible que sean suy as. ¿O no?

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