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After - Anna Todd

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de tiritas por todo el cuerpo, tratando de…, qué sé y o…, curarla o algo así. Qué

tonto, ¿verdad? —pregunta con la boca hundida en mi pelo.

Alzo la vista y frunce el ceño.

—No llores… —susurra, pero no puedo evitarlo. Nunca me imaginé que la

causa de sus pesadillas fuera tan horrible.

—Perdona que te hay a hecho contármelo —sollozo.

—No…, nena, no pasa nada. Sienta bien contárselo a alguien —me asegura

—. Dentro de lo que cabe.

Me acaricia el pelo y se enrosca un mechón entre los dedos, enfrascado en

sus pensamientos.

—Después de aquello, yo sólo dormía abajo, en el sofá. Así, si alguien

entraba… me encontraría a mí primero. Luego empezaron las pesadillas… Y ahí

se quedaron. Fui a un par de terapeutas cuando mi padre se marchó, pero nada

funcionó hasta que te conocí. —Me dedica una débil sonrisa—. Perdona que

pasara toda la noche fuera. No quiero ser esa persona. No quiero ser como él —

dice abrazándome con fuerza.

Ahora que tengo unas cuantas piezas más del rompecabezas de Hardin, lo

entiendo un poco mejor. Mi humor acaba de cambiar drásticamente, igual que la

opinión que tenía de Ken. Sé que la gente cambia, y salta a la vista que ha

mejorado mucho con respecto al hombre que era, pero no puedo evitar que la

rabia bulla en mi interior. Hardin es como es por su padre, por su alcoholismo,

por su negligencia y por la terrible noche en que provocó que agredieran tan

brutalmente a su esposa y a su hijo, y encima no estuvo allí para protegerlos. No

tengo todas las respuestas que quería, pero sí mucho más de lo que esperaba.

—No volveré a hacerlo… Te lo juro… Por favor, sólo dime que no vas a

dejarme… —musita.

Toda la rabia y la indignación que sentía han desaparecido ya. Y como me

mira con cara de que necesita oírmelo decir, se lo repito un par de veces:

—No voy a dejarte, Hardin. No voy a dejarte.

—Te quiero, Tessa, más que a nada —dice enjugándome las lágrimas.

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