02.05.2023 Views

After - Anna Todd

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

obsesionándome con el paradero de mi novio no me va a ay udar en lo más

mínimo.

—Claro. —Sonrío.

Doblamos la esquina y entramos en una especie de cantina mexicana.

Estamos temblando de frío, y Kimberly pide que nos den una mesa junto a una

estufa. Es una mesa pequeña pero está justo bajo uno de los calefactores, y

ambas levantamos las manos para que el aire tibio nos las caliente.

—Este tiempo no tiene clemencia —dice mi compañera, y se queja del frío

y de lo mucho que echa de menos el verano.

—Ya casi había olvidado el frío que hace en invierno —convengo. Las

estaciones se han fundido unas con otras y apenas me he dado cuenta de que se

estaba acabando el otoño.

—Bueno… ¿Cómo va todo con el chico malo? —me pregunta con una

carcajada.

El camarero nos trae nachos y salsa y me rugen las tripas. No pienso volver a

saltarme mi donut matutino.

—Pues…

Me planteo si debo contarle mi vida personal. No tengo muchas amigas. En

realidad, ninguna, excepto Steph, a la que y a no veo nunca. Kimberly es por lo

menos diez años mayor que y o, y es posible que entienda mejor cómo funciona

la mente masculina, cosa de la que y o no tengo ni idea. Miro al techo, que está

cubierto de luces en forma de botellín de cerveza. Respiro hondo.

—La verdad es que en este momento no estoy muy segura de cómo van las

cosas —me sincero—. Ay er todo iba bien, pero anoche no vino a dormir. Era

nuestra segunda noche en el apartamento y no apareció por casa.

—Espera…, espera… Rebobina. A ver si lo entiendo: ¿estáis viviendo juntos?

La he dejado boquiabierta.

—Sí… Desde hace pocos días. —Intento sonreír.

—Vale. ¿Y anoche no apareció por casa?

—No. Me dijo que tenía que trabajar y que se iba a la biblioteca, pero luego

no ha vuelto a casa.

—Y no le habrá pasado algo o habrá tenido un accidente, ¿no?

—No, creo que no.

Tengo la impresión de que, si le hubiera pasado algo terrible, lo sabría, como

si nos uniera un vínculo invisible que me informara de inmediato de que está

herido.

—¿Y no te ha llamado?

—No. Ni tampoco me ha enviado ningún mensaje. —Frunzo el ceño.

—Yo le cortaba las pelotas. Es un comportamiento inaceptable —exclama

ella.

En ese instante, el camarero se aproxima a nuestra mesa.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!