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After - Anna Todd

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CAPÍTULO 88

—Qué pena que nos hayamos perdido la parte en la que te quito el vestido —me

susurra Hardin al oído mientras me lleva de vuelta a la cama.

En cuanto me quito su camiseta, me derriba sobre el colchón y se pone el

preservativo a may or velocidad de la que creía que fuera posible.

—Mmm… —es lo único que consigo decir mientras entra y sale de mí. Es la

primera vez que, cuando hacemos el amor, no siento nada de dolor, sólo placer.

—Dios, nena… Qué gusto me das —gime empujando con las caderas contra

las mías.

Es una sensación indescriptible. Su cuerpo fibroso encaja perfectamente

entre mis piernas, y es una delicia notar su piel ardiente contra la mía. Me

planteo responderle, soltarle una guarrada como las que él me dice a mí, pero

estoy perdida en él y en el placer que me atraviesa mientras continúa con su

dulce asalto.

Me aferro a su espalda y le clavo las uñas. Pone los ojos en blanco. Me

encanta verlo de este modo, fuera de sí, tan salvaje. Me levanta el muslo y se lo

engancha a la cintura para que nuestros cuerpos estén más juntos. Sólo de verlo

estoy a punto de… Estiro los pies y se me tensa la pierna que tengo en su cintura

mientras gimo su nombre una y otra vez.

—Eso es, nena… Córrete para mí, que y o te vea… Joder… Que vea lo bien

que te hago sentir —dice a trompicones, y noto cómo palpita en mi interior.

Aunque termina unos segundos antes que y o, sus movimientos perfectos

continúan hasta que me deja incapaz de moverme y felizmente agotada. A

continuación se deja caer encima de mí. Yacemos en silencio, disfrutando de la

sensación de estar tan cerca el uno del otro, y al cabo de unos minutos ya está

roncando.

El tiempo aquí pasa volando. Es lo que tiene ser libre por primera vez en la vida.

Sigue siendo un poco raro tener mi propia casa, con mi propia ducha, y

prepararme mi café en mi cocina. No obstante, compartir todo eso con Hardin

hace que sea mucho mejor. Decido ponerme el vestido azul marino de batista

perforada y los tacones blancos. Empiezo a caminar mejor con ellos pero, por si

acaso, sigo llevando mis fieles y cómodas Toms en el bolso. Me rizo el pelo y me

lo recojo con horquillas, e incluso me aplico un poco de lápiz de ojos. Me está

gustando lo de tener mi propia casa.

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