After - Anna Todd
devoramos la deliciosa pizza, aunque es un silencio de los buenos. De esa clase desilencios que me dice que estamos en casa.—Te quiero —dice mientras meto los platos en el lavavajillas.—Te quiero —le contesto justo cuando mi móvil empieza a vibrar sobre lamesa de madera.Un mensaje. Hardin lo mira y toca la pantalla.—¿Quién es? —le pregunto.—¿Noah? —inquiere.—Ah. —Esto va a acabar mal.—Dice que ha sido muy agradable charlar hoy contigo. —Se le tensa lamandíbula.Me acerco y prácticamente tengo que arrancarle el móvil de las manos.Juraría que su intención era hacerlo añicos.—Sí, me ha llamado hoy —le digo con una seguridad que no siento. Iba acontárselo, sólo que no he encontrado el momento adecuado.—¿Y? —Enarca una ceja.—Me ha contado que ha visto a mi madre y quería saber si estaba bien.—¿Por qué?—No lo sé… Querría saber si todo iba bien. —Me encojo de hombros y mesiento a su lado.—No tiene por qué saber cómo te va —espeta.—No es para tanto, Hardin. Lo conozco de toda la vida.Su mirada es gélida.—Me importa una mierda.—No seas ridículo. ¿Acabamos de mudarnos a vivir juntos y te preocupa unallamada de Noah? —replico.—No tienes por qué hablar con él. Seguro que cree que, como le has cogidoel móvil, quieres volver con él. —Se pasa las manos por el pelo.—No, no cree nada de eso. Sabe que estoy contigo. —Intento controlar mipronto.Hardin señala el móvil de mala manera.—Pues entonces llámalo ahora mismo y dile que no te llame nunca más.—¿Qué? ¡No! De eso nada. Noah no ha hecho nada malo, y ya le he hechobastante daño. Corrijo: y a le hemos hecho bastante daño. No. No voy a decirlesemejante cosa. No hay nada de malo en que seamos amigos.—Claro que sí —dice levantando la voz—. Se cree mejor que y o, Tessa, eintentará recuperarte. ¡No soy imbécil! Tu madre también quiere que vuelvascon él. ¡Y no les permitiré que me quiten lo que es mío!Doy un paso atrás y lo miro con unos ojos como platos. No salgo de miasombro.—Pero ¿tú te has oído? ¡Pareces un loco! ¡No pienso odiarlo sólo porque tú
estés tan chalado como para creer que soy de tu propiedad! —Salgo de la cocinaechando chispas.—¡No te vayas y me dejes con la palabra en la boca! —ruge mientras mesigue a la sala de estar.Sólo Hardin es capaz de empezar una pelea después del día tan genial quehemos pasado. Pero no voy a dar mi brazo a torcer.—¡Pues deja de comportarte como si fueras mi dueño! Trataré de hacertealgo más de caso del que te hago ahora, pero no en lo que respecta a Noah. Siintenta cualquier cosa rara o me hace algún comentario inapropiado, dejaré dehablar con él al instante, pero de momento no lo ha hecho. Además, es evidenteque vas a tener que confiar en mí.Hardin se me queda mirando y me pregunto si su furia se está disipandocuando por fin se limita a decir:—No me cae bien.—Vale, lo entiendo, pero has de ser razonable. No está tramando el modo deapartarme de ti, él no es así. Es la primera vez que ha intentado contactarconmigo desde que rompí con él.—¡Y será la última! —salta.Pongo los ojos en blanco y me meto en el pequeño cuarto de baño.—¿Adónde vas? —pregunta.—Voy a darme una ducha y, para cuando hay a terminado, espero que hayasacabado de comportarte como un crío —le digo.Estoy orgullosa del modo en que le estoy plantando cara, pero no puedoevitar sentirme un poco mal por él. Sé que sólo tiene miedo de que vuelva conNoah, siente unos celos terribles de nuestro pasado juntos. Sobre el papel, Noahes mejor para mí, y él lo sabe. Pero yo no amo a Noah. Amo a Hardin.Me sigue al baño pero, en cuanto empiezo a desnudarme, da media vuelta yse marcha cerrando de un portazo. Me doy una ducha rápida y, para cuandosalgo, está acostado en la cama y sólo lleva el bóxer puesto. No digo nadamientras busco un pijama entre mis cosas.—¿No vas a ponerte mi camiseta? —dice en voz baja.—Pues… —He visto que la ha doblado y la ha dejado en la mesilla que hayjunto a la cama—. Gracias.La cojo y me la pongo. La fragancia fresca casi me hace olvidar que deberíaestar enfadada con él. Pero cuando lo miro y veo su ceño fruncido, lo recuerdo ala perfección.—Ha sido una velada encantadora —resoplo llevando mi toalla de vuelta alcuarto de baño.—Ven aquí —me dice cuando regreso.Me acerco a él de mala gana. Se sienta en el borde de la cama y tira de mípara que me coloque entre sus piernas.
- Page 350 and 351: perdiendo. No obstante, sé que mi
- Page 352 and 353: que se casara con él sin decirle q
- Page 354 and 355: con Hardin, escogiendo las cortinas
- Page 356 and 357: Pensaba que… que te estabas arrep
- Page 358 and 359: educada, igual que él. ¿Por qué
- Page 360 and 361: CAPÍTULO 81Hardin se marcha despu
- Page 362 and 363: Decidimos ir al centro comercial a
- Page 364 and 365: —¿Qué te pasa? —Es obvio que
- Page 366 and 367: CAPÍTULO 82Cuando llegamos a la re
- Page 368 and 369: —No, nunca.—¿Por qué no?—No
- Page 370 and 371: Frunce el ceño pero se recupera r
- Page 372 and 373: CAPÍTULO 83Hardin ve a Jace al mis
- Page 374 and 375: chicas, entre ellas Steph, pero por
- Page 376 and 377: que nadie pueda protestar.—Vuelve
- Page 378 and 379: común y espeto:—Ya juego y o.—
- Page 380 and 381: CAPÍTULO 84Me echo hacia atrás ap
- Page 382 and 383: —No lo creo —le digo. No soport
- Page 384 and 385: —Yo… A veces pierdo el control.
- Page 386 and 387: aparto.—Voy a correrme… —me d
- Page 388 and 389: acostumbre. No tengo ni idea de cu
- Page 390 and 391: —¡Buenas noches! —gruño muert
- Page 392 and 393: aunque ya sé la respuesta.—No,
- Page 394 and 395: encima. Noah es el único que siemp
- Page 396 and 397: ¡Joder! —exclama al tiempo que s
- Page 398 and 399: —Te he traído tus cosas de tu ha
- Page 402 and 403: —Perdona. —Me mira.—¿Por…?
- Page 404 and 405: Hardin se niega a levantarse y sól
- Page 406 and 407: tirar de él para poder besarme en
- Page 408 and 409: CAPÍTULO 89Cuando me despierto, ta
- Page 410 and 411: —Su comida estará lista dentro d
- Page 412 and 413: haber cedido.—No sé si se te ha
- Page 414 and 415: peleas… Incluso las pesadillas. O
- Page 416 and 417: conozco, siento que soy y o la que
- Page 418 and 419: CAPÍTULO 91Llevamos por lo menos m
- Page 420 and 421: —¿Te parece bien? —Me destapo
- Page 422 and 423: —No hables así de él —mascull
- Page 424 and 425: has hecho, y no hay nada, y quiero
- Page 426 and 427: como para que ese plan le funcione.
- Page 428 and 429: pero hoy no quiero pensar en eso.Me
- Page 430 and 431: —¡Tú! —digo, y enarca las cej
- Page 432 and 433: disfrutar de este momento tan tiern
- Page 434 and 435: —¿Hardin? ¿Eres tú? —dice en
- Page 436 and 437: —A mí también —le aseguro.La
- Page 438 and 439: CAPÍTULO 94—¿Dónde está Lando
- Page 440 and 441: amigos de Hardin, nadie sabe que no
- Page 442 and 443: —Sí —gimo.La sensación de que
- Page 444 and 445: él. Habla de cosas triviales mient
- Page 446 and 447: poco. Hardin enciende el televisor
- Page 448 and 449: —No pasa nada —dice, y se sient
devoramos la deliciosa pizza, aunque es un silencio de los buenos. De esa clase de
silencios que me dice que estamos en casa.
—Te quiero —dice mientras meto los platos en el lavavajillas.
—Te quiero —le contesto justo cuando mi móvil empieza a vibrar sobre la
mesa de madera.
Un mensaje. Hardin lo mira y toca la pantalla.
—¿Quién es? —le pregunto.
—¿Noah? —inquiere.
—Ah. —Esto va a acabar mal.
—Dice que ha sido muy agradable charlar hoy contigo. —Se le tensa la
mandíbula.
Me acerco y prácticamente tengo que arrancarle el móvil de las manos.
Juraría que su intención era hacerlo añicos.
—Sí, me ha llamado hoy —le digo con una seguridad que no siento. Iba a
contárselo, sólo que no he encontrado el momento adecuado.
—¿Y? —Enarca una ceja.
—Me ha contado que ha visto a mi madre y quería saber si estaba bien.
—¿Por qué?
—No lo sé… Querría saber si todo iba bien. —Me encojo de hombros y me
siento a su lado.
—No tiene por qué saber cómo te va —espeta.
—No es para tanto, Hardin. Lo conozco de toda la vida.
Su mirada es gélida.
—Me importa una mierda.
—No seas ridículo. ¿Acabamos de mudarnos a vivir juntos y te preocupa una
llamada de Noah? —replico.
—No tienes por qué hablar con él. Seguro que cree que, como le has cogido
el móvil, quieres volver con él. —Se pasa las manos por el pelo.
—No, no cree nada de eso. Sabe que estoy contigo. —Intento controlar mi
pronto.
Hardin señala el móvil de mala manera.
—Pues entonces llámalo ahora mismo y dile que no te llame nunca más.
—¿Qué? ¡No! De eso nada. Noah no ha hecho nada malo, y ya le he hecho
bastante daño. Corrijo: y a le hemos hecho bastante daño. No. No voy a decirle
semejante cosa. No hay nada de malo en que seamos amigos.
—Claro que sí —dice levantando la voz—. Se cree mejor que y o, Tessa, e
intentará recuperarte. ¡No soy imbécil! Tu madre también quiere que vuelvas
con él. ¡Y no les permitiré que me quiten lo que es mío!
Doy un paso atrás y lo miro con unos ojos como platos. No salgo de mi
asombro.
—Pero ¿tú te has oído? ¡Pareces un loco! ¡No pienso odiarlo sólo porque tú