After - Anna Todd
¡Joder! —exclama al tiempo que se pasa la mano por el pelo con el ceñofruncido.—No… Yo…—Venga, vámonos. Enséñenos otros —le dice Hardin al hombre.—¡Hardin! ¡Déjame acabar! Iba a decir que me encanta.El hombre parece tan aliviado como él. Su ceño fruncido se transforma enuna gran sonrisa.—¿De verdad?—Sí, me daba miedo que fuera un apartamento pijo y frío, pero es perfecto—le digo, y es la verdad.—¡Lo sabía! Bueno, me tenías algo nervioso, pero en cuanto vi este sitiopensé en ti. Te imaginé ahí… —señala el banco adosado al ventanal—, ley endoun libro. Fue entonces cuando supe que quería que vivieras aquí conmigo.Sonrío y siento mariposas en el estómago al oírlo decir eso en público, aunquesólo sea delante de un agente inmobiliario.—¿Estamos listos para firmar? —dice el hombre incómodo.Hardin me mira y y o asiento. No me puedo creer lo que vamos a hacer.Hago caso omiso de la vocecita que me recuerda que es demasiado pronto, quesoy demasiado joven, y sigo a Hardin a la cocina.
CAPÍTULO 87Hardin firma al pie de lo que parece una página infinita antes de pasármela a mí.Cojo el bolígrafo y firmo antes de darle demasiadas vueltas. « Estamos listospara dar este paso. Estoy lista para hacer esto» , me repito. Sí, somos jóvenes yno hace mucho que nos conocemos, pero sé que lo quiero más que a nada y queél me quiere a mí. Mientras eso no cambie, lo demás irá bien.—Muy bien. Aquí tenéis las llaves.Robert, que así es como se llama el hombre porque eso dicen todos lospapeles que acabamos de firmar, nos entrega dos juegos de llaves, se despide denosotros y se va.—Pues… ¿Bienvenida a casa? —dice Hardin en cuanto estamos solos.Me echo a reír y me acerco a él para que pueda abrazarme.—Es increíble que ahora vivamos aquí. No parece de verdad. —Mis ojosexaminan la sala de estar.—Si alguien me hubiera dicho que iba a vivir contigo, o a salir contigo, hacedos meses, me habría partido de risa en su cara… O se la habría partido de unahostia… Cualquiera de las dos cosas.Sonríe y me coge la cara entre las manos.—Eres un amor —lo pincho, y lo abrazo—. Aunque es un gran alivio tener unsitio sólo para nosotros. No más fiestas, ni compañeros de habitación, ni duchascomunitarias.—Y nuestra propia cama —añade con ojos brillantes—. Tendremos quecomprar cosas como platos y demás.Le pongo la mano en la frente.—¿Te encuentras bien? —Sonrío—. Hoy estás de lo más colaborador.Me aparta la mano y me la besa.—Sólo quiero estar seguro de que estás contenta aquí. Quiero que te sientascomo en casa… conmigo.—Y ¿qué hay de ti? ¿Te sientes en casa?—Para mi sorpresa, sí —responde asintiendo con la cabeza y mirandoalrededor.—Deberíamos ir a por mis cosas —digo—. No tengo mucho, sólo algunoslibros y mi ropa.Mueve la mano como si hubiera hecho un truco de magia.—Ya está hecho.—¿Qué? —pregunto.
- Page 346 and 347: Asiento.—Yo también te tengo gan
- Page 348 and 349: Asiento y se acerca más a mí y ap
- Page 350 and 351: perdiendo. No obstante, sé que mi
- Page 352 and 353: que se casara con él sin decirle q
- Page 354 and 355: con Hardin, escogiendo las cortinas
- Page 356 and 357: Pensaba que… que te estabas arrep
- Page 358 and 359: educada, igual que él. ¿Por qué
- Page 360 and 361: CAPÍTULO 81Hardin se marcha despu
- Page 362 and 363: Decidimos ir al centro comercial a
- Page 364 and 365: —¿Qué te pasa? —Es obvio que
- Page 366 and 367: CAPÍTULO 82Cuando llegamos a la re
- Page 368 and 369: —No, nunca.—¿Por qué no?—No
- Page 370 and 371: Frunce el ceño pero se recupera r
- Page 372 and 373: CAPÍTULO 83Hardin ve a Jace al mis
- Page 374 and 375: chicas, entre ellas Steph, pero por
- Page 376 and 377: que nadie pueda protestar.—Vuelve
- Page 378 and 379: común y espeto:—Ya juego y o.—
- Page 380 and 381: CAPÍTULO 84Me echo hacia atrás ap
- Page 382 and 383: —No lo creo —le digo. No soport
- Page 384 and 385: —Yo… A veces pierdo el control.
- Page 386 and 387: aparto.—Voy a correrme… —me d
- Page 388 and 389: acostumbre. No tengo ni idea de cu
- Page 390 and 391: —¡Buenas noches! —gruño muert
- Page 392 and 393: aunque ya sé la respuesta.—No,
- Page 394 and 395: encima. Noah es el único que siemp
- Page 398 and 399: —Te he traído tus cosas de tu ha
- Page 400 and 401: devoramos la deliciosa pizza, aunqu
- Page 402 and 403: —Perdona. —Me mira.—¿Por…?
- Page 404 and 405: Hardin se niega a levantarse y sól
- Page 406 and 407: tirar de él para poder besarme en
- Page 408 and 409: CAPÍTULO 89Cuando me despierto, ta
- Page 410 and 411: —Su comida estará lista dentro d
- Page 412 and 413: haber cedido.—No sé si se te ha
- Page 414 and 415: peleas… Incluso las pesadillas. O
- Page 416 and 417: conozco, siento que soy y o la que
- Page 418 and 419: CAPÍTULO 91Llevamos por lo menos m
- Page 420 and 421: —¿Te parece bien? —Me destapo
- Page 422 and 423: —No hables así de él —mascull
- Page 424 and 425: has hecho, y no hay nada, y quiero
- Page 426 and 427: como para que ese plan le funcione.
- Page 428 and 429: pero hoy no quiero pensar en eso.Me
- Page 430 and 431: —¡Tú! —digo, y enarca las cej
- Page 432 and 433: disfrutar de este momento tan tiern
- Page 434 and 435: —¿Hardin? ¿Eres tú? —dice en
- Page 436 and 437: —A mí también —le aseguro.La
- Page 438 and 439: CAPÍTULO 94—¿Dónde está Lando
- Page 440 and 441: amigos de Hardin, nadie sabe que no
- Page 442 and 443: —Sí —gimo.La sensación de que
- Page 444 and 445: él. Habla de cosas triviales mient
CAPÍTULO 87
Hardin firma al pie de lo que parece una página infinita antes de pasármela a mí.
Cojo el bolígrafo y firmo antes de darle demasiadas vueltas. « Estamos listos
para dar este paso. Estoy lista para hacer esto» , me repito. Sí, somos jóvenes y
no hace mucho que nos conocemos, pero sé que lo quiero más que a nada y que
él me quiere a mí. Mientras eso no cambie, lo demás irá bien.
—Muy bien. Aquí tenéis las llaves.
Robert, que así es como se llama el hombre porque eso dicen todos los
papeles que acabamos de firmar, nos entrega dos juegos de llaves, se despide de
nosotros y se va.
—Pues… ¿Bienvenida a casa? —dice Hardin en cuanto estamos solos.
Me echo a reír y me acerco a él para que pueda abrazarme.
—Es increíble que ahora vivamos aquí. No parece de verdad. —Mis ojos
examinan la sala de estar.
—Si alguien me hubiera dicho que iba a vivir contigo, o a salir contigo, hace
dos meses, me habría partido de risa en su cara… O se la habría partido de una
hostia… Cualquiera de las dos cosas.
Sonríe y me coge la cara entre las manos.
—Eres un amor —lo pincho, y lo abrazo—. Aunque es un gran alivio tener un
sitio sólo para nosotros. No más fiestas, ni compañeros de habitación, ni duchas
comunitarias.
—Y nuestra propia cama —añade con ojos brillantes—. Tendremos que
comprar cosas como platos y demás.
Le pongo la mano en la frente.
—¿Te encuentras bien? —Sonrío—. Hoy estás de lo más colaborador.
Me aparta la mano y me la besa.
—Sólo quiero estar seguro de que estás contenta aquí. Quiero que te sientas
como en casa… conmigo.
—Y ¿qué hay de ti? ¿Te sientes en casa?
—Para mi sorpresa, sí —responde asintiendo con la cabeza y mirando
alrededor.
—Deberíamos ir a por mis cosas —digo—. No tengo mucho, sólo algunos
libros y mi ropa.
Mueve la mano como si hubiera hecho un truco de magia.
—Ya está hecho.
—¿Qué? —pregunto.