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After - Anna Todd

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paredes.

—Tessa —sonrío y lo corrijo mientras Hardin disimula una sonrisa.

—Encantado de conocerte. ¿Firmamos?

—No, quiere verlo primero —replica Hardin en tono cortante—. ¿Por qué iba

a firmar sin haberlo visto?

El pobre hombre traga saliva y asiente.

—Faltaría más. Acompañadme —dice señalando el pasillo.

—Pórtate bien —le susurro a Hardin mientras los tres nos dirigimos hacia el

ascensor.

—No. —Sonríe y me aprieta la mano.

Lo miro y su sonrisa llena de hoyuelos se hace más amplia. El hombre me

habla de lo bonitas que son las vistas, y dice que éste es uno de los mejores

edificios de apartamentos que hay en la zona y también de los más diversos.

Asiento educadamente y Hardin permanece en silencio mientras bajamos del

ascensor. Me sorprende el contraste entre el vestíbulo y el pasillo. Es como si

estuviéramos en otro edificio… En otra época.

—Es aquí —dice el hombre abriendo la primera puerta—. En esta planta sólo

hay cinco apartamentos, por lo que tendréis mucha intimidad.

Hace un gesto para que pasemos, pero aparta la vista cuando Hardin lo mira.

No hay duda: Hardin lo intimida. No lo culpo, pero es divertido verlo.

Me oigo a mí misma ahogar una exclamación de sorpresa. El suelo es de

hormigón impreso, a excepción de un enorme cuadrado de madera que imagino

que será la sala de estar. Las paredes son de ladrillo, preciosas; antiguas y

estropeadas, pero perfectas. Las ventanas son gigantes y el mobiliario es antiguo

pero está limpio. Si pudiera diseñar el apartamento perfecto, diseñaría uno igual

que éste. Es como un recuerdo del pasado pero absolutamente moderno.

Hardin me observa con atención mientras yo lo miro todo y entro en las otras

habitaciones. La cocina es pequeña y tiene unos azulejos multicolores encima del

fregadero que le dan un aire divertido y alternativo. Me gusta todo de este

apartamento. El vestíbulo me tenía asustada y creía que iba a odiar este lugar.

Pensé que iba a ser un apartamento recargado y carísimo, y me encanta que no

lo sea. El baño es pequeño pero lo bastante grande para los dos, y el dormitorio es

tan perfecto como el resto. Tres de las paredes son de ladrillo rojo antiguo, y la

cuarta es una librería que va del suelo al techo. Tiene una escalera y todo, y no

puedo evitar echarme a reír porque siempre imaginé que tendría un apartamento

igual que éste cuando terminara la facultad. No pensé que lo encontraría tan

pronto.

—Vamos a llenar la estantería. Yo tengo muchos libros —musita Hardin

nervioso.

—Pues… yo… —empiezo a decir.

—No te gusta, ¿verdad? Pensé que te gustaría. Parecía perfecto para ti.

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