After - Anna Todd

02.05.2023 Views

que nadie pueda protestar.—Vuelve arriba, por favor —me dice Hardin en voz baja para que nadie máspueda oírlo.—Si te vienes conmigo —respondo.—Vale, vámonos.Pero en cuanto nos ponemos en pie, el círculo nos abuchea.—¿Adónde vas, Scott? —pregunta uno de los tíos.—Arriba.—Venga, tío, hace meses que no te vemos el pelo. Quédate un rato más.Hardin me mira y me encojo de hombros.—Bueno, vale —cede él conduciéndome de vuelta a la piedra—. Enseguidavuelvo —me dice—. Y esta vez no te muevas de aquí. Va en serio.Pongo los ojos en blanco. Es irónico que me deje sola con los que en teoríason los más macarras de toda la fiesta.—¿Adónde vas? —pregunto antes de que se marche.—A por una copa. Es probable que tú necesites una también.Sonríe y entra en la casa.Me quedo mirando el cielo y el foso para el fuego e intento evitarconversaciones incómodas. No da resultado.—Entonces ¿desde cuándo conoces a Hardin? —me pregunta Ronnieechándose un trago al gaznate.—Desde hace unos meses —respondo educadamente.Ronnie tiene algo que me tranquiliza; no me pone en alerta roja como Jace.—Vamos, que no hace mucho —dice.—No, supongo que no. No mucho. ¿Cuánto hace que lo conoces tú? —pregunto.Voy a aprovechar la ocasión para reunir toda la información que pueda sobreHardin.—Desde el año pasado.—¿Dónde os conocisteis? —añado, aunque intento no parecer demasiadointeresada.—En una fiesta. Bueno, en muchas fiestas —se ríe.—Entonces ¿sois amigos?—Pero qué curiosona eres —interviene el tío del pelo negro.—Mucho —respondo, y se echa a reír.Bueno, al fin y al cabo, tampoco parecen tan terribles como decía Hardin.Por cierto, ¿dónde demonios se habrá metido?Regresa al poco con Jace y tres chicas detrás. Pero ¿a qué viene esto? Jace yHardin están hablando, a lo suy o. Jace le da entonces una palmada en la espalday los dos se echan a reír.Hardin lleva dos vasos de plástico rojos, uno en cada mano. Es un alivio que

Molly no esté en el grupo de chicas que caminan detrás. Se sienta a mi lado y mededica una mirada juguetona. Al menos parece estar un poco más relajado queantes.—Toma —me dice, y me da uno de los vasos.Lo miro un instante antes de aceptarlo. Una copa no va a hacerme daño.Reconozco el sabor al instante. Es lo que estuvimos bebiendo la noche en que Zedy yo nos besamos. Hardin se me queda mirando y me relamo para recogerhasta la última gota de bebida.—Ahora y a tenemos suficientes chicas —dice Jace señalando a las reciénllegadas.Las miro y tengo que contenerme para no juzgarlas. Llevan unas faldasminúsculas y unas camisetas idénticas, salvo por los colores. La de la camisetarosa me sonríe, así que decido que es la que mejor me cae.—Tú no juegas —me susurra Hardin al oído.Quiero decirle que haré lo que me dé la gana, pero se me acerca y me rodeala cintura con el brazo. Levanto la vista sorprendida pero él se limita a sonreír.—Te quiero —me susurra. Tiene los labios fríos, y me estremezco.—Vale, y a sabéis todos cómo va esto —dice Jace—. Tenemos que juntarnosen un círculo un poco más pequeño. Pero primero, que empiece la fiesta.Se ríe muy satisfecho y se saca algo blanco del bolsillo. También vuelve ahacer acto de presencia el mechero, con el que enciende el pequeño canutoblanco.—Es hierba —me dice Hardin en voz baja.Me lo había imaginado, aunque nunca antes había visto marihuana. Asiento yobservo a Jace llevarse el porro a los labios y darle una buena calada antes depasárselo a Hardin. Él niega con la cabeza rechazándolo. Ronnie lo coge, inhalacon todas sus fuerzas y se pone a toser.—¿Tessa? —dice luego ofreciéndomelo.—No, gracias —respondo acurrucándome contra Hardin.—Hora de jugar —anuncia una de las chicas, y saca algo del bolso mientrastodos mueven las piedras en las que estaban sentados y forman un círculo máspequeño en el césped.—¡Venga, Hardin! —gruñe Jace, pero él niega con la cabeza.—Estoy bien así, tío —contesta.—Nos falta una chica, a menos que prefieras arriesgarte a que Dan te metala lengua hasta la campanilla —dice Ronnie entre risas.Dan debe de ser el tío del pelo negro. Un pelirrojo calladito con una barbamuy densa le pega una calada al porro y se lo devuelve a Jace. Me termino micopa y voy a por la de Hardin. Él levanta una ceja pero deja que la coja.—Voy a buscar a Molly. Se apunta fijo —dice la chica de la camiseta rosa.Nada más oír su nombre, el odio que siento hacia ella supera mi sentido

Molly no esté en el grupo de chicas que caminan detrás. Se sienta a mi lado y me

dedica una mirada juguetona. Al menos parece estar un poco más relajado que

antes.

—Toma —me dice, y me da uno de los vasos.

Lo miro un instante antes de aceptarlo. Una copa no va a hacerme daño.

Reconozco el sabor al instante. Es lo que estuvimos bebiendo la noche en que Zed

y yo nos besamos. Hardin se me queda mirando y me relamo para recoger

hasta la última gota de bebida.

—Ahora y a tenemos suficientes chicas —dice Jace señalando a las recién

llegadas.

Las miro y tengo que contenerme para no juzgarlas. Llevan unas faldas

minúsculas y unas camisetas idénticas, salvo por los colores. La de la camiseta

rosa me sonríe, así que decido que es la que mejor me cae.

—Tú no juegas —me susurra Hardin al oído.

Quiero decirle que haré lo que me dé la gana, pero se me acerca y me rodea

la cintura con el brazo. Levanto la vista sorprendida pero él se limita a sonreír.

—Te quiero —me susurra. Tiene los labios fríos, y me estremezco.

—Vale, y a sabéis todos cómo va esto —dice Jace—. Tenemos que juntarnos

en un círculo un poco más pequeño. Pero primero, que empiece la fiesta.

Se ríe muy satisfecho y se saca algo blanco del bolsillo. También vuelve a

hacer acto de presencia el mechero, con el que enciende el pequeño canuto

blanco.

—Es hierba —me dice Hardin en voz baja.

Me lo había imaginado, aunque nunca antes había visto marihuana. Asiento y

observo a Jace llevarse el porro a los labios y darle una buena calada antes de

pasárselo a Hardin. Él niega con la cabeza rechazándolo. Ronnie lo coge, inhala

con todas sus fuerzas y se pone a toser.

—¿Tessa? —dice luego ofreciéndomelo.

—No, gracias —respondo acurrucándome contra Hardin.

—Hora de jugar —anuncia una de las chicas, y saca algo del bolso mientras

todos mueven las piedras en las que estaban sentados y forman un círculo más

pequeño en el césped.

—¡Venga, Hardin! —gruñe Jace, pero él niega con la cabeza.

—Estoy bien así, tío —contesta.

—Nos falta una chica, a menos que prefieras arriesgarte a que Dan te meta

la lengua hasta la campanilla —dice Ronnie entre risas.

Dan debe de ser el tío del pelo negro. Un pelirrojo calladito con una barba

muy densa le pega una calada al porro y se lo devuelve a Jace. Me termino mi

copa y voy a por la de Hardin. Él levanta una ceja pero deja que la coja.

—Voy a buscar a Molly. Se apunta fijo —dice la chica de la camiseta rosa.

Nada más oír su nombre, el odio que siento hacia ella supera mi sentido

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