After - Anna Todd

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Abajo, me despido de Ken y de Karern. Hardin se va sin decirles nada. Lesaseguro que Hardin irá a la boda, a pesar del numerito de anoche. Les cuento losucedido con el ordenador y la lámpara pero no le dan mucha importancia.—¿Estás enfadada o qué? —me pregunta Hardin tras diez minutos de silencio.—No, no estoy enfadada, sólo… nerviosa, creo. Noto que algo ha cambiadoentre nosotros y esperaba que todo siguiera siendo como durante el fin desemana.—A mí me parece que sigue igual.—Pues a mí no.—Vas a tener que explicármelo.—Estás otra vez distante, y ahora quieres que te deje en la fraternidad. Yopensaba que estábamos bien.—¿Estás molesta porque tengo cosas que hacer?Ahora que lo dice, me doy cuenta de lo ridícula y obsesiva que parezco.« ¿Por eso estoy preocupada? ¿Porque no va a pasar el día conmigo?»—Puede. —Me río de mi propia estupidez—. Es que no quiero verte tandistante.—No lo estoy … O, al menos, no lo hago a propósito. Siento haberte hechosentir así. —Me pone la mano en el muslo—. Nada va a cambiar, Tessa.Sus palabras me tranquilizan, pero detrás de mi sonrisa sigue habiendo unpoco de incertidumbre.—¿Te apetece venir conmigo? —dice al final.—No, estoy bien. Además, tengo que estudiar.—Vale. Tess, tienes que recordar que esto es nuevo para mí. No estoyacostumbrado a tener en cuenta a otra persona cuando hago planes.—Lo sé.—¿Puedo ir a verte a la residencia cuando haya terminado? O quizápodríamos salir a cenar o algo.Le acaricio la mejilla con la mano y luego lo peino con los dedos.—Estoy bien, de verdad, Hardin. Sólo avísame cuando hayas terminado y y avemos qué hacemos.Cuando paro el coche, me da un beso rápido y se apea.—Te mando un mensaje —dice, y sube los escalones de la malditafraternidad.

CAPÍTULO 73El vacío que noto tras dejar a Hardin es muy raro, y me siento un poco patética.Después del corto trayecto hasta la residencia, me da la impresión de que llevohoras sin verlo. Steph no está en nuestra habitación, y me alegro. Necesitoestudiar y prepararme para mañana, mi primer día en Vance. Tengo que decidirqué voy a ponerme, qué voy a llevarme y qué voy a decir.Saco la agenda y planifico la semana al minuto. Lo siguiente es la ropa. Parami primer día en Vance, la falda negra nueva, blusa roja y tacón negro (no muyalto, sólo un poco más de lo que habría llevado hace dos meses). Es un atuendomuy profesional pero femenino a la vez. Me pregunto si a Hardin le gustará.Para no pensar en él, termino todos los trabajos que tengo que entregar estasemana y adelanto alguno más. Para cuando he acabado, el sol ha desaparecidodel cielo y me muero de hambre, pero la cafetería y a ha cerrado. Hardintodavía no me ha escrito, así que imagino que no tiene pensado verme estanoche.Cojo el monedero y salgo a buscar algo de comer. Recuerdo haber visto unrestaurante chino cerca de la pequeña biblioteca pero, cuando llego, y a estácerrado. Busco el restaurante más cercano y encuentro uno llamado Ice House.Voy para allá. Es pequeño y parece hecho de aluminio, pero tengo hambre y elestómago me ruge sólo de pensar en tener que buscar otro sitio en el que comer.Entro y veo que es más bien un bar en el que sirven comida y, aunque estábastante lleno, consigo encontrar una mesa al fondo.Procuro ignorar la forma en que me mira la gente, que se pregunta qué hagoaquí sola. Siempre como sola. No soy de esas personas que necesitan ir conalguien a todas partes. Hago la compra sola, como sola y he ido sola al cine unascuantas veces cuando Noah no ha podido acompañarme. Nunca me haimportado estar sola… hasta ahora, para ser sincera. Echo de menos a Hardinmás de lo que debería, y me preocupa que no se haya molestado siquiera enescribirme.Pido y, mientras espero a que me sirvan, la camarera me trae una bebidarosa con una sombrilla.—Esto no lo he pedido yo —le digo, pero me lo deja en la mesa de todasformas.—Ha sido él. —Sonríe y ladea la cabeza en dirección a la barra.No sé por qué pienso que es de Hardin y estiro el cuello para mirar. Pero no.Zed me saluda con la mano y una sonrisa deslumbrante. Nate se acerca y se

CAPÍTULO 73

El vacío que noto tras dejar a Hardin es muy raro, y me siento un poco patética.

Después del corto trayecto hasta la residencia, me da la impresión de que llevo

horas sin verlo. Steph no está en nuestra habitación, y me alegro. Necesito

estudiar y prepararme para mañana, mi primer día en Vance. Tengo que decidir

qué voy a ponerme, qué voy a llevarme y qué voy a decir.

Saco la agenda y planifico la semana al minuto. Lo siguiente es la ropa. Para

mi primer día en Vance, la falda negra nueva, blusa roja y tacón negro (no muy

alto, sólo un poco más de lo que habría llevado hace dos meses). Es un atuendo

muy profesional pero femenino a la vez. Me pregunto si a Hardin le gustará.

Para no pensar en él, termino todos los trabajos que tengo que entregar esta

semana y adelanto alguno más. Para cuando he acabado, el sol ha desaparecido

del cielo y me muero de hambre, pero la cafetería y a ha cerrado. Hardin

todavía no me ha escrito, así que imagino que no tiene pensado verme esta

noche.

Cojo el monedero y salgo a buscar algo de comer. Recuerdo haber visto un

restaurante chino cerca de la pequeña biblioteca pero, cuando llego, y a está

cerrado. Busco el restaurante más cercano y encuentro uno llamado Ice House.

Voy para allá. Es pequeño y parece hecho de aluminio, pero tengo hambre y el

estómago me ruge sólo de pensar en tener que buscar otro sitio en el que comer.

Entro y veo que es más bien un bar en el que sirven comida y, aunque está

bastante lleno, consigo encontrar una mesa al fondo.

Procuro ignorar la forma en que me mira la gente, que se pregunta qué hago

aquí sola. Siempre como sola. No soy de esas personas que necesitan ir con

alguien a todas partes. Hago la compra sola, como sola y he ido sola al cine unas

cuantas veces cuando Noah no ha podido acompañarme. Nunca me ha

importado estar sola… hasta ahora, para ser sincera. Echo de menos a Hardin

más de lo que debería, y me preocupa que no se haya molestado siquiera en

escribirme.

Pido y, mientras espero a que me sirvan, la camarera me trae una bebida

rosa con una sombrilla.

—Esto no lo he pedido yo —le digo, pero me lo deja en la mesa de todas

formas.

—Ha sido él. —Sonríe y ladea la cabeza en dirección a la barra.

No sé por qué pienso que es de Hardin y estiro el cuello para mirar. Pero no.

Zed me saluda con la mano y una sonrisa deslumbrante. Nate se acerca y se

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