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After - Anna Todd

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CAPÍTULO 72

Hardin da un portazo justo cuando termino de subir la escalera. Giro el pomo,

esperando encontrarme la puerta de su habitación cerrada, pero se abre.

—Hardin, ¿estás bien? —pregunto sin saber qué otra cosa decir.

Me responde cogiendo la lámpara de la mesilla de noche y estampándola

contra la pared. La base de cristal se hace añicos. Doy un salto y grito sin querer.

De dos zancadas, llega al escritorio, coge el pequeño teclado, lo arranca del

ordenador de sobremesa y lo estrella contra el suelo.

—¡Hardin, para, por favor! —exclamo.

No me mira pero lanza el monitor contra el suelo y empieza a gritar.

—¿Por qué? ¿Por qué, Tessa? ¡Pueden permitirse comprar otro puto

ordenador!

—Tienes razón —digo, y piso el teclado, aplastándolo un poco más.

—Pero ¿qué haces? —pregunta cuando lo cojo y lo estrello de nuevo contra

el suelo.

No estoy muy segura de lo que estoy haciendo, pero el teclado y a está roto y

ahora mismo es lo mejor que se me ocurre.

—Te estoy ayudando —le digo, y la confusión le cruza la mirada.

Luego parece que va a echarse a reír. Cojo el monitor y lo arrojo por tierra.

Lo levanto otra vez, sonríe y me detiene antes de que lo vuelva a tirar. Me lo quita

de las manos y lo deja de nuevo sobre el escritorio.

—¿No estás enfadada conmigo por haberle gritado a mi padre? —me

pregunta cogiéndome la cara entre las manos y acariciándome las mejillas con

los pulgares mientras sus ojos verdes se funden con los míos.

—No. Tienes derecho a expresarte. Nunca me enfadaría por eso.

¿Acaba de pelearse con su padre pero lo que lo preocupa es que y o me

enfade con él?

—A menos que estés siendo odioso sin motivo, pero en este caso no es así.

—Vaya… —dice.

Sin embargo, la pequeña distancia que separa nuestros labios es demasiado

tentadora. La acorto y pego la boca a la suy a. De inmediato la abre y el beso se

vuelve más profundo. Mis dedos se enroscan en su pelo, gime y yo tiro con más

fuerza. La ira se desvanece como una ola al llegar a la orilla. Lo empujo

ligeramente y me vuelve para que me apoy e en el escritorio. Me coge de las

caderas y me sienta encima.

« Soy su distracción.»

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