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After - Anna Todd

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CAPÍTULO 69

Me despierto con los suaves ronquidos de Hardin, que tiene los labios en mi oreja.

Tengo la espalda pegada a su pecho y él me rodea la cintura con las piernas. Los

recuerdos de anoche me hacen sonreír antes de que el pánico sofoque la euforia.

¿Sentirá lo mismo el día después? ¿O me torturará y se mofará de mí por

haberme ofrecido a él anoche? Me vuelvo lentamente para mirarlo, para

examinar sus rasgos perfectos mientras su sempiterno ceño fruncido permanece

relajado por el sueño. Le paso el dedo índice por el aro de la ceja, luego por el

cardenal de la mejilla. Tiene mejor el labio y los nudillos porque anoche al final

me dejó que se los limpiara bien.

Abre los ojos cuando mis labios acarician los suyos con avidez.

—¿Qué estás haciendo? —me pregunta.

No logro descifrar su tono y eso me pone nerviosa.

—Perdona…, sólo estaba… —No sé qué decir. No sé de qué humor se habrá

despertado después de que anoche nos quedáramos dormidos el uno en brazos del

otro.

—No pares —susurra, y vuelve a cerrar los ojos.

Me quita un peso de encima y sonrío antes de dibujar de nuevo la forma de

sus labios carnosos, con cuidado de no tocarle la herida.

—¿Qué planes tienes para hoy ? —pregunta unos minutos más tarde abriendo

otra vez los ojos.

—Voy a ay udar a Karen con el invernadero —le digo mientras se incorpora.

—¿En serio?

Seguro que se ha enfadado. No le gusta Karen, a pesar de que es una de las

personas más dulces que he conocido.

—Sí —musito.

—Bueno, imagino que no tengo que preocuparme de si vas a gustarle o no a

mi familia. Creo que les caes mejor que y o. —Se ríe, me acaricia la mejilla con

la y ema del pulgar y me estremezco—. El problema es que si sigo viniendo por

aquí mi padre va a pensar que empiezo a aceptarlo —dice con tono de broma

pero una mirada muy seria.

—A lo mejor tu padre y tú podríais pasar un rato juntos mientras Karen y y o

estamos en el jardín —sugiero.

—Ni hablar —protesta—. Regresaré a mi casa, a mi verdadera casa, y

esperaré a que vuelvas.

—Me gustaría que te quedaras. Tal vez tarde, el invernadero va a necesitar

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