After - Anna Todd

02.05.2023 Views

Sus palabras me hacen cosas indecibles, y levanto las caderas suplicandosentirlo.—¿Qué quieres, Tessa? —susurra en el hueco de mi cuello.—A ti —respondo antes de que mi mente procese lo que he dicho.No obstante, sé que es verdad. Quiero a Hardin del modo más básico, másprofundo y elemental posible. Sus dedos se delizan en mi interior con facilidad yecho hacia atrás la cabeza en la almohada mientras entran y salen.—Me encanta mirarte, ver lo bien que puedo hacerte sentir —dice, y yo sóloconsigo gemir en respuesta.Mis manos se aferran a la espalda de su camiseta. Lleva demasiada ropa,pero no consigo formar una frase coherente para pedirle que se la quite. ¿Cómohemos pasado de « Te odio» a « Te quiero» de este modo? Lo mismo da. Loúnico que importa es lo que me está haciendo sentir, lo que me hace sentirsiempre. Su cuerpo se echa sobre el mío y saca la mano de mi pantalón. Protestopor haber perdido su caricia y él sonríe.Me baja los vaqueros y las bragas y señalo su cuerpo, completamentevestido.—Desnúdate —digo, y él se ríe.—Sí, señora —se burla y se quita la camiseta dejando al descubierto su torsotatuado.Quiero recorrer con la lengua todos y cada uno de los trazos de sus tatuajes.Me encanta el símbolo del infinito que lleva justo encima de la muñeca y que nopega para nada con las llamas que hay tatuadas justo debajo.—¿Por qué te lo hiciste? —pregunto dibujando el contorno con la y ema delíndice.—¿El qué? —Está distraído. Sólo tiene manos y ojos para mis tetas.—Este tatuaje. Es muy distinto de los demás. Es mucho más… suave y unpoco… ¿femenino?Sus dedos vagan por mis pechos, se agacha y me clava su erección en lapierna.—Conque femenino, ¿eh?Sonríe y me roza los labios con los suy os antes de apartarse y mirarme conuna ceja en alto.Ya no me interesa el tatuaje ni por qué se lo hizo. Sólo quiero tocarlo, sentir suboca en la mía.Antes de que ninguno de los dos pueda estropear el momento con máspalabras, lo cojo del pelo y le bajo la cabeza. Lo beso un instante en los labiosantes de seguir con su cuello. Tengo experiencia limitada, aunque intensiva, encomplacer a Hardin, pero sé que lo vuelve loco el hueco que tiene justo encimade la clavícula. Se lo lleno de besos ardientes y húmedos y noto cómo se le tensael cuerpo y tiembla cuando levanto las caderas y las aprieto contra él. La

sensación de su pecho desnudo sobre el mío es exquisita. Nuestras pielesdesnudas empiezan a brillar ligeramente por el sudor. Un pequeño movimiento yesto pasará a otro nivel, un nivel al que nunca he estado dispuesta a llegar hastaahora. Los músculos duros de Hardin, que se contraen y se relajan mientras sefrota contra mí jadeando, es más de lo que puedo resistir.—Hardin… —gimo cuando se restriega otra vez contra mí.—¿Sí, nena? —Deja de moverse. Llevo los talones a sus muslos y lo obligo amoverse otra vez. Cierra los ojos—. Joder —gime.—Quiero… —digo.—¿Qué quieres? —Su aliento me quema y cae a fuego sobre mi pielpegajosa.—Quiero…, y a sabes… —digo.De repente me muero de la vergüenza a pesar de lo íntimo de nuestrapostura.—Ah —dice. Deja de moverse y me mira a los ojos. Parece estar librandouna batalla contra sí mismo—. Yo… no sé si es buena idea…« ¿Qué?»—¿Por qué? —exclamo, y lo aparto de un empujón. Ya estamos otra vez.—No… no, nena. Me refiero a hacerlo precisamente esta noche.Me rodea con los brazos, me acuesta a su lado y se tumba junto a mí. Nopuedo mirarlo. Me siento muy humillada.—Eh, mírame —dice sujetándome la barbilla—. Quiero hacerlo, joder, nosabes cuánto lo deseo. Más que nada en el mundo, créeme. Llevo deseandosentirte así desde que te conocí, pero creo… creo que después de todo lo que hapasado hoy y … Sólo quiero que estés lista. Lista del todo, porque cuando lohagamos, estará hecho. No se puede deshacer.Mi humillación disminuy e un poco y lo miro. Sé que tiene razón, sé que tengoque pensarlo bien pero me cuesta creer que mañana mi respuesta sea otra.Debería pensarlo cuando no esté bajo la influencia de su cuerpo desnudorestregándose contra el mío. Es peor que el alcohol cuando corre por mis venas.—No te enfades conmigo, por favor. Sólo piénsalo un poco más y, si estássegura de que quieres hacerlo, te follaré con mucho gusto. Una y otra vez, dondey cuando tú quieras. Quiero…—¡Vale, vale! —Le tapo la boca con la mano.Se ríe contra mi palma y se encoge de hombros. Cuando le quito la mano dela boca me muerde los dedos y me estrecha contra sí.—Creo que debería ponerme algo encima para no ser una tentación —dicecon picardía, y y o me ruborizo.No consigo decidir qué es más sorprendente: si el hecho de que le hayasugerido que nos acostemos o el hecho de que me respete hasta el punto dehaberme rechazado.

Sus palabras me hacen cosas indecibles, y levanto las caderas suplicando

sentirlo.

—¿Qué quieres, Tessa? —susurra en el hueco de mi cuello.

—A ti —respondo antes de que mi mente procese lo que he dicho.

No obstante, sé que es verdad. Quiero a Hardin del modo más básico, más

profundo y elemental posible. Sus dedos se delizan en mi interior con facilidad y

echo hacia atrás la cabeza en la almohada mientras entran y salen.

—Me encanta mirarte, ver lo bien que puedo hacerte sentir —dice, y yo sólo

consigo gemir en respuesta.

Mis manos se aferran a la espalda de su camiseta. Lleva demasiada ropa,

pero no consigo formar una frase coherente para pedirle que se la quite. ¿Cómo

hemos pasado de « Te odio» a « Te quiero» de este modo? Lo mismo da. Lo

único que importa es lo que me está haciendo sentir, lo que me hace sentir

siempre. Su cuerpo se echa sobre el mío y saca la mano de mi pantalón. Protesto

por haber perdido su caricia y él sonríe.

Me baja los vaqueros y las bragas y señalo su cuerpo, completamente

vestido.

—Desnúdate —digo, y él se ríe.

—Sí, señora —se burla y se quita la camiseta dejando al descubierto su torso

tatuado.

Quiero recorrer con la lengua todos y cada uno de los trazos de sus tatuajes.

Me encanta el símbolo del infinito que lleva justo encima de la muñeca y que no

pega para nada con las llamas que hay tatuadas justo debajo.

—¿Por qué te lo hiciste? —pregunto dibujando el contorno con la y ema del

índice.

—¿El qué? —Está distraído. Sólo tiene manos y ojos para mis tetas.

—Este tatuaje. Es muy distinto de los demás. Es mucho más… suave y un

poco… ¿femenino?

Sus dedos vagan por mis pechos, se agacha y me clava su erección en la

pierna.

—Conque femenino, ¿eh?

Sonríe y me roza los labios con los suy os antes de apartarse y mirarme con

una ceja en alto.

Ya no me interesa el tatuaje ni por qué se lo hizo. Sólo quiero tocarlo, sentir su

boca en la mía.

Antes de que ninguno de los dos pueda estropear el momento con más

palabras, lo cojo del pelo y le bajo la cabeza. Lo beso un instante en los labios

antes de seguir con su cuello. Tengo experiencia limitada, aunque intensiva, en

complacer a Hardin, pero sé que lo vuelve loco el hueco que tiene justo encima

de la clavícula. Se lo lleno de besos ardientes y húmedos y noto cómo se le tensa

el cuerpo y tiembla cuando levanto las caderas y las aprieto contra él. La

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