02.05.2023 Views

After - Anna Todd

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

—Nate ha dicho que trajésemos a Steph aquí… —respondo con un hilo de voz

apenas audible. Él se acerca más y suspira sonoramente. Señalo su cama y sus

ojos siguen la dirección de mi mano—. Ha bebido demasiado y Nate ha dicho…

—Ya te he oído la primera vez. —Se pasa la mano por el pelo alborotado,

claramente contrariado.

¿Qué más le da que estemos en su habitación? Un momento…

—¿Perteneces a esta fraternidad? —le pregunto, incapaz de ocultar el tono de

sorpresa de mi voz.

Hardin no tiene para nada el aspecto que imaginaba que tendría un miembro

de una fraternidad.

—Sí, ¿por? —replica, y se acerca otro paso. El espacio que nos separa es

ahora de medio metro y, cuando intento alejarme de él, mi espalda golpea la

biblioteca—. ¿Tanto te sorprende, Theresa?

—Deja de llamarme Theresa.

Me tiene acorralada.

—Es tu nombre, ¿no? —Sonríe con malicia, de repente de mejor humor.

Suspiro y me doy la vuelta, con lo que quedo de cara al muro de libros. No sé

muy bien para qué, pero necesitaba apartarlo de mi vista para no darle una

bofetada. O para no echarme a llorar. Ha sido un día muy largo, así que

probablemente acabaría llorando antes de abofetearlo. Y menudo ridículo haría

entonces.

Me vuelvo otra vez y paso por su lado.

—No puede quedarse aquí —dice.

Cuando me doy la vuelta, veo que tiene el pequeño aro que atraviesa su labio

inferior entre los dientes. ¿Qué lo llevó a perforarse el labio y la ceja? Eso debió

de doler…, aunque el pequeño metal destaca lo carnosos que son sus labios.

—¿Por qué no? Creía que erais amigos.

—Y lo somos —dice—, pero nadie se queda en mi habitación.

Cruza los brazos sobre el pecho y, por primera vez desde que lo conozco,

distingo la forma de uno de sus tatuajes. Es una flor, estampada en medio de su

antebrazo. ¿Hardin con un tatuaje de una flor? El diseño en negro y gris parece

una rosa desde la distancia, pero hay algo que rodea la flor que le arrebata la

belleza e infunde oscuridad a la delicada forma.

Envalentonada y cabreada a la vez, suelto una carcajada.

—Ah…, y a veo. ¿De modo que sólo las chicas que se lo montan contigo

pueden entrar en tu cuarto?

Conforme las palabras salen de mi boca, su sonrisa se va intensificando.

—Ése no era mi cuarto. Pero si lo que intentas decir es que quieres

montártelo conmigo, lo siento, no eres mi tipo —replica.

No sé muy bien por qué, pero sus palabras hieren mis sentimientos. Hardin no

es en absoluto mi tipo, pero y o jamás le diría algo así.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!