After - Anna Todd

02.05.2023 Views

—Joder, no te vay as —dice con la voz cargada de emoción.La cuestión es de qué emoción.—¿Me quieres? —susurra, y con la mano magullada me alza la barbilla.Aparto los ojos de los suy os y asiento muy despacio, esperando que se eche areír en mi cara.—¿Por qué? —Su aliento es como una llamarada en mi piel.Por fin consigo mirarlo a los ojos y veo que parece… ¿asustado?—¿Qué? —pregunto en voz baja.—¿Por qué me quieres?… ¿Cómo es posible que me quieras? —Se le quiebrala voz y me mira fijamente.Siento que las palabras que pronuncie a continuación sellarán mi destino.—¿Cómo es posible que no sepas que te quiero? —pregunto en vez deresponderle.« ¿No cree que lo quiera?» No tengo otra explicación, salvo que lo quiero. Mevuelve loca y me pone furiosa como nadie pero, de alguna manera, me heenamorado de él hasta la médula.—Me dijiste que no me querías y saliste con Zed. Siempre me abandonas;antes me has dejado tirado en el porche a pesar de que te he suplicado que medieras otra oportunidad. Te dije que te quería y me rechazaste. ¿Sabes lo duro quefue para mí? —replica.Debo de estar imaginándome las lágrimas que se le acumulan en los ojos,aunque noto perfectamente sus dedos callosos en mi barbilla.—Lo retiraste antes de que pudiera procesar lo que habías dicho. Has hechotantas cosas para hacerme daño, Hardin… —le digo, y asiente con la cabeza.—Lo sé… Perdóname. Te lo compensaré. Sé que no te merezco, no tengoderecho a pedirte nada, pero…, por favor, dame una oportunidad. No voy aprometerte que no vaya a discutir contigo o que no me enfadaré, pero te prometoque me entregaré a ti por completo. Por favor, déjame intentar ser la personaque necesitas.Parece tan inseguro que me derrito.—Quiero pensar que puede funcionar, pero no sé cómo —respondo—. Ya noshemos hecho mucho daño.Sin embargo, mis ojos me traicionan cuando empiezan a derramar lágrimas.Hardin desliza los dedos por mi cara para interceptarlas. Una lágrima solitariaresbala por su mejilla.—¿Te acuerdas cuando me preguntaste a quién quería más en el mundo? —me dice; su boca está tan sólo a unos centímetros de la mía.Asiento, aunque parece que fue hace siglos y yo creía que no me estabaescuchando.—A ti. Tú eres la persona a la que más quiero en el mundo.Me pilla por sorpresa y pone fin al dolor y a la ira que no me cabían en el

pecho.Antes de permitirme creerlo y de derretirme en sus brazos, le pregunto:—Esto no será uno de tus jueguecitos, ¿verdad?—No, Tessa. Se acabaron los juegos. Tú eres lo único que quiero. Quieroestar contigo, tener una relación de verdad. Eso sí, vas a tener que enseñarmequé demonios significa eso.Se ríe nervioso, y yo me uno gustosamente a él.—Echaba de menos tu risa —señala—, no he podido sacártela a menudo.Quiero hacerte reír, no llorar. Sé que soy bastante difícil…Lo corto pegando los labios a los suy os. Sus besos son apresurados y noto elsabor de la sangre del labio partido. La electricidad recorre mi cuerpo y misrodillas amenazan con dejar de sostenerme. Parece que ha pasado una eternidaddesde la última vez que sentí su boca. Amo a este gilipollas tarado que se odia a símismo, tanto, que me da miedo no poder soportarlo. Me levanta del suelo yenrosca mis muslos en su cintura. Le hundo los dedos en el pelo. Gime en miboca, jadea y me atrae con más fuerza hacia sí. Mi lengua acaricia su labioinferior pero me aparto cuando hace una mueca de dolor.—¿Con quién te has peleado? —le pregunto.Se ríe.—¿Me lo preguntas en este momento?—Sí, quiero saberlo —sonrío.—Siempre haces muchas preguntas. ¿No puedo contestarte luego? —Ponemorritos.—No. Dímelo.—Sólo si te quedas. —Me estrecha con fuerza—. Por favor…—Vale —contesto, y lo beso otra vez, olvidando por completo que le he hechouna pregunta.

pecho.

Antes de permitirme creerlo y de derretirme en sus brazos, le pregunto:

—Esto no será uno de tus jueguecitos, ¿verdad?

—No, Tessa. Se acabaron los juegos. Tú eres lo único que quiero. Quiero

estar contigo, tener una relación de verdad. Eso sí, vas a tener que enseñarme

qué demonios significa eso.

Se ríe nervioso, y yo me uno gustosamente a él.

—Echaba de menos tu risa —señala—, no he podido sacártela a menudo.

Quiero hacerte reír, no llorar. Sé que soy bastante difícil…

Lo corto pegando los labios a los suy os. Sus besos son apresurados y noto el

sabor de la sangre del labio partido. La electricidad recorre mi cuerpo y mis

rodillas amenazan con dejar de sostenerme. Parece que ha pasado una eternidad

desde la última vez que sentí su boca. Amo a este gilipollas tarado que se odia a sí

mismo, tanto, que me da miedo no poder soportarlo. Me levanta del suelo y

enrosca mis muslos en su cintura. Le hundo los dedos en el pelo. Gime en mi

boca, jadea y me atrae con más fuerza hacia sí. Mi lengua acaricia su labio

inferior pero me aparto cuando hace una mueca de dolor.

—¿Con quién te has peleado? —le pregunto.

Se ríe.

—¿Me lo preguntas en este momento?

—Sí, quiero saberlo —sonrío.

—Siempre haces muchas preguntas. ¿No puedo contestarte luego? —Pone

morritos.

—No. Dímelo.

—Sólo si te quedas. —Me estrecha con fuerza—. Por favor…

—Vale —contesto, y lo beso otra vez, olvidando por completo que le he hecho

una pregunta.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!