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After - Anna Todd

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dejado muy claro a sus amigos que le importo una mierda.

—¿No hay nada para comer? —pregunta la chica con su molesta voz.

—Sí, hay un puesto que vende cosas —le digo.

—Hardin, acompáñame a comprar algo de comer —le pide. Él pone los ojos

en blanco pero se levanta.

—¡Tráeme un pretzel, ¿vale?! —le grita Zed sonriendo, y Hardin aprieta la

mandíbula.

« ¿Y a éstos qué les pasa?»

Miro a Zed en cuanto él y la chica desaparecen.

—Oy e, ¿podemos irnos? No me apetece mucho ver a Hardin. No sé si se te

ha olvidado, pero nos odiamos mutuamente. —Intento sonreír y que suene a

medio broma, pero no me sale.

—Sí, claro que sí —me dice.

Nos levantamos y me tiende la mano. La acepto y caminamos agarrados.

Miro a todas partes buscando a Hardin y rezando para no verlo.

—¿Te apetece ir a la fiesta? —me pregunta Zed cuando llegamos al

aparcamiento.

—No, la verdad es que eso tampoco me apetece. —Es el último lugar sobre

la faz de la Tierra al que querría ir.

—Vale, pues si quieres podemos quedar otro… —empieza a decir.

—No, me apetece estar contigo. Sólo que no quiero quedarme aquí ni ir a la

fraternidad —me apresuro a responder.

Parece sorprendido, y sus ojos encuentran los míos.

—Vale… Podemos ir… ¿a mi casa? Si te apetece… Si no, podemos ir a otra

parte. Aunque no se me ocurre ningún otro sitio en esta ciudad.

Se echa a reír y y o también me río.

—Tu casa me parece bien. Te sigo hasta allí.

Durante el tray ecto, no puedo evitar imaginarme la cara de Hardin cuando

vuelva y se encuentre con que nos hemos ido. Él ha aparecido con otra chica, así

que no tiene derecho a enfadarse, aunque eso no me alivia el dolor de estómago.

El apartamento de Zed está justo al salir del campus. Es pequeño pero está

limpio. Me ofrece una copa pero la rechazo porque mi intención es conducir de

vuelta a la residencia esta noche.

Me siento en el sofá y me pasa el mando a distancia de la tele, luego va a la

cocina a por algo de beber.

—Pon lo que quieras. No sé qué programas te gusta ver.

—¿Vives solo? —le pregunto, y asiente con la cabeza.

Me siento un poco rara cuando se instala a mi lado y me rodea la cintura con

el brazo, pero escondo mi nerviosismo detrás de una sonrisa. El móvil de Zed

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