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After - Anna Todd

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un segundo.

Me voy a toda velocidad antes de que alguien se ofrezca a acompañarme.

« Pero ¿qué me pasa?»

Zed es dulce y le gusto de verdad, disfruta de mi compañía, y aun así basta

con que alguien mencione a Hardin para que no pueda dejar de pensar en él.

Doy un paseo rápido alrededor de las gradas y respiro hondo un par de veces

antes de volver con los demás.

—Perdonad, es que hacía… demasiado calor —miento, y vuelvo a sentarme.

Zed ha sacado el móvil, me oculta la pantalla y se lo guarda en el bolsillo. Me

dice que no ocurre nada y nos pasamos una hora charlando con Landon y con

Dakota.

—Me noto un poco cansada. He cogido el avión muy temprano —le dice

Dakota a Landon, que asiente.

—Sí, y o también estoy cansado. Creo que nosotros nos vamos.

Landon se levanta y ay uda a Dakota a ponerse de pie.

—¿Quieres que nosotros nos vay amos también? —me pregunta Zed.

—No, por mí podemos quedarnos. A menos que tú quieras irte.

—Yo estoy a gusto —dice negando con la cabeza.

Nos despedimos de Landon y de Dakota y los vemos desaparecer entre la

multitud.

—¿Por qué hacen la hoguera? —le pregunto a Zed, aunque no estoy muy

segura de que él lo sepa.

—Creo que es para celebrar que se acaba la temporada de fútbol americano

—me dice—. O que está a la mitad, o algo así…

Miro alrededor y por primera vez me doy cuenta de que mucha gente lleva

sudaderas.

—Ah. —Miro de nuevo a Zed—. Ya entiendo —asiento echándome a reír.

—Ya —me dice, y entorna los ojos—. ¿Ése no es Hardin?

Vuelvo la cabeza a toda velocidad. Pues sí, es él, y viene hacia nosotros con

una morena bajita que lleva falda.

Me pego más a Zed. Precisamente por esto no he querido escuchar a Hardin

en el porche: y a se ha buscado a una chica sólo para traerla aquí y jorobarme.

—Hola, Zed —lo saluda ella con una voz muy aguda.

—Hola, Emma.

Zed me pasa el brazo por los hombros. Hardin le lanza una mirada de las que

matan, pero se sienta con nosotros.

Sé que estoy siendo una maleducada por no presentarme a la chica, pero no

puedo evitar que me caiga mal de entrada.

—¿Qué tal va la hoguera? —pregunta Hardin.

—Da calor. Casi ha terminado, o eso creo —contesta Zed.

Hay cierta tensión entre ambos. La noto. No sé a qué se debe; Hardin les ha

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