After - Anna Todd
Karen como Dakota intentan disimular una sonrisa. Es mi oportunidad para dejarde ser el centro de atención—. Dakota, Landon me ha dicho que estabaspensando en ir a estudiar ballet a una escuela de Nueva York, ¿es verdad?Nos cuenta sus planes de trasladarse a la gran ciudad, y Landon parecealegrarse mucho por ella a pesar de lo lejos que van a estar.Cuando termina, él mira el móvil y dice:—Bueno, vamos a tener que irnos. La hoguera no espera a nadie.—¿Por qué? —pregunta Karen—. Bueno, ¡pero al menos llevaos el postre!Landon asiente y la ay uda a poner parte del postre en una fiambrera.—¿Te llevo? —pregunta Hardin, y miro a mi alrededor porque no sé a quiénse dirige—. Te estoy hablando a ti —aclara.—¿Qué? No, tú no vas —le digo.—Sí, sí que voy. Y no puedes impedir que vay a, así que, ya puestos, venteconmigo. —Sonríe y me pone la mano en el muslo.—¿A ti qué te pasa? —inquiero por lo bajo.—¿Podemos hablar fuera? —me pregunta al tiempo que mira a su padre dereojo.—No —susurro.Cada vez que Hardin y y o « hablamos» , acabo hecha un mar de lágrimas.Pero él se pone de pie a toda velocidad, me coge de la mano y tira de míhasta que me levanto.—Estaremos fuera —anuncia, y me arrastra por el pasillo en dirección a lapuerta principal.Una vez fuera, recupero mi brazo de un tirón.—¡Que no me toques!Se encoge de hombros.—Perdona, pero no ibas a venir conmigo por las buenas.—Eso es porque no quiero.—Lo siento. Te pido perdón por todo, ¿vale?Sus dedos juegan con sus labios y yo evito mirarle la boca. Me concentro encómo sus ojos estudian mi expresión.—¿Que lo sientes? No lo sientes, Hardin. Sólo quieres marearme. ¡Déjaloestar! Estoy harta de pelear contigo a todas horas. No puedo seguir así. ¿Es queno tienes a nadie más a quien incordiar? Demonios, si quieres te ay udo a buscar auna pobre chica dulce e inocente para que puedas torturarla a tu gusto, ¡pero a mídéjame en paz!—No es eso lo que quiero. Sé que contigo estoy siempre en plan tira y aflojay no sé por qué lo hago. Pero si me das otra oportunidad, sólo una más, dejaré dehacerlo. He intentado alejarme de ti, pero no puedo. Te necesito…Se mira los pies y se frota las puntas de las botas una con otra.¿Cómo tiene el valor de venirme con ésas? Lo que acaba de decir me ayuda
a contener las lágrimas, y a le he regalado demasiadas a su ego.—¡¿Quieres parar?! ¿Por qué no paras de una vez? ¿No estás cansado de esto?Si me necesitaras, no me tratarías así. Tú mismo lo dijiste: te gusta la emoción dela persecución, ¿recuerdas? No puedes aparecer aquí después de todo y hacercomo si no hubiera pasado nada.—No lo decía en serio. Lo sabes.—O sea, que admites que sólo lo dijiste para hacerme daño. —Le lanzo unamirada asesina e intento mantener la guardia alta.—Sí… —Agacha la cabeza.Me tiene hecha un lío. Me asegura que quiere algo más, luego besa a Molly.Me dice que me quiere y luego lo retira. Y ¿ahora se está disculpando otra vez?—¿Por qué debería perdonarte? Acabas de admitir que hiciste algo sólo paraherirme.—¿Una última oportunidad? Por favor, Tess. Te lo contaré todo —suplica.Casi me creo el dolor que veo en sus ojos cuando me mira.—No puedo —digo—. Tengo que irme.—¿Por qué no puedo acompañarte?—Porque… porque he quedado allí con Zed.Observo cómo cambia su expresión. Parece que va a desmoronarse ante misojos. Tengo que sacar fuerzas de flaqueza para no consolarlo. Pero él se lo habuscado. Aunque de verdad le importe, es demasiado tarde.—¿Zed? ¿Estáis… saliendo juntos? —Lo dice con todo el asco del mundo.—No, ni siquiera lo hemos hablado. Sólo estamos… No lo sé… Estamospasando tiempo juntos.—¿No lo habéis hablado? Y si te pidiera que salieras con él, ¿aceptarías?—No lo sé… —Y es la pura verdad—. Es majo y educado y me trata bien.« ¿Por qué diablos estoy dándole explicaciones?»—Tessa, ni siquiera lo conoces. No sabes…La puerta principal se abre entonces de par en par y aparece un Landonradiante.—¿Listos?Mira a Hardin, que por una vez parece tener la guardia baja y … el corazónroto.Obligo a mis pies a moverse hacia mi coche y conduzco detrás del de Landoncuando saca el suy o a la carretera. No puedo evitar echar la vista atrás y mirar aHardin, que sigue en el porche, viendo cómo me marcho a la hoguera.
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a contener las lágrimas, y a le he regalado demasiadas a su ego.
—¡¿Quieres parar?! ¿Por qué no paras de una vez? ¿No estás cansado de esto?
Si me necesitaras, no me tratarías así. Tú mismo lo dijiste: te gusta la emoción de
la persecución, ¿recuerdas? No puedes aparecer aquí después de todo y hacer
como si no hubiera pasado nada.
—No lo decía en serio. Lo sabes.
—O sea, que admites que sólo lo dijiste para hacerme daño. —Le lanzo una
mirada asesina e intento mantener la guardia alta.
—Sí… —Agacha la cabeza.
Me tiene hecha un lío. Me asegura que quiere algo más, luego besa a Molly.
Me dice que me quiere y luego lo retira. Y ¿ahora se está disculpando otra vez?
—¿Por qué debería perdonarte? Acabas de admitir que hiciste algo sólo para
herirme.
—¿Una última oportunidad? Por favor, Tess. Te lo contaré todo —suplica.
Casi me creo el dolor que veo en sus ojos cuando me mira.
—No puedo —digo—. Tengo que irme.
—¿Por qué no puedo acompañarte?
—Porque… porque he quedado allí con Zed.
Observo cómo cambia su expresión. Parece que va a desmoronarse ante mis
ojos. Tengo que sacar fuerzas de flaqueza para no consolarlo. Pero él se lo ha
buscado. Aunque de verdad le importe, es demasiado tarde.
—¿Zed? ¿Estáis… saliendo juntos? —Lo dice con todo el asco del mundo.
—No, ni siquiera lo hemos hablado. Sólo estamos… No lo sé… Estamos
pasando tiempo juntos.
—¿No lo habéis hablado? Y si te pidiera que salieras con él, ¿aceptarías?
—No lo sé… —Y es la pura verdad—. Es majo y educado y me trata bien.
« ¿Por qué diablos estoy dándole explicaciones?»
—Tessa, ni siquiera lo conoces. No sabes…
La puerta principal se abre entonces de par en par y aparece un Landon
radiante.
—¿Listos?
Mira a Hardin, que por una vez parece tener la guardia baja y … el corazón
roto.
Obligo a mis pies a moverse hacia mi coche y conduzco detrás del de Landon
cuando saca el suy o a la carretera. No puedo evitar echar la vista atrás y mirar a
Hardin, que sigue en el porche, viendo cómo me marcho a la hoguera.