After - Anna Todd

02.05.2023 Views

—¿A qué se refiere?—Bueno, no conozco a Hardin tan bien como querría, pero sé queemocionalmente se cierra a cal y canto. Ken ha pasado muchas noches en velapensando en él. Dice que siempre ha sido un niño infeliz. —Se le humedecen losojos—. Ni siquiera a su madre le decía que la quería.—¿Cómo? —pregunto.—No había manera de que lo dijera. No sé por qué. Ken no recuerda haberlooído decir que los quería ni una sola vez, a ninguno de los dos. Es muy triste, nosólo para él, sino también para Hardin.Se seca los ojos.Para ser alguien que se niega a decirle a nadie que lo quiere, incluso a suspadres, se dio mucha prisa en usar esas palabras en mi contra de un modo odioso.—Es… es un chico difícil de entender —es todo lo que se me ocurre decir.—Sí, sí que lo es. Pero, Tessa, espero que sigas visitándonos aunque las cosasno funcionen entre vosotros.—Por supuesto.Quizá porque nota mi tristeza, Karen cambia de tema y hablamos delinvernadero mientras esperamos a que termine de hacerse la comida yretocamos la mesa. Entonces, de pronto, en mitad de una frase deja de hablar ysonríe de oreja a oreja. Me vuelvo y veo a Landon, que entra en la cocinaseguido de una chica preciosa con el pelo rizado. Sabía que iba a ser un bombón,pero es mucho más bonita de lo que podría haberme imaginado.—Hola, tú debes de ser Tessa —dice en cuanto él abre la boca parapresentarnos.De inmediato se acerca y me abraza, y me cae bien al instante.—Dakota, he oído hablar mucho de ti. ¡Qué alegría conocerte al fin! —ledigo, y me sonríe.Landon no le quita ojo de encima. Dakota le da un fuerte abrazo a Karen y sesienta junto a la encimera.—Nos hemos encontrado a Ken por el camino, estaba echando gasolina.Llegará en cualquier momento —le dice Landon a su madre.—Perfecto. Tessa y y o ya hemos puesto la mesa.Landon va junto a Dakota, le rodea la cintura con el brazo y la conduce a lamesa. Mi sitio está enfrente del suy o. Miro el plato vacío que hay a mi lado.Karen ha insistido en ponerlo por una « cuestión de simetría» , pero me pone unpoco triste verlo. En otra vida, Hardin estaría sentado junto a mí, cogiéndome lamano igual que Landon se la coge a Dakota, y podría contar con él sin miedo alrechazo. Empiezo a desear haber invitado a Zed, aunque sé que habría sido unasituación muy rara… Tener que cenar con dos parejas de tortolitos puede sermucho peor.Entonces entra Ken y me salva de mis pensamientos. Le da a Karen un beso

en la mejilla antes de sentarse.—Qué buena pinta tiene la cena, cariño —dice colocándose la servilleta en elregazo—. Dakota, cada vez que te veo estás más bonita. —Le sonríe y luego memira a mí—. Y Tessa, enhorabuena por las prácticas en Vance. Christian me hallamado y me lo ha contado. Le causaste una inmejorable primera impresión.—Gracias de nuevo por haberlo llamado. Es una oportunidad increíble.Sonrío y nos quedamos en silencio mientras saboreamos el pollo asado deKaren, que es una delicia.—¡Perdón por llegar tarde!El tenedor se me cae de la mano y aterriza en el plato.—¡Hardin! ¡No sabía que ibas a venir! —dice Karen con toda la amabilidaddel mundo, y me mira. Aparto la vista. Ya se me está acelerando el pulso.—Sí. Tessa, ¿no te acuerdas que lo hablamos la semana pasada? —Me lanzasu sonrisa amenazadora y toma asiento a mi lado.« Pero ¿qué mosca le ha picado? ¿Por qué no puede dejarme en paz?»Sé que en parte es culpa mía porque sabe que me saca de quicio, perodisfruta jugando al gato y al ratón. Todo el mundo me mira, así que asiento ycojo el tenedor. Landon parece preocupado, y Dakota, confundida.—Tú debes de ser Delilah —le dice Hardin.—Dakota —lo corrige ella con amabilidad.—Eso, Dakota. Lo mismo da —musita, y le doy un puntapié por debajo de lamesa.Landon le lanza una mirada asesina pero Hardin no parece notarlo. Ken yKaren hablan de lo suyo, igual que Dakota y Landon. Yo me concentro en lacomida que tengo en el plato y pienso en cómo salir de ésta.—Bueno, ¿qué tal tu noche? —me pregunta Hardin haciéndose el inocente.Sabe que no voy a montar una escena y está intentando picarme.—Muy bien —respondo en voz baja.—¿No vas a preguntarme por la mía? —Sonríe con suficiencia.—No —mascullo llevándome otro bocado a la boca.—Tessa, ¿es tu coche ese que he visto fuera? —me pregunta Ken.Asiento.—¡Sí! ¡Por fin tengo coche! —digo con una dosis extra de entusiasmo paraver si todo el mundo se apunta y no tengo que seguir hablando sólo con Hardin.Él enarca una ceja en mi dirección.—¿Desde cuándo?—Desde el otro día —respondo.« Ya sabes, el día en que me dijiste que te iba la emoción de la persecución ytodo eso.»—Ah. ¿De dónde lo has sacado?—De un concesionario de coches de segunda mano —digo, y veo que tanto

en la mejilla antes de sentarse.

—Qué buena pinta tiene la cena, cariño —dice colocándose la servilleta en el

regazo—. Dakota, cada vez que te veo estás más bonita. —Le sonríe y luego me

mira a mí—. Y Tessa, enhorabuena por las prácticas en Vance. Christian me ha

llamado y me lo ha contado. Le causaste una inmejorable primera impresión.

—Gracias de nuevo por haberlo llamado. Es una oportunidad increíble.

Sonrío y nos quedamos en silencio mientras saboreamos el pollo asado de

Karen, que es una delicia.

—¡Perdón por llegar tarde!

El tenedor se me cae de la mano y aterriza en el plato.

—¡Hardin! ¡No sabía que ibas a venir! —dice Karen con toda la amabilidad

del mundo, y me mira. Aparto la vista. Ya se me está acelerando el pulso.

—Sí. Tessa, ¿no te acuerdas que lo hablamos la semana pasada? —Me lanza

su sonrisa amenazadora y toma asiento a mi lado.

« Pero ¿qué mosca le ha picado? ¿Por qué no puede dejarme en paz?»

Sé que en parte es culpa mía porque sabe que me saca de quicio, pero

disfruta jugando al gato y al ratón. Todo el mundo me mira, así que asiento y

cojo el tenedor. Landon parece preocupado, y Dakota, confundida.

—Tú debes de ser Delilah —le dice Hardin.

—Dakota —lo corrige ella con amabilidad.

—Eso, Dakota. Lo mismo da —musita, y le doy un puntapié por debajo de la

mesa.

Landon le lanza una mirada asesina pero Hardin no parece notarlo. Ken y

Karen hablan de lo suyo, igual que Dakota y Landon. Yo me concentro en la

comida que tengo en el plato y pienso en cómo salir de ésta.

—Bueno, ¿qué tal tu noche? —me pregunta Hardin haciéndose el inocente.

Sabe que no voy a montar una escena y está intentando picarme.

—Muy bien —respondo en voz baja.

—¿No vas a preguntarme por la mía? —Sonríe con suficiencia.

—No —mascullo llevándome otro bocado a la boca.

—Tessa, ¿es tu coche ese que he visto fuera? —me pregunta Ken.

Asiento.

—¡Sí! ¡Por fin tengo coche! —digo con una dosis extra de entusiasmo para

ver si todo el mundo se apunta y no tengo que seguir hablando sólo con Hardin.

Él enarca una ceja en mi dirección.

—¿Desde cuándo?

—Desde el otro día —respondo.

« Ya sabes, el día en que me dijiste que te iba la emoción de la persecución y

todo eso.»

—Ah. ¿De dónde lo has sacado?

—De un concesionario de coches de segunda mano —digo, y veo que tanto

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