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After - Anna Todd

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nada que perder—. Me soltaste ese rollo de que querías más y te creí. Me tragué

todo lo que me dijiste, todas las cosas que decías que nunca le habías contado a

nadie… Aunque imagino que también era mentira. Estoy segura de que nada de

eso ha pasado en realidad. —Me encojo de hombros abatida—. Pero ¿sabes qué?

Ni siquiera estoy enfadada contigo. Estoy enfadada conmigo misma por haberte

creído. Sabía cómo eras antes de que empezara a pillarme de ti, y sabía que ibas

a hacerme daño. ¿Cómo fue eso que me dijiste?, ¿que ibas a « destruirme» ? No,

que ibas a « acabar conmigo» … Pues enhorabuena, Hardin. Tú ganas —sollozo.

El dolor le nubla la mirada… Bueno, parece dolor. Probablemente sea que le

hago gracia.

Me da igual ganar o perder o jugar a todos estos jueguecitos absurdos. Doy

media vuelta y echo a andar otra vez hacia la casa; seguro que allí podré

encontrar a alguien que me preste su móvil para llamar a Landon o conseguir

que alguien me lleve a la residencia.

—¿Adónde vas? —pregunta.

Me duele que no tenga nada que decir, que no me haya ofrecido una

explicación. Sólo me ha confirmado lo que y o ya sabía, que no tiene corazón.

Camino más deprisa, ignorándolo. Me sigue, me llama un par de veces pero

me niego a dejarme engatusar de nuevo por su voz.

Cuando llego a los escalones de la entrada de la fraternidad, me encuentro

con el pelo rosa de Molly.

—¡Anda, mira, si te está esperando y todo. Sois perfectos el uno para el otro!

—le grito a Hardin sin volver la vista atrás.

—No es verdad, y lo sabes —ruge él.

—Lo único que sé es que no sé nada —replico subiendo los peldaños de dos

en dos.

Zed aparece entonces en la puerta y corro a su lado.

—¿Me dejas usar tu móvil, por favor? —le suplico, y él asiente.

—¿Te encuentras bien? He salido a buscarte pero no te he visto —me dice.

Hardin se planta delante de nosotros mientras yo llamo a Landon y le pido

que venga a recogerme. Zed y Hardin se miran a la cara un segundo cuando me

oy en pronunciar el nombre de Landon, luego Zed desvía la mirada de Hardin y

me mira a mí.

—¿Va a venir? —pregunta en tono preocupado.

—Sí, llegará dentro de unos minutos. Gracias por prestarme el móvil —le

digo ignorando a Hardin.

—No hay de qué. ¿Quieres que me quede a esperarlo contigo? —añade.

—No, yo me quedo con ella —interviene Hardin con la voz cargada de

veneno.

—Me encantaría que te quedaras, Zed —digo, y empiezo a bajar los

escalones con él.

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