After - Anna Todd

02.05.2023 Views

—¿Verdad o desafío? —dice Steph.—Verdad —contesta.Ella pone los ojos en blanco.—Nenaza. —Su colorido lenguaje nunca deja de sorprenderme—. Vale…¿Es verdad que la semana pasada orinaste en el armario de Tristan? —pregunta,y todos se echan a reír menos y o. No tengo ni idea de qué están hablando.—¡No! ¡Tíos, y a os he dicho que no fui y o! —gruñe, y todo el mundo separte de la risa.Zed me mira y me guiña un ojo entre las carcajadas de todos.No me había dado cuenta antes, pero está bueno. Está muy bueno.—¿Juegas, Tessa? —me pregunta Steph.Asiento. Levanto la vista para ver a Hardin y compruebo que me estámirando. Le sonrío y vuelvo a mirar a Zed. El ceño fruncido de Hardin me aliviaun poco la presión que siento en el pecho. Debería sentirse tan mal como y o.—Vale, ¿verdad o desafío? —pregunta Molly.Cómo no, tenía que ser ella la que me retara.—Desafío —digo con valentía. Sólo Dios sabe lo que me hará hacer.—Te reto a que beses a Zed.Se oyen algunas risitas nerviosas y gritos quedos.—Ya sabemos lo que opina de los besos; elige a otra persona —mascullaHardin.—No pasa nada —replico. Si quiere jugar, jugaremos.—No creo que… —insiste él.—Cierra el pico, Hardin —interviene Steph, y me infunde valor con susonrisa.No me puedo creer que hay a accedido a besar a Zed, y eso que es uno de loshombres más atractivos que he visto. Sólo he besado de verdad a Noah y aHardin; imagino que Johnny en tercero de primaria no cuenta, más que nada,porque sabía a pegamento.—¿Estás segura? —me pregunta Zed. Está intentando parecer preocupado,pero veo en sus rasgos perfectos que no le disgusta la idea.—Segura —digo.Cojo otra copa y me obligo a no mirar a Hardin, no sea que cambie deopinión. Todas las miradas están puestas en nosotros. Zed se me acerca parabesarme. Está frío por el hielo de su copa, y su lengua sabe a zumo de cereza.Sus labios son suaves y firmes a la vez, y su lengua se mueve con destreza con lamía. Noto ese calor en el vientre, no tan intenso como con Hardin, pero es tanagradable que cuando Zed me coge de la cintura, los dos nos ponemos de rodillaspara…—¡Eh, y a está bien, joder!… Ha dicho que os beséis, no que echéis un polvodelante de todo el mundo —protesta Hardin.

Molly le dice que se calle.Lo miro. Está enfadado, más que enfadado. Él se lo ha buscado.Me separo de Zed y noto que se me sonrojan las mejillas cuando todo elmundo se nos queda mirando. Steph levanta dos hermosos pulgares en midirección pero yo agacho la cabeza. Zed parece estar muy contento y yo mesiento avergonzada pero más que satisfecha con la reacción de Hardin.—Tessa, te toca retar a Tristan —dice Zed.Tristan elige desafío, así que le lanzo el reto menos imaginativo posible y lodejo seguir a él.—Zed, ¿verdad o desafío? —pregunta Tristan.Me termino la bebida y, cuanto más bebo, más se adormecen mis emociones.—Desafío —responde Zed, y Steph le susurra a Tristan al oído algo que lohace sonreír.—Te reto a que te lleves a Tessa diez minutos arriba —dice Tristan, y y o meatraganto. Esto y a es pasarse.—¡Muy bueno! —exclama Molly, y se ríe a mi costa.Zed me mira como preguntándome si me parece bien. Sin pensar, me pongoen pie y le cojo la mano. Parece tan sorprendido como los demás, pero selevanta.—Esto no es Verdad o desafío —suelta Hardin—, esto es… Eh… Puf, esto esuna gilipollez.—Y ¿qué más da? Los dos están solteros y es divertido. ¿A ti qué te importa?—le espeta Molly.—A mí… me da igual. Sólo que creo que es ridículo —replica Hardin, y meduele el pecho otra vez.Salta a la vista que no tiene pensado decirles a sus amigos que somos…, queéramos… lo que fuéramos. Me ha estado utilizando todo el tiempo, sólo he sidouna más para él. He sido una tonta, una tonta de campeonato, por creer locontrario.—Bueno, por suerte no es asunto tuy o, Hardin —salto, y me llevo a Zed de lamano.« ¡Toma ya!» , « ¡Joder!» , oigo decir a algunos, y Hardin les suelta unimproperio mientras Zed y y o hacemos mutis por el foro.Encontramos un dormitorio cualquiera al subir la escalera, él cierra la puertay enciende la luz.Ahora que estoy lejos de Hardin empieza a ponerme muy muy nerviosaestar a solas con Zed. Por muy enfadada que esté, no quiero liarme con él.Bueno, no es que no quiera, es que no sé si debo. No soy esa clase de chica.—¿Qué quieres hacer? —pregunto con vocecita chillona.Se echa a reír y me lleva a la cama.« Ay, madre.»

—¿Verdad o desafío? —dice Steph.

—Verdad —contesta.

Ella pone los ojos en blanco.

—Nenaza. —Su colorido lenguaje nunca deja de sorprenderme—. Vale…

¿Es verdad que la semana pasada orinaste en el armario de Tristan? —pregunta,

y todos se echan a reír menos y o. No tengo ni idea de qué están hablando.

—¡No! ¡Tíos, y a os he dicho que no fui y o! —gruñe, y todo el mundo se

parte de la risa.

Zed me mira y me guiña un ojo entre las carcajadas de todos.

No me había dado cuenta antes, pero está bueno. Está muy bueno.

—¿Juegas, Tessa? —me pregunta Steph.

Asiento. Levanto la vista para ver a Hardin y compruebo que me está

mirando. Le sonrío y vuelvo a mirar a Zed. El ceño fruncido de Hardin me alivia

un poco la presión que siento en el pecho. Debería sentirse tan mal como y o.

—Vale, ¿verdad o desafío? —pregunta Molly.

Cómo no, tenía que ser ella la que me retara.

—Desafío —digo con valentía. Sólo Dios sabe lo que me hará hacer.

—Te reto a que beses a Zed.

Se oyen algunas risitas nerviosas y gritos quedos.

—Ya sabemos lo que opina de los besos; elige a otra persona —masculla

Hardin.

—No pasa nada —replico. Si quiere jugar, jugaremos.

—No creo que… —insiste él.

—Cierra el pico, Hardin —interviene Steph, y me infunde valor con su

sonrisa.

No me puedo creer que hay a accedido a besar a Zed, y eso que es uno de los

hombres más atractivos que he visto. Sólo he besado de verdad a Noah y a

Hardin; imagino que Johnny en tercero de primaria no cuenta, más que nada,

porque sabía a pegamento.

—¿Estás segura? —me pregunta Zed. Está intentando parecer preocupado,

pero veo en sus rasgos perfectos que no le disgusta la idea.

—Segura —digo.

Cojo otra copa y me obligo a no mirar a Hardin, no sea que cambie de

opinión. Todas las miradas están puestas en nosotros. Zed se me acerca para

besarme. Está frío por el hielo de su copa, y su lengua sabe a zumo de cereza.

Sus labios son suaves y firmes a la vez, y su lengua se mueve con destreza con la

mía. Noto ese calor en el vientre, no tan intenso como con Hardin, pero es tan

agradable que cuando Zed me coge de la cintura, los dos nos ponemos de rodillas

para…

—¡Eh, y a está bien, joder!… Ha dicho que os beséis, no que echéis un polvo

delante de todo el mundo —protesta Hardin.

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