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After - Anna Todd

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las manos.

« No se referirá a lo que creo, ¿no?»

—¿Pillar qué? ¿Qué es lo que no entiendo, Hardin?

—Que te deseo. Más de lo que he deseado nada ni a nadie en toda mi vida. —

Aparta la vista.

Se me encoge el estómago una y otra vez, y la cabeza comienza a darme

vueltas. El aire empieza a correr entre nosotros de nuevo. La espontánea

declaración de Hardin me deja de piedra. Porque y o también lo deseo. Más que

a nada.

—Sé que tú no… que tú no sientes lo mismo, pero… —comienza a decir, pero

esta vez soy y o la que lo interrumpe.

Le separo las manos de las rodillas y tiro de ellas para atraerlo hacia mí. Él se

inclina sobre mí con una mirada de incertidumbre en sus ojos verdes. Engancho

un dedo en el cuello de su camiseta y lo pego a mí. Cara a cara. Apoya una

rodilla junto a mis piernas en el banco, y yo vuelvo a mirarlo a los ojos. Respira

hondo un par de veces mientras su mirada alterna entre mis labios y mis ojos. Se

pasa la lengua por el labio inferior, y me aproximo a él poco a poco. Esperaba

que ya me hubiera besado.

—Bésame —le ruego.

Y sigue acercando la cabeza, recostándose sobre mí, y me recorre la espalda

con el brazo para que me tumbe, hasta que tengo la espalda completamente

apoy ada en el acolchado banco del ventanal. Separo las piernas para él, por

segunda vez en el día de hoy, y él se coloca entre ellas. Su cara está a escasos

centímetros de la mía cuando levanto la cabeza para besarlo. No puedo esperar

más. Cuando nuestros labios entran en contacto, se aparta un poco, me acaricia el

cuello con la nariz y deposita un pequeño beso en él para después volver a

acercar los labios a los míos lentamente. Me besa la comisura de la boca, el

mentón, y me provoca escalofríos de placer por todo el cuerpo. Sus labios

acarician los míos de nuevo mientras pasa la lengua por mi labio inferior antes de

cerrar la boca contra la mía y volver a abrirla. El beso es suave y lento, y hace

girar la lengua alrededor de la mía. Una de sus manos descansa en mi cadera

aferrada al vestido, que se me ha subido por encima de los muslos. Con la otra

mano me acaricia la mejilla mientras me besa; y o tengo los brazos cruzados a su

espalda y lo abrazo con fuerza. Cada fibra de mi ser quiere morderle los labios,

quitarle la camiseta, pero su suave y tierna forma de besarme me hace sentir

incluso mejor que con el calentón habitual.

Los labios de Hardin se amoldan a los míos, y yo deslizo las manos por su

espalda. Sus estrechas caderas se mecen contra las mías, y un gemido escapa de

mis labios. Él amortigua mis jadeos con la boca.

—Tessa, me encanta lo que me haces…, cómo me haces sentir —susurra

contra mis labios.

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