After - Anna Todd
y tropiezo con algo. Él me sujeta, pero me agarro a una silla del patio en su lugar.No quiero ni necesito su ay uda.Al levantar la vista, noto que parece agotado. También lo percibo en su vozcuando dice por lo bajo:—Tienes razón.—Ya lo sé. —Y me aparto de él.A una velocidad que no esperaba, me agarra de la muñeca y tira de mí haciasu pecho. Me apoy o contra él sin dudarlo, con unas ganas tremendas de tocarlo.No obstante, he aprendido la lección: siento la alarma en los latidos de micorazón, acelerado bajo mi pecho. Me pregunto si Hardin también puede oírlos, onotar mi pulso en su mano. Su mirada está cargada de rabia, y sé que la mía esun reflejo de la suya.Sin previo aviso, estampa los labios contra los míos, y el ímpetu de su bocame resulta casi doloroso. Su reacción está tan movida por la desesperación y eldeseo que estoy perdida. Perdida por Hardin. Perdida en el salado sabor de mislágrimas en nuestros labios, perdida en sus dedos enroscados en mi pelo. Deslizalas manos desde mi cabeza hasta mi cintura, y me levanta hasta la barandilla delporche. Separo las piernas para él, y se coloca entre ellas sin despegar un soloinstante la boca de la mía. Nos enredamos el uno en el otro en una ola de calor ygemidos. Mis dientes rozan su labio inferior, lo que lo hace gruñir y apretarmeaún más contra sí.Entonces, la puerta trasera chirría al abrirse, acabando así con la magia. Almirar hacia allí, me horroriza encontrarme con la dulce mirada de Landon. Se hapuesto rojo, y tiene los ojos muy abiertos. Aparto a Hardin de un empujón, saltode la barandilla y me coloco bien el vestido en cuanto toco el suelo.—Landon, yo… —empiezo a decir.Él me muestra la palma de la mano para acallarme y se acerca a nosotros.La respiración de Hardin es tan pesada que juro que retumba entre la casa y losárboles. Tiene las mejillas encendidas, y una mirada apasionada.—No lo entiendo. Pensaba que os odiabais mutuamente, pero mira pordónde… Tienes novio, Tessa, no me esperaba esto de ti. —Las palabras deLandon son duras, pero el tono de su voz es suave.—No es lo que… No sé qué es. —Hago un gesto entre Hardin y y o. Élpermanece en silencio, de lo cual me alegro—. Noah lo sabe, bueno…, lo deantes. Iba a decírtelo, pero no quiero que cambie tu forma de verme —replicocasi a modo de disculpa.—No sé qué pensar… —dice Landon, y vuelve a entrar en la casa.Y entonces, como sacado de una película, el estallido de un trueno atraviesael aire.—Parece que va a haber tormenta —comenta Hardin estudiando el cielo, queha empezado a oscurecerse. A pesar de estar tan alterado, su voz suena tranquila.
—¿Tormenta? Landon acaba de pillarnos… besándonos —digo mientrassiento cómo la pasión entre nosotros va desapareciendo poco a poco.—No te preocupes por él —repone.Lo miro y espero ver en él una expresión engreída, pero no hay ni rastro.Lleva una mano a mi espalda y me la frota suavemente.—¿Quieres volver a entrar o prefieres que te lleve a casa? —pregunta.Es alucinante la velocidad a la que su estado de ánimo puede pasar de la ira aldeseo o a la calma.—Me gustaría entrar y terminar de cenar. ¿Qué quieres hacer tú?—Supongo que volver a entrar; la comida está bastante buena —dicesonriendo, y yo suelto una risita—. Es un sonido adorable —señala, y nuestrasmiradas se encuentran.—Ahora estás de mucho mejor humor —digo, y él vuelve a sonreír.Se frota la nuca, como hace siempre.—Yo tampoco lo entiendo.« Entonces ¿está tan confundido como y o?» Ojalá mis sentimientos por él nofueran tan intensos; podríamos llevarnos mucho mejor. Cuando dice cosas asíhace que me preocupe mucho más por él. Ojalá él pudiera sentir lo mismo, peroy a me han advertido tanto Steph como el propio Hardin que eso no va a sucedernunca.Vuelve a tronar, y Hardin me da la mano.—Entremos antes de que empiece a llover.Asiento, y me guía hacia el interior. No me suelta la mano mientras volvemosal comedor. Landon enseguida se da cuenta de ello, pero no dice nada. A pesar deque no quiero que mi amigo lo vea, me encanta la sensación de tener la mano deHardin sobre la mía. Me gusta demasiado como para retirarla. Landon vuelve aconcentrarse en su plato mientras nosotros regresamos a nuestros asientos.Cuando me suelta la mano, Hardin mira a su padre y a Karen.—Siento haberte gritado así —murmura. La sorpresa es evidente en losrostros de todos los presentes, y Hardin baja la vista hacia la mesa—. Espero nohaber arruinado la cena en la que ambos os habéis esforzado tanto —añade.No puedo evitarlo. Estiro el brazo por debajo de la mesa y apoy o la manoencima de la de Hardin para darle un ligero apretón.—No pasa nada, lo entendemos —dice Karen—. No vamos a dejar que seestropee la velada; aún podemos disfrutar de la cena.Sonríe, y Hardin la mira y le dedica una pequeña sonrisa, un gesto que sé quele cuesta horrores. Ken no dice nada, aunque asiente para mostrar su acuerdocon el sentimiento general.Retiro la mano despacio, pero Hardin entrelaza los dedos con los míos y memira de reojo. Espero no estar poniendo la cara de tonta que me imagino. Podríadecirse que es la primera vez en mi vida que no estoy comiéndome la cabeza por
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—¿Tormenta? Landon acaba de pillarnos… besándonos —digo mientras
siento cómo la pasión entre nosotros va desapareciendo poco a poco.
—No te preocupes por él —repone.
Lo miro y espero ver en él una expresión engreída, pero no hay ni rastro.
Lleva una mano a mi espalda y me la frota suavemente.
—¿Quieres volver a entrar o prefieres que te lleve a casa? —pregunta.
Es alucinante la velocidad a la que su estado de ánimo puede pasar de la ira al
deseo o a la calma.
—Me gustaría entrar y terminar de cenar. ¿Qué quieres hacer tú?
—Supongo que volver a entrar; la comida está bastante buena —dice
sonriendo, y yo suelto una risita—. Es un sonido adorable —señala, y nuestras
miradas se encuentran.
—Ahora estás de mucho mejor humor —digo, y él vuelve a sonreír.
Se frota la nuca, como hace siempre.
—Yo tampoco lo entiendo.
« Entonces ¿está tan confundido como y o?» Ojalá mis sentimientos por él no
fueran tan intensos; podríamos llevarnos mucho mejor. Cuando dice cosas así
hace que me preocupe mucho más por él. Ojalá él pudiera sentir lo mismo, pero
y a me han advertido tanto Steph como el propio Hardin que eso no va a suceder
nunca.
Vuelve a tronar, y Hardin me da la mano.
—Entremos antes de que empiece a llover.
Asiento, y me guía hacia el interior. No me suelta la mano mientras volvemos
al comedor. Landon enseguida se da cuenta de ello, pero no dice nada. A pesar de
que no quiero que mi amigo lo vea, me encanta la sensación de tener la mano de
Hardin sobre la mía. Me gusta demasiado como para retirarla. Landon vuelve a
concentrarse en su plato mientras nosotros regresamos a nuestros asientos.
Cuando me suelta la mano, Hardin mira a su padre y a Karen.
—Siento haberte gritado así —murmura. La sorpresa es evidente en los
rostros de todos los presentes, y Hardin baja la vista hacia la mesa—. Espero no
haber arruinado la cena en la que ambos os habéis esforzado tanto —añade.
No puedo evitarlo. Estiro el brazo por debajo de la mesa y apoy o la mano
encima de la de Hardin para darle un ligero apretón.
—No pasa nada, lo entendemos —dice Karen—. No vamos a dejar que se
estropee la velada; aún podemos disfrutar de la cena.
Sonríe, y Hardin la mira y le dedica una pequeña sonrisa, un gesto que sé que
le cuesta horrores. Ken no dice nada, aunque asiente para mostrar su acuerdo
con el sentimiento general.
Retiro la mano despacio, pero Hardin entrelaza los dedos con los míos y me
mira de reojo. Espero no estar poniendo la cara de tonta que me imagino. Podría
decirse que es la primera vez en mi vida que no estoy comiéndome la cabeza por