After - Anna Todd
CAPÍTULO 46El tray ecto a casa del padre de Hardin es agradable. La suave música de fondono parece más que una distracción, y me fijo en que agarra el volante condemasiada fuerza. Durante el viaje tengo la sensación de que está de los nervios,pero sé que, si quisiera hablar sobre algo, no tendría problemas en exponerlo.Me bajo del coche y subo los escalones del camino de entrada. Con el soltodavía en lo alto del cielo, distingo unas viejas enredaderas que ascienden por loslados de la casa y las pequeñas flores blancas que las acompañan. De improviso,oigo cómo se abre y se cierra la puerta de Hardin, y el ruido de sus botas en elcamino de entrada. Me vuelvo para ver que está a unos pocos pasos detrás de mí.—¿Qué estás haciendo? —le pregunto.—Es evidente: ir contigo. —Pone los ojos en blanco y da una larga zancadapara colocarse a mi lado al final de la escalera.—¿En serio? Creía que no…—Ya. Vamos a entrar ya y a pasar la peor noche de nuestras vidas.Contrae las facciones y esboza la sonrisa más falsa que he visto en mi vida.Le doy un codazo y llamo al timbre.—Paso de timbres —me dice, y gira el pomo.Supongo que no importa porque es la casa de su padre, pero aun así me hacesentir algo incómoda.Cruzamos la puerta y entramos en el vestíbulo cuando su padre aparece. Lasorpresa es evidente en su rostro, pero nos muestra su encantadora sonrisa y seacerca a abrazar a su hijo. Hardin, sin embargo, lo esquiva y pasa de largo. Elbochorno se hace patente en las hermosas facciones del señor Scott, pero apartola vista antes de que se dé cuenta de que he visto su expresión.—Muchas gracias por recibirnos, señor Scott —digo mientras nosadentramos en la casa.—Muchas gracias por venir, Tessa; Landon me ha hablado un poco sobre ti.Parece que te tiene mucho cariño. Y, por favor, llámame Ken. —Sonríe, y losigo hasta el salón.Landon está sentado en el sofá con el libro de literatura en el regazo cuandoentro. Se le ilumina la cara y cierra el libro en cuanto me acerco y me siento asu lado. No sé adónde ha ido Hardin, pero aparecerá tarde o temprano.—¿Hardin y tú vais a darle otra oportunidad a vuestra amistad? —preguntaLandon con el ceño ligeramente fruncido.Me gustaría contarle lo que está ocurriendo entre Hardin y y o pero, para ser
sincera, ni y o misma lo sé.—Es complicado. —Intento sonreír, pero titubeo.—Sigues con Noah, ¿no? Porque parece que Ken piensa que Hardin y túestáis saliendo. —Se ríe. Espero que mi risa no suene tan falsa como me parece amí—. No he tenido valor para contárselo, pero estoy seguro de que Hardin lohará —añade.Me revuelvo incómoda sin saber qué decir.—Sí, sigo con Noah, es que…—¡Tú debes de ser Tessa! —La voz de una mujer resuena en la habitación.La madre de Landon camina hacia mí y y o me levanto para estrecharle lamano. Tiene una mirada radiante y una sonrisa encantadora. Lleva un vestidoturquesa, parecido a mi vestido marrón, y encima un delantal estampado conpequeñas fresas y plátanos.—Me alegro de conocerla, gracias por invitarme. Tiene una casa preciosa —le digo.Una amplia sonrisa se extiende por su rostro, y me aprieta la mano.—De nada, cielo, el placer es mío. —Un pitido comienza a sonar entonces enla cocina, y ella se sobresalta un poco—. Bueno, voy a terminar de preparar lacena. Os veo a todos en el comedor dentro de unos minutos.—¿En qué estás trabajando? —le pregunto a Landon cuando ella se marcha,y él me muestra una carpeta.—En los deberes de la próxima semana. El ensay o sobre Tolstói va a acabarconmigo.Me río y asiento; me costó horas escribir ese ensay o.—Sí, es mortal. Lo terminé hace unos días.—Bueno, si los empollones han acabado de comparar apuntes, me encantaríacenar antes del año que viene —dice Hardin.Lo fulmino con la mirada, pero Landon se limita a reírse y a dejar el libroantes de dirigirse al comedor. Parece que, después de todo, la pelea les ha idobien.Los sigo a los dos hasta el enorme comedor. Hay una larga mesa decoradacon muy buen gusto, con los cubiertos y a dispuestos y varias fuentes de comidaen el centro. No cabe duda de que Karen se ha dejado la piel en esto; será mejorque Hardin se comporte, o tendré que matarlo.—Tessa, Hardin y tú os sentáis en este lado —nos indica Karen, y hace ungesto hacia la parte izquierda de la mesa.Landon se sienta enfrente de Hardin. Ken y Karen toman asiento junto a él.Le doy las gracias y me siento al lado de Hardin, que está callado y pareceincómodo. Observo cómo Karen sirve el plato de Ken, y él le da las gracias conun beso en la mejilla. Es un gesto tan dulce que tengo que apartar la mirada. Mesirvo rosbif, patatas y calabacín, y por último coloco un panecillo encima. Hardin
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sincera, ni y o misma lo sé.
—Es complicado. —Intento sonreír, pero titubeo.
—Sigues con Noah, ¿no? Porque parece que Ken piensa que Hardin y tú
estáis saliendo. —Se ríe. Espero que mi risa no suene tan falsa como me parece a
mí—. No he tenido valor para contárselo, pero estoy seguro de que Hardin lo
hará —añade.
Me revuelvo incómoda sin saber qué decir.
—Sí, sigo con Noah, es que…
—¡Tú debes de ser Tessa! —La voz de una mujer resuena en la habitación.
La madre de Landon camina hacia mí y y o me levanto para estrecharle la
mano. Tiene una mirada radiante y una sonrisa encantadora. Lleva un vestido
turquesa, parecido a mi vestido marrón, y encima un delantal estampado con
pequeñas fresas y plátanos.
—Me alegro de conocerla, gracias por invitarme. Tiene una casa preciosa —
le digo.
Una amplia sonrisa se extiende por su rostro, y me aprieta la mano.
—De nada, cielo, el placer es mío. —Un pitido comienza a sonar entonces en
la cocina, y ella se sobresalta un poco—. Bueno, voy a terminar de preparar la
cena. Os veo a todos en el comedor dentro de unos minutos.
—¿En qué estás trabajando? —le pregunto a Landon cuando ella se marcha,
y él me muestra una carpeta.
—En los deberes de la próxima semana. El ensay o sobre Tolstói va a acabar
conmigo.
Me río y asiento; me costó horas escribir ese ensay o.
—Sí, es mortal. Lo terminé hace unos días.
—Bueno, si los empollones han acabado de comparar apuntes, me encantaría
cenar antes del año que viene —dice Hardin.
Lo fulmino con la mirada, pero Landon se limita a reírse y a dejar el libro
antes de dirigirse al comedor. Parece que, después de todo, la pelea les ha ido
bien.
Los sigo a los dos hasta el enorme comedor. Hay una larga mesa decorada
con muy buen gusto, con los cubiertos y a dispuestos y varias fuentes de comida
en el centro. No cabe duda de que Karen se ha dejado la piel en esto; será mejor
que Hardin se comporte, o tendré que matarlo.
—Tessa, Hardin y tú os sentáis en este lado —nos indica Karen, y hace un
gesto hacia la parte izquierda de la mesa.
Landon se sienta enfrente de Hardin. Ken y Karen toman asiento junto a él.
Le doy las gracias y me siento al lado de Hardin, que está callado y parece
incómodo. Observo cómo Karen sirve el plato de Ken, y él le da las gracias con
un beso en la mejilla. Es un gesto tan dulce que tengo que apartar la mirada. Me
sirvo rosbif, patatas y calabacín, y por último coloco un panecillo encima. Hardin