02.05.2023 Views

After - Anna Todd

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Su sonrisa es preciosa y convincente. Sin embargo, estoy segura de que Noah

me dejará y no volverá a hablarme nunca si se entera de que Hardin ha pasado

la noche aquí conmigo, en mi cama, agarrándome mientras dormíamos. No sé

por qué tengo ese miedo constante a perder a Noah; quizá sea miedo a la

reacción de mi madre si cortamos, o quizá sea que mi antiguo y o sigue muy

unido a él. Siempre ha estado ahí, y me siento como si nos debiera, tanto a él

como a mí, continuar con la relación. No obstante, creo que la razón más

importante es que sé que Hardin no podrá y no querrá darme el tipo de relación

que necesito y que, francamente, quiero de él.

Mientras estoy sumida en mis pensamientos, parece que por fin consigo

admitir que, por escuchar la pausada respiración de Hardin junto a mi oído

mientras dormía, vale la pena que Noah no vuelva a hablarme nunca más.

—¡Tierra llamando a Tessa! —dice Hardin desde el otro lado de la

habitación, y yo vuelvo en mí.

Me he quedado paralizada, debatiendo conmigo misma, y he olvidado por

completo que Hardin estaba aquí.

—¿Pasa algo? —pregunta, y se acerca.

« No, nada, sólo que por fin estoy reconociéndome a mí misma que siento

algo por ti y que quiero más, aunque ya sé que a ti no te importa nadie en este

mundo, y menos aún y o.»

—Intento decidir qué ponerme —miento.

Baja la vista hasta la ropa que sujeto entre las manos e inclina la cabeza, pero

se limita a decir:

—Entonces ¿puedo acompañarte? Así te será más fácil, porque no tendrás

que coger el autobús.

Bueno, podría ser divertido. Y, desde luego, más sencillo.

—Venga, vale —digo—. Voy a arreglarme.

Camino hacia la puerta, y me sigue.

—¿Qué haces? —inquiero.

—Ir contigo.

—Eh…, voy a darme una ducha.

Balanceo la bolsa de aseo frente a su cara y me la arrebata de las manos.

—¡Qué casualidad! ¡Yo también!

Dichosos baños mixtos. Me adelanta y abre la puerta sin mirar atrás. Me doy

prisa en alcanzarlo y le tiro de la camiseta.

—Qué detalle que te unas —bromea, y pongo los ojos en blanco.

—El día no ha hecho más que empezar y y a eres un incordio —lo chincho en

respuesta.

Unas cuantas chicas pasan por nuestro lado y entran en los baños; no se

cortan un pelo en quedarse embobadas mirando a Hardin.

—Chicas —las saluda él, y ellas ríen por lo bajo como si fueran colegialas.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!