After - Anna Todd
una Coca-Cola y al resto otra ronda de cervezas. Yo sigo esperando mi Coca-Cola, pero no quiero ser borde al recordárselo a la mujer.—Aquí hacen las mejores alitas —me informa Zed, y y o le sonrío.—¿Vas a ir a la hoguera el próximo fin de semana? —le pregunto.—No lo sé, creo que no es lo mío. —Le da un trago a su cerveza y baja elbrazo del respaldo para apoyarlo sobre mi hombro—. ¿Tú vas a ir?No miro en su dirección, pero me imagino lo indignado que estará Hardin. Laverdad es que me siento culpable por ligar con Zed descaradamente, y es laprimera vez que intento ligar con alguien, así que estoy segura de que se me dafatal.—Sí —digo—, con Landon.Todos estallan en carcajadas.—¿Landon Gibson? —pregunta Zed, todavía riéndose.—Sí, somos amigos —respondo cortante. No me gusta que todos se rían de élde esa forma.—¿¡Que va a ir a la hoguera!? Es penoso —dice Molly.—No, en realidad, no —replico mirándola con odio—. Es genial —añado ensu defensa. Entiendo que mi definición de genial no es la misma que la de ellos,pero la mía es mejor.—Landon Gibson y genial no encajan en la misma frase —dice Molly, y leaparta el pelo de la frente a Hardin.« La odio.»—Siento que no sea lo bastante guay para estar con vosotros, pero es… —comienzo a gritar y a enderezarme cada vez más en el asiento, apartando así elbrazo de Zed de mis hombros.—Eh, Tessa, relájate. Estamos de coña —dice Nate, y Molly me dedica unasonrisa maliciosa. Me da la impresión de que yo tampoco le caigo muy bien.—Bueno —replico—, pues no me gusta que la gente se meta con mis amigos,sobre todo si él no está aquí para defenderse.Tengo que calmarme… Las emociones se están adueñando de mí por estarcerca de Hardin y por cómo se está comportando con Molly delante de mí.—Vale, vale. Lo siento. Además, tengo que reconocerle algo de mérito porponerle el ojo morado a Hardin —señala Zed, y me rodea de nuevo con el brazo.Todos menos Hardin se ríen, hasta y o.—Sí, menos mal que aquel profesor detuvo la pelea, o ese perdedor le habríadado una buena paliza —dice Nate, y acto seguido me mira—. Perdona, se meha escapado —añade, y me dedica una sonrisa de disculpa.« ¿Un profesor?» La pelea no la detuvo un profesor, la detuvo el padre deHardin. O Landon me mintió o… Un momento, me pregunto si esta gente sabesiquiera que Hardin y Landon van a ser hermanastros dentro de poco. Miro aHardin, que ahora parece preocupado. Les ha mentido. Debería delatarlo ahora
mismo, delante de todos.Pero no puedo. No soy como él. Me cuesta más que a él hacer daño a lagente.« Excepto a Noah» , me recuerda mi subconsciente, pero lo reprimo.—En fin, creo que lo de la hoguera va a estar bien —digo.Zed me mira con interés.—Puede que aparezca por allí después de todo.—Yo voy a ir —añade Hardin de pronto desde la otra mesa.Todos se vuelven para mirarlo, y Molly se ríe.—Sí, seguro que sí. —Ella pone los ojos en blanco y vuelve a reírse.—No, en serio, no va a ser tan horrible —insiste Hardin por lo bajo,ganándose otra mirada en blanco de Molly.« ¿Hardin va a ir porque Zed también irá?» Quizá ligar se me da mejor de loque pensaba.La camarera nos trae la comida y me pasa la hamburguesa. Tiene muybuena pinta, si no fuera por el kétchup que gotea por un lado. Arrugo la nariz eintento quitar todo lo posible con una servilleta. Odio devolver comida, y ya loestoy pasando bastante mal esta noche. Lo último que necesito es llamar aún másla atención.Los demás comienzan a hincarles el diente a las alitas, y yo voy picando delas patatas fritas mientras la charla sobre la fiesta de esta noche se adueña delambiente. En un momento dado, la camarera vuelve a acercarse a las mesas ynos pregunta si queremos algo más.—No, así está bien… —dice Tristan, y ella comienza a alejarse.—Espera. Ella había pedido la hamburguesa sin kétchup —dice Hardin en vozmuy alta, y se me cae una patata en el plato.La camarera me mira consternada.—Lo siento. ¿Quieres que la devuelva?Estoy tan avergonzada que lo único que me sale es negar con la cabeza.—Sí. Sí que quiere —responde Hardin por mí.« ¿Qué narices está haciendo? Y ¿cómo se ha enterado de que llevabakétchup?» Su única intención es hacerme sentir incómoda.—Venga, cariño, dame el plato. —La camarera me sonríe y extiende elbrazo—. Voy a traerte otra.Se lo tiendo y bajo la mirada mientras le doy las gracias.—Y ¿eso a qué ha venido? —oigo que Molly le pregunta a Hardin. Deberíapracticar más esa voz susurrada.—Nada, es que no le gusta el kétchup —dice él sin más.Ella resopla antes de darle un trago a su cerveza.—¿Y? —inquiere a continuación, y Hardin la fulmina con la mirada.—Y nada. Déjalo estar.
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mismo, delante de todos.
Pero no puedo. No soy como él. Me cuesta más que a él hacer daño a la
gente.
« Excepto a Noah» , me recuerda mi subconsciente, pero lo reprimo.
—En fin, creo que lo de la hoguera va a estar bien —digo.
Zed me mira con interés.
—Puede que aparezca por allí después de todo.
—Yo voy a ir —añade Hardin de pronto desde la otra mesa.
Todos se vuelven para mirarlo, y Molly se ríe.
—Sí, seguro que sí. —Ella pone los ojos en blanco y vuelve a reírse.
—No, en serio, no va a ser tan horrible —insiste Hardin por lo bajo,
ganándose otra mirada en blanco de Molly.
« ¿Hardin va a ir porque Zed también irá?» Quizá ligar se me da mejor de lo
que pensaba.
La camarera nos trae la comida y me pasa la hamburguesa. Tiene muy
buena pinta, si no fuera por el kétchup que gotea por un lado. Arrugo la nariz e
intento quitar todo lo posible con una servilleta. Odio devolver comida, y ya lo
estoy pasando bastante mal esta noche. Lo último que necesito es llamar aún más
la atención.
Los demás comienzan a hincarles el diente a las alitas, y yo voy picando de
las patatas fritas mientras la charla sobre la fiesta de esta noche se adueña del
ambiente. En un momento dado, la camarera vuelve a acercarse a las mesas y
nos pregunta si queremos algo más.
—No, así está bien… —dice Tristan, y ella comienza a alejarse.
—Espera. Ella había pedido la hamburguesa sin kétchup —dice Hardin en voz
muy alta, y se me cae una patata en el plato.
La camarera me mira consternada.
—Lo siento. ¿Quieres que la devuelva?
Estoy tan avergonzada que lo único que me sale es negar con la cabeza.
—Sí. Sí que quiere —responde Hardin por mí.
« ¿Qué narices está haciendo? Y ¿cómo se ha enterado de que llevaba
kétchup?» Su única intención es hacerme sentir incómoda.
—Venga, cariño, dame el plato. —La camarera me sonríe y extiende el
brazo—. Voy a traerte otra.
Se lo tiendo y bajo la mirada mientras le doy las gracias.
—Y ¿eso a qué ha venido? —oigo que Molly le pregunta a Hardin. Debería
practicar más esa voz susurrada.
—Nada, es que no le gusta el kétchup —dice él sin más.
Ella resopla antes de darle un trago a su cerveza.
—¿Y? —inquiere a continuación, y Hardin la fulmina con la mirada.
—Y nada. Déjalo estar.