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After - Anna Todd

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detenerme a mí misma, y me arrepiento al momento. El brazo de Hardin rodea

los hombros de Molly.

Me invaden los celos, es el castigo por mirarlo cuando no debo. Es

evidente que vuelven a estar liados. O siguen. Supongo que nunca lo han

dejado. Recuerdo lo cómoda que estaba ella sentada a horcajadas sobre él en la

fiesta, y me trago la bilis que aflora a mi garganta. Hardin es libre de hacer lo

que quiera y de estar con quien quiera.

—Está preciosa, ¿verdad? —los alienta Steph, y todos asienten.

Siento los ojos de Hardin fijos en mí, pero no puedo volver a mirarlo. Lleva

una camiseta blanca, que seguro que deja entrever sus tatuajes, y el pelo

perfectamente despeinado, pero me da igual. No me importa lo guapo que esté o

lo vulgar que Molly vaya vestida.

« No la soporto, con ese ridículo pelo rosa y esa ropa ordinaria. Es una

zorra.»

Me sorprenden mis pensamientos y mi odio hacia ella, pero es cierto. No la

trago en absoluto. Creo que es la primera vez que llamo zorra a alguien, incluso

mentalmente.

Y ella, por supuesto, escoge este preciso instante para hacerme un cumplido.

—Estás muy guapa, chica, ¡mejor que nunca! —dice, y acto seguido se

apoya en el pecho de Hardin.

La miro a los ojos y finjo una sonrisa.

—¿Te importa si le doy un trago? —pregunta Zed, pero coge mi vaso antes de

que responda.

Le dejo beber de mi copa, algo de lo que suelo estar en contra, pero me

siento tan incómoda ahora mismo que no puedo pensar con claridad. Se toma de

un trago media Coca-Cola, y le doy un ligero empujón.

—Lo siento, nena, ahora te pido otra —dice con suavidad.

La verdad es que es muy atractivo, y tiene más pinta de modelo que de

universitario. Si no tuviera tantos tatuajes, seguramente sería modelo.

Entonces se oy e un ruido en la otra mesa, y clavo la mirada en Hardin. Él

vuelve a aclararse la garganta, en alto, observándome con sus penetrantes ojos.

Quiero apartar la vista, pero no puedo, me quedo atrapada en su mirada mientras

Zed levanta un brazo y lo apoya en el respaldo del sofá, justo por detrás de mí.

Hardin entrecierra los ojos, y decido divertirme un poco.

Al recordar que antes era bastante insistente con que no quedara con Zed, me

voy inclinando poco a poco hacia él. A Hardin casi se le salen los ojos de las

órbitas, pero enseguida se recupera. Sé lo inmaduro y ridículo que es todo esto,

pero me da igual. Si tengo que estar cerca de él, quiero que esté tan incómodo

como yo.

La motera vuelve y toma nota de la comida. Me pido una hamburguesa con

patatas, sin kétchup, y todos los demás piden alitas picantes. Ella le trae a Hardin

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