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After - Anna Todd

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Debe de estar sorprendido ante mi tremenda falta de experiencia, pero al

menos intenta contener la sonrisa. Lo miro con el ceño fruncido y me toca con el

dedo por encima de las bragas, lo que provoca que inspire súbitamente y

contenga el aliento. Sus dedos acarician suavemente mi sexo por encima de la

ropa mientras sigue mirándome a los ojos.

—Ya estás mojada. —Su voz es más grave que de costumbre. Su aliento

caliente me arde en la oreja, y desliza la lengua por mi lóbulo—. Háblame,

Tessa. Dime cuánto lo deseas.

Sonríe y yo me estremezco cuando aplica más presión en mi zona más

sensible.

Soy incapaz de articular una palabra porque mi cuerpo está en llamas a causa

de sus caricias. Unos segundos después, aparta la mano y gimo en señal de

protesta.

—No quería que pararas —imploro.

—No has dicho nada —responde, y yo reculo.

No me gusta este Hardin. Quiero al Hardin alegre y juguetón.

—¿Es que no era evidente? —le pregunto al tiempo que me dispongo a

levantarme.

Él se incorpora y se sienta sobre mis muslos, apoyando el peso de su cuerpo

sobre sus rodillas separadas. Acaricia con los dedos la parte superior de mis

muslos y mi cuerpo reacciona al instante, elevando las caderas para rozar el

suy o.

—Dilo —me ordena.

Sé que sabe perfectamente que lo deseo, pero quiere que lo diga en voz alta.

Asiento y él menea el dedo de un lado a otro delante de mí.

—Nada de asentir. Dime que quieres que lo haga, nena —insiste, y se aparta

de mis rodillas.

Sopeso mentalmente los pros y los contras de esta situación. ¿Merece la pena

que me humille y le diga a Hardin que quiero que me… bese ahí abajo a cambio

de la sensación que puedo obtener si lo hace? Si es parecido a lo que me hizo con

los dedos el otro día, sí que merece la pena. Alargo la mano y lo agarro del

hombro para evitar que siga apartándose de mí. Sé que estoy comiéndome la

cabeza demasiado al respecto, pero no puedo evitarlo.

—Quiero que lo hagas —digo acercándome más a él.

—¿Quieres que haga qué, Theresa?

Venga y a; sabe perfectamente lo que está haciendo.

—Pues eso…, besarme —digo, y su sonrisa se intensifica.

Se inclina y me besa en los labios. Pongo los ojos en blanco y me besa en los

labios otra vez.

—¿Era esto lo que querías? —dice con una sonrisa traviesa, y le doy una

palmada en el brazo. Quiere que le suplique.

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