After - Anna Todd

02.05.2023 Views

Hardin y y o seguimos sin hablarnos durante toda la semana, y cada día que pasase me hace más fácil no pensar tanto en él. Steph y Tristan han estado saliendo adiario, de modo que he tenido la habitación prácticamente para mí sola, lo cualha tenido sus cosas buenas y también sus cosas malas. Buenas porque he podidoestudiar un montón, pero malas porque me he quedado sola pensando en Hardin.Cada día me he ido maquillando un poco más, pero sigo vistiendo mi ropaholgada y conservadora. El viernes por la mañana siento que y a he tenidosuficiente con todo este lío con Hardin. Hasta que todo el mundo empieza ahablar de la fiesta en la casa de la fraternidad. En serio, celebran una todos losviernes, y normalmente los sábados también, así que no consigo entender por quése emocionan tanto cada vez que se acerca el fin de semana.Después de que al menos diez personas me pregunten si voy a ir, decidohacer la única cosa que sé que logrará evitar que vay a y llamo a Noah.—¡Hola, Tessa! —me saluda animadamente por teléfono.Han pasado varios días desde la última vez que hablamos en el sentido estrictode la palabra, y echaba de menos su voz.—Oy e, ¿por qué no te pasas a verme? —pregunto.—Claro. ¿Te viene bien el fin de semana que viene?Gruño decepcionada.—No, me refería a hoy. Ahora mismo. ¿Puedes salir ahora mismo?—Tessa, tengo entrenamientos después de clase. Y aún estoy en el instituto, esla hora de comer —explica.—Noah, por favor, te echo mucho de menos. ¿No puedes salir y a y pasaraquí el fin de semana? ¿Por favor…? —Sé que estoy suplicando, pero me daigual.—Eh…, está bien, vale. Ahora mismo salgo. ¿Va todo bien?La felicidad me invade, y me sorprende mucho que el formal de mi noviohay a accedido a venir, pero me alegro de que lo haya hecho.—Sí, sólo te echo de menos. Hace casi dos semanas que no te veo —lerecuerdo.Se ríe.—Yo también te echo de menos. Voy a pedir permiso y saldré dentro de unosminutos, así que te veo dentro de unas tres horas. Te quiero, Tessa.—Yo también te quiero —digo, y cuelgo.Bueno, solucionado. Así desaparece cualquier posibilidad que haya de queacabe en esa fiesta.Una extraña sensación de alivio me inunda de camino a literatura mientras

recorro el magnífico edificio de ladrillo en el que se encuentra el aula. Un alivioque desaparece en cuanto entro en clase y veo a Hardin cerniéndose sobre elpupitre de Landon.« ¿Qué diablos pasa?»Me acerco corriendo y llego justo cuando Hardin golpea con la mano lamesa y ruge:—¡No vuelvas a decir nada parecido, gilipollas!Landon se dispone a levantarse, pero sería una locura que intentaraenfrentarse a Hardin. Está fuerte y eso, pero es tan bueno que no me lo imaginogolpeando a nadie.Agarro el brazo de Hardin y tiro de él para alejarlo de Landon. Él levanta laotra mano en el aire y me encojo, pero cuando se da cuenta de que soy yo, labaja y maldice entre dientes.—¡Déjalo en paz! —le grito, y me vuelvo hacia Landon.Él parece igual de furioso que Hardin, pero permanece sentado.—Métete en tus asuntos, Theresa —me suelta Hardin, y se va a su sitio.Debería sentarse en la parte de atrás o algo.Me siento entre ambos, me inclino hacia Landon y le susurro:—¿Estás bien? ¿A qué ha venido eso?Mira en dirección a Hardin y suspira.—Nada. Es que es un capullo, básicamente —dice en voz alta, y sonríe.Me río un poco y a continuación me pongo seria. Oigo la respiración agitadade Hardin a mi lado y se me ocurre una idea. Es algo infantil, pero piensoponerla en práctica de todos modos.—¡Tengo buenas noticias! —le digo a Landon con mi voz alegre más falsa.—¿En serio? ¿El qué?—¡Noah va a venir a visitarme hoy, y pasará aquí el fin de semana! —digo,y sonrío mientras aplaudo de alegría. Soy consciente de que me estoy pasando,pero sé que Hardin me está mirando y me ha oído.—¿En serio? ¡Eso es genial! —dice Landon con sinceridad.La clase empieza y termina sin que Hardin me diga ni una palabra. Así escomo van a ser las cosas a partir de ahora, y me parece bien. Le deseo a Landonun buen fin de semana y vuelvo caminando a mi habitación para retocarme elmaquillaje y comprar algo de comer antes de que llegue Noah. Me río un pocode mí misma mientras me arreglo. « ¿Desde cuándo soy la clase de chica quetiene que “retocarse el maquillaje” antes de que llegue su novio?» Creo que laexperiencia con Hardin aquel día en el arroy o me cambió, aunque el daño queme hizo después me cambió todavía más. El maquillaje no es más que una ligeravariación, pero sé que está ahí.Como y ordeno un poco el cuarto. Doblo la ropa de Steph y la guardoen su armario esperando que no le moleste. Por fin, Noah me manda un

Hardin y y o seguimos sin hablarnos durante toda la semana, y cada día que pasa

se me hace más fácil no pensar tanto en él. Steph y Tristan han estado saliendo a

diario, de modo que he tenido la habitación prácticamente para mí sola, lo cual

ha tenido sus cosas buenas y también sus cosas malas. Buenas porque he podido

estudiar un montón, pero malas porque me he quedado sola pensando en Hardin.

Cada día me he ido maquillando un poco más, pero sigo vistiendo mi ropa

holgada y conservadora. El viernes por la mañana siento que y a he tenido

suficiente con todo este lío con Hardin. Hasta que todo el mundo empieza a

hablar de la fiesta en la casa de la fraternidad. En serio, celebran una todos los

viernes, y normalmente los sábados también, así que no consigo entender por qué

se emocionan tanto cada vez que se acerca el fin de semana.

Después de que al menos diez personas me pregunten si voy a ir, decido

hacer la única cosa que sé que logrará evitar que vay a y llamo a Noah.

—¡Hola, Tessa! —me saluda animadamente por teléfono.

Han pasado varios días desde la última vez que hablamos en el sentido estricto

de la palabra, y echaba de menos su voz.

—Oy e, ¿por qué no te pasas a verme? —pregunto.

—Claro. ¿Te viene bien el fin de semana que viene?

Gruño decepcionada.

—No, me refería a hoy. Ahora mismo. ¿Puedes salir ahora mismo?

—Tessa, tengo entrenamientos después de clase. Y aún estoy en el instituto, es

la hora de comer —explica.

—Noah, por favor, te echo mucho de menos. ¿No puedes salir y a y pasar

aquí el fin de semana? ¿Por favor…? —Sé que estoy suplicando, pero me da

igual.

—Eh…, está bien, vale. Ahora mismo salgo. ¿Va todo bien?

La felicidad me invade, y me sorprende mucho que el formal de mi novio

hay a accedido a venir, pero me alegro de que lo haya hecho.

—Sí, sólo te echo de menos. Hace casi dos semanas que no te veo —le

recuerdo.

Se ríe.

—Yo también te echo de menos. Voy a pedir permiso y saldré dentro de unos

minutos, así que te veo dentro de unas tres horas. Te quiero, Tessa.

—Yo también te quiero —digo, y cuelgo.

Bueno, solucionado. Así desaparece cualquier posibilidad que haya de que

acabe en esa fiesta.

Una extraña sensación de alivio me inunda de camino a literatura mientras

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!