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Almacigo

Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile

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82 Almácigo ✤ Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l ✤ Historias de Loca 83

Mar c a

Una marca va en nuestra frente

donde la frente a sien se pasa

pequeña como un higo blanco,

estrella de plata abortada.

Es la marca de aquella noche

del fuego que hizo nuestra ansia

la ceniza de aquella muerte.

Un poco más y se hacía de oro

la nacida estrella de plata.

Los cien andamos esparcidos en

Oaxaca y Samarcanda,

cuando llegamos a un país

preguntamos por el que lleva marca

donde hay muchedumbre sin yantar

salta de pronto el que la carga.

Cuando se duerme por los caminos

suele pasar el que ampara,

coge al hermano y lo lleva a su lecho.

Hemos frotado la pobre sien

en amores feos,

pero el trigo de plata no cae.

Hemos dormido en piedra,

llevado sombrero y

lavado hemos con agua de mar.

La cara de soles se ha puesto oscura.

El trigo no se ha anegado.

Nosotros sí que pasaremos

pero el signo pasa a los hijos.

Ello sabrán lo que hay que hacer.

Otra barca con capitán divino

y el desembarco en las Islas sin nombre,

y el otro trigo será puesto sobre la sien

como la urdimbre sobre la trama

para la cruz rota y perdida

que ya no más será en el muro

una estrella rota y perdida.

En nuca y vientre nos pudriremos.

Pero en el signo la muerte acaba

y eso se siembra sobre la tierra.

Todo os lo damos amantes nuestros

pero este trigo tan solo es nuestro.

Amo que compras cuerpo mío

yo te lo vendo pero sin eso.

Porque una noche hubo divina,

fuimos mejores que las otras,

y eso no se ha vivido en vano.

Nada nosotros nos rehusamos

a escardar, sembrar ni aserrar.

Pero una hora que nos la dejen,

la del recuerdo de esa travesía

en una barca que casi anda

delante de un Capitán muerto.

No se llora llanto mayor

ni se ríe risa mayor.

Frente estábamos, frente de ellas,

se llamaba un paso la Dicha

y se llamaba una hora.

Si hubiéramos ido nos quedáramos

y no seríamos como ustedes,

carne que sufre y que clama.

Mas lo alcanzado no tocamos

y lo nuestro no poseemos,

por eso vivimos entre vosotros

extrañados, más no llorando,

asombrados sin orgullo

y con una embriaguez tremenda

que se confiesa en pulso recio

y en ojos más negros y cavados.

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