Almacigo
Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile
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196 Almácigo v Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l v Recados 197
Isa b e l, t ú es t á s en la Is l a ar d i e n t e
Bajo el cielo añil y frente a la mar blanca
con un palmar negro delante del pecho,
otro a tu costado y otro a tus espaldas.
Tú pones los ojos sobre las colinas
y los 40 años sobre ellos descansas,
y cuando se cargan de verdes los ojos
se los das al blanco de la marejada.
Tú tienes el sol tendido en el mar
como Quetzalcoatl, el nuestro, que pasa;
el sol en los mangos partidos en mejillas
y el sol como embrujo hirviendo en tu falda.
Leyendo a la orilla del mar blanquecino
de vapor, que a veces parece una fábula,
a los Sakuntalas y a los Salomones,
me crees que somos otra vez el Asia.
Por el cinamomo y los cafetales,
y el árbol del pan y la valeriana,
y a pesar de Roosvelt que en inglés decreta
y a pesar de tanta soberbia americana.
Hablas en metáfora sin que te la busques
por el sol que pinta el faisán y el habla,
y la lengua que era cordobán y crin
la Isla la volvió miel y epitalámica.
Tú vas por la casa clara y espaciosa
como va la onda del aroma lánguida,
por la Isla, lenta de cargar su esencia,
y nutres los muros, los patios, las salas.
Tu mesa espejea de nobles cerámicas
y tú te pareces entre ellas sentada,
la jarra de plata, y los ojos negros
del esposo van de esmaltes a plata.
Y él dice: Gabriela al día tercero
no comía sino frutas regaladas
y bebió café dejando el lechón
y vivió sin vino de vino embriagada.
Subió la mañana como las potencias
y es el mediodía tan fuerte que mata
pero hay una noche lanceada de aromas
viva de mar vivo y cargado de hablas.
Y dices: “Gabriela amaba estas noches
y no se sabía dormir hasta el alba
y oyendo en Trópico pelaba
la piña que es llena de gracia
y la poma-rosa magullada.”