Almacigo
Compilado de poemas inéditos de Gabriela Mistral editado por la Corporación Patrimonio Cultural de Chile
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174 Almácigo g Po e m a s In é d i t o s d e Ga b r i e l a Mi s t ra l a Naturaleza 175
Mar de en t r a ñ a az o t a d a
Mar e s no c t u r n o s
Mar de entraña azotada,
padre de mi pasión,
en juegos de blancura
lazo y enlazador:
tu aleluya en mi oreja,
tu sal en mi sabor;
mientras que no me entregues
al fin tu confesión.
Si has de acabarte y sabes
de tu consumación,
si en la oreja te echaron
la misma maldición.
Mar soplado del mismo
Creador, mi Creador,
mar sin pecado o como
nosotros, pecador.
Yo te canto y te canto,
gozo y exultación,
pero yo no te abrazo
con abrazo de unión
mientras no me digas
en una contorsión
si estás condenado
de mi condenación.
Mar mejor que este mundo,
mar joven y en sazón,
mar que comprendes hambre,
embriaguez y estupor.
Hermanos son los hijos
de la misma aflicción,
los que prestadas tienen
la forma con la voz;
los que duermen un día
en el mismo sopor
y su garganta pierden
al dar su canción.
Cuando cierra la noche
y quedamos los dos
como la loba muda
y el lobo aullador,
cuéntame si tú sabes
aquello que sé yo:
corrupción de mi boca
y de mi corazón,
corrupción de mi madre
y del que me besó.
Mar que echas testimonio
de la red y del harpón,
no me has echado nunca
la última confesión
en un ángel marino
o en pulpo fiador.
Si vas a quedar quieto
como tu pescador,
como tu luna blanca
y tu hombre alabador.
Alianza de nosotros
y nudo de aflicción
cuando sepa tu suerte
mi propio corazón
y entienda que la tuya
es mi flagelación
y aullemos a lo eterno
con igual maldición.
Ni la Antígona tuya
ni tu Cordelia soy
mientras no me confieses
mi misma humillación:
de que la entraña tuya
será disolución,
como la madre mía,
como el que me besó.
Yo busco en la hora lívida
para consolador
al otro que está herido
por la misma traición,
al llamado del mismo
silbo de engañador,
al que será robado
sin bulto de ladrón,
y odia al mar sin muerte,
al mar sin corrupción,
al mar que de los muertos
es el acechador,
el hijo sin derrota
de los hijos de Dios.
Cavi, Julio 1930
Mares de los desesperados,
apretada mar nocturna,
la que guarda como urna
la locura o sus costados,
¡mar de los desesperados!
Desde los puertos dorados
en las costas jubilosas,
como se aman las esposas
y los mozos embriagados.
No conocen, descuidados,
tu negra agua de locura,
a la media noche impura
de los monstruos espesados,
¡mar de los desesperados!
Como aquellos que han perdido
padre, madre, hijo y amante,
y perdieron a Dios antes,
somos los a ti confiados,
¡mar de los desesperados!
Mar nocturna de metales,
de apretados horizontes,
hato de negros bisontes
y manada de chacales.
¿Para qué nos entregamos
en el puerto a la primera,
por la risa de pantera
que en la costa te gozamos,
para que a ti nos confiemos?
1925