16.03.2023 Views

Emilio Jéquier, la construcción de un patrimonio

En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.

En el marco de las celebraciones de su 140° aniversario, el Museo Nacional de Bellas Artes, con el auspicio de LarrainVial y el patrocinio de la Corporación Patrimonio Cultural de Chile, se impulsó la edición del libro Emilio Jéquier: la construcción de un patrimonio, que rescata por primera vez la obra, la figura y el pensamiento del autor del edificio en el cual se emplaza este Museo, el Palacio de Bellas Artes, inaugurado en 1880.

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Los jéquier de Jéquier

The jéquiers of Jéquier

Cuando Emilio Jéquier Bertrand llegó a Chile, en

1889, o volvió, según sea como se lo mire, ya había

transcurrido casi medio siglo desde que Claude-François

Brunet de Baines había abierto la ruta a los arquitectos

franceses en nuestro país. Sin embargo, en el intertanto,

muchas cosas habían ocurrido y Chile era un país

completamente distinto. La misma ciudad de Santiago

había pasado por un intento serio de transformación

bajo la intendencia de Benjamín Vicuña Mackenna

(1872-1875), y varios profesionales de la arquitectura,

de diversas nacionalidades, habían trabajado para el

gobierno proyectando sus principales instituciones. De

modo que, al concluir el siglo, el lenguaje arquitectónico

del clasicismo francés ya no era una novedad ni siquiera

en la apartada y lejana capital de Chile. Por otro lado,

en Europa, la misma academia transitaba lenta pero

inexorablemente hacia su etapa crepuscular; aunque,

paradojalmente, salía a la luz uno de sus más importantes

productos: Éléments et théorie de l’architecture tratado en

el que Julien Guadet compendió lo que se enseñaba en

esa institución.

Al finalizar el siglo XIX, Chile gozaba de una

prosperidad económica tal vez nunca antes vista. La elite

social y económica ya había asimilado el nuevo lenguaje

arquitectónico y la misma ciudad, como ya hemos dicho,

se había transformado. Con todo, Jéquier llegaba en un

momento poco oportuno. El país comenzaba a vivir las

primeras expresiones de una aguda crisis política, que

muy pronto se revelaría en toda su magnitud como uno

de los quiebres institucionales más graves de su historia.

La Guerra Civil de 1891 pondría fin al programa de obras

públicas implementado por el presidente Balmaceda,

justamente, aquel que lo había traído de vuelta a Chile,

con el propósito de hacerse cargo de la construcción de

escuelas (Pérez, 2016, p. 55).

De aquellos primeros y silenciosos años en el país,

poco sabemos. Antes de venir a Chile, Jéquier tal vez

pudo estar relacionado con el pabellón chileno de la

Exposición Internacional de 1889 realizada en París. Su

padre, Henri Jéquier, formó parte de la comisión que

eligió al ganador del concurso del Pabellón de Chile,

en el que resultó elegido el diseño del arquitecto Henri

When Emilio Jéquier Bertrand came to Chile, in 1889,

or returned, depending on one’s point of view, almost

half a century had passed since Claude-François

Brunet de Baines had opened the route to French

architects in our country. Nevertheless, in the

meantime many things had happened in Chile, so it

was a completely different country. Even Santiago

had experienced a serious attempt of transformation

under Benjamín Vicuña Mackenna’s leadership

(1872-75), where several architecture professionals of

diverse nationalities had worked for the Government

designing its main institutions. So, once the century

concluded, French Neoclassicism’s architectural

language was no longer a novelty, not even in the

isolated and distant capital of Chile. On the other

hand, in Europe, the same academy was approaching

slowly but inexorably its twilight stage; although,

paradoxically, one of its most important products was

coming to light: Éléments et théorie of l’Architecture,

treatise in which Julien Guadet summarized what was

taught in this institution.

At the end of the 19th century, Chile enjoyed an

economic prosperity never seen before. The social

and economic elite had already assimilated the new

architectural language and Santiago, as we already

mentioned, had been transformed. In spite of

everything, Jéquier came in a slightly inconvenient

moment. The country was experiencing the first

expressions of an acute political crisis, which very

soon would be revealed in all its magnitude as one

of the most serious institutional breakdowns of its

history. In effect, the Civil war of 1891 put an end to

the Public Works’ program implemented by president

Balmaceda, which had brought Jéquier back to

the country with the intention of taking over the

construction of schools (Pérez, 2016; 55).

We know very little about those first years in Chile.

Before coming to the country Jéquier had probably

collaborated in the design of the Chilean pavilion for

the Paris international exhibition of 1889. His father,

Henri Jéquier was part of the jury of the competition

for the Chilean pavilion, which was won by Henri

Germán Hidalgo Hermosilla

140

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!