DESDE MI VITRINA DE CRISTAL, de Jaime Cannobbio, TOMO 6

HISTORIA DE LA PRIMERA COMPAÑÍA DEL CUERPO DE BOMBEROS DE SANTIAGO
armonía de su madurez. Son la fuerza de empuje que mantiene el equilibrio sin recovecos ni simbolismos
entre dos generaciones, es la fuente nutriente de enseñanzas para los activos. Esta línea es fértil y pródiga, ya
que desemboca en dar y repartir lo acumulado en experiencia. Los distingue esa obediencia cultivada en la
tolerancia y la fe, para seguir con la voluntaria obligación que juraron respetar. Son los encargados de
mantener latente y viva la gloriosa tradición de un siglo y cuarto de fecunda existencia. Igual reciban ellos el
sentimiento de intimo regocijo de toda la Primera.
Por último, el tercer ovillo de esta colosal madeja, se encuentran los viejos tercios. Como todos y a pesar de
sus años, siempre dispuestos a servir cuando la Compañía se los pida. Tienen la tranquilidad de conciencia de
sus acciones pasadas y bien cumplidas, y aunque para algunos está más corto el sendero, ese que los alejó del
incendio y encamina poco a poco a las lejanas regiones de lo ignoto, siguen dando todo de sí, forman un
selecto grupo, fundado por ese hombre notable y genial que fuera don Hernán Figueroa Anguita. La Peña de
los 50, que miramos con admiración y respeto. Reciban grandiosos tercios de esta casa, representados por la
patriarcal personalidad de don Enrique Phillips Rodríguez Peña, el arrebato de nuestras modestas
expresiones, que repiten gracias, gracias, por todo lo que nos habéis dado.
Primerinos, reguemos las raíces de nuestro árbol de 125 años y respetémoslas, porque un bombero que pierde
sus raíces, es como un hombre que pierde a sus padres y no sabe quién es, como se llama, ni a donde va.
Esta memoria ha nombrado tan solo a algunos de los 130 de sus filas debido a diferentes razones. Que grato
había sido incluirlos a todos, porque unos y otros han dado sus coloridos granos de arena, para la superior
grandeza de la Primera. No estarán todos los que son, pero si son todos los que están.
La impronta que ha hecho nuestra vida en estos 125 años, ha provocado en nuestras mentes el
convencimiento de haber vivido este siglo y cuarto, donde el primer día, como una ilusión amnésica de que
los bomberos de nuestra historia nos han sido conocidos desde su fundación.
Y llegamos al final, la despedida
de un mito que remonta siglo y cuarto,
aunque hablamos solo un año de vida
de esta Primera que adoramos tanto.
Este Uno de hechicera fantasía,
del "Deber y Constancia" que nos llena,
su servicio voluntario que nos guía
apuntar el pitón en la faena.
La Mapocho de Santiago está contenta
resplandece fulgente su mirada,
pues con ella, Puerto y Viña están alerta
junto a Osorno y Valdivia en su pasada
Y termino con la fe que da al Poeta
su sueño de ilusión y de quimera
para gritar con la fuerza de la letra
¡Que viva para siempre la Primera!
84 TOMO 6 - 1987 A 2000