DESDE MI VITRINA DE CRISTAL, de Jaime Cannobbio, TOMO 6

HISTORIA DE LA PRIMERA COMPAÑÍA DEL CUERPO DE BOMBEROS DE SANTIAGO
Posteriormente en el Cuartel se realiza la fiesta de los niños con gran participación de nuestros hijos y
familia.
Diario La Tercera de hoy, Ossa vencedor del tiempo
En el diario La Tercera del día de hoy aparece un artículo escrito por nuestro voluntario don Domingo Durán
N., titulado Ossa vencedor del tiempo.
Todo lo borra el tiempo, o más bien casi todo.
En la calle San Diego esquina de la calle Carrascal, hoy Eleuterio Ramírez, una muralla aplastó a cuatro
hombres: Luis Claro Solar, Álvaro Besa Navarro, Juan de Dios Prieto y Adolfo Ossa de la Fuente. eran
aproximadamente las 10.30 de la noche de hace 111 años. Los voluntarios de las Primera Compañía de
Bomberos Claro Solar, Prieto y Besa fueron rescatados maltrechos, pero con vida. Adolfo Ossa fue sacado de
entre los escombros diez minutos más tarde, muerto y con el pitón, por el cual fluía el chorro de agua
esperanzada que pretendía apagar el incendio, aferrado a
sus generosas manos.
Han pasado 111 años desde entonces y henos aquí frente
a un hombre y a un nombre que ha desafiado
exitosamente el transcurso del tiempo. Y el olvido.
Este tres de Septiembre reciente hemos concurrido los
bomberos de la Primera Compañía a rendir un homenaje
a estos ejemplos de bomberos voluntarios, que desde
hace más de un siglo nos mostraron con su mirada
iluminada y con el maravilloso sacrificio de sus vidas la
ruta de los grandes caminos que hacen posible dignificar
la vida, encontrándose a veces apresuradamente con la
muerte.
Con nuestros espíritus recogidos en honda meditación,
escuchamos las palabras de nuestro Director Juan
Enrique Infante P., abogado jefe de la Ilustre
Municipalidad de Santiago, quien, en una apretada y
hermosa síntesis, hizo el recuerdo de actos tan heroicos,
tan superiores, tan increíbles.
Al término de sus palabras nos pidió a todos los
bomberos Primerinos ahí reunidos un minuto de silencio
en homenaje del nombre venerado de nuestro mártir.
La Ponka testigo material única del
martirologio de Adolfo Ossa hace 111 años.
En el tráfago de la vida de todos los días es común rendir homenajes expresados en minutos de silencio, pero
nunca me había tocado vivir el homenaje de un minuto de silencio en el corazón de un cementerio. Y la
verdad es que el silencio, en el corazón de un Cementerio se transforma en un acontecimiento indescriptible,
que me lleva a tener que decir que son fracciones del tiempo, medidas en el reloj de la historia, que se hacen
sonoras, armónicas en el recuerdo. Es una dimensión indefinible y, aunque parezca absurdo decirlo, es una
dimensión casi inconmensurable.
Cuando escribo haciendo recuerdo de estos 111 años transcurridos desde el sacrificio voluntario de un
hombre joven, en la plenitud de su vida, y trato de encontrar para ese acontecimiento alguna explicación que
pueda enmarcarse en las murallas del puro raciocinio, me encuentro en una situación inexplicable. He
comprendido una vez más que los altos valores del espíritu humano se enmarcan más allá del estrecho
TOMO 6 - 1987 A 2000 23