DESDE MI VITRINA DE CRISTAL, de Jaime Cannobbio, TOMO 6

HISTORIA DE LA PRIMERA COMPAÑÍA DEL CUERPO DE BOMBEROS DE SANTIAGO
Le mortificaban los cambios continuos, y las agitaciones estériles que pudieran rozar la tradición.
Se encantaba con el dibujo de temas bomberiles, verdadero arte que cultivó hasta hace muy poco tiempo, y en
los que tenía acierto, elegancia, sobrada inteligencia y buen gusto para discernir lo que realmente convenía
hacer, para recuerdos del pasado glorioso y romántico.
Muy despejada era su mente, como para no nublar su visión en todo lo que suele dividir, sea los entusiasmos
o las pasiones.
Desde su cargo de Director de la Primera después de atenderlo por muchos años consecutivos fue por otros,
el Secretario General del Cuerpo y Vicesuperintendente por casi 3 años culminando como Director Honorario
desde 1946 hasta su muerte.
Su talento y discreción fueron aprovechados copiosamente en el Directorio y son muchas las memorias de la
Institución en que han quedado insertas, para la posteridad, todo lo que fue su preocupación estudio y
consagración.
Vivió intensamente la vida de Cuartel en todos los años de su vida, y en los innumerables discursos en
nuestras festividades dada a sus palabras, entonaciones que nos hacen evocar su figura de Primerino
optimista, cariñoso, humorista y sincero, y especialmente el trasluz de su alma vibrante y cordial que nos
entusiasma porque él no conoció la desesperanza.
En los últimos años de su vida, muy elegante de bastón en mano, don Enrique, don Tacho, pero siempre
respetado, vino todos los días al Cuartel, y entraba a él como a la casa de su padre, a la de sus amigos y más
que todo a la suya propia.
Lo primero y lo que siempre hizo fue entrar a salón de sesiones, para contemplar el rostro de don Jorge, su
padre, impregnado de un intenso amor filial, y al irse iba a despedirse para decirle con la intimidad de su
alma "hasta mañana padre amado".
Don Enrique Phillips Rodríguez Peña, Primerino de excelencia.
TOMO 6 - 1987 A 2000 107