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Tierra del Fuego, Retratos y Paisajes

La Corporación Patrimonio Cultural de Chile en conjunto con la empresa Larraín Vial presentan el libro “Tierra del fuego, retratos y paisajes”, un ensayo fotográfico que retrata a descendientes de los pueblos ancestrales que habitan actualmente Tierra del fuego, a través del lente del destacado fotógrafo Max Donoso.

La Corporación Patrimonio Cultural de Chile en conjunto con la empresa Larraín Vial presentan el libro “Tierra del fuego, retratos y paisajes”, un ensayo fotográfico que retrata a descendientes de los pueblos ancestrales que habitan actualmente Tierra del fuego, a través del lente del destacado fotógrafo Max Donoso.

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buscando también descubrir los que llamó principios fundamentales

e impulsos de su vida espiritual.

Su primera reacción al conocerlos fue de preocupación al «ver

sus cuerpos repulsivos y sus salvajes ademanes», como escribió

en su libro Hombres primitivos en la Tierra del Fuego (1951), sin

embargo, luego de convivir y conocerlos, los reconoció como

«hombres cabales, con todas las pasiones y debilidades inherentes

a la condición humana, sin distinción alguna», como registró

en su obra Los indios de Tierra del Fuego. Los Selk’nam (1982). Sin

duda una forma de abordar el tema, hoy superada por las nuevas

perspectivas que no parten de la premisa de estudiar un pueblo

extinto, sino que vivo y presente en el archipiélago, pero que en

el caso de Gusinde, y en la época en que escribió, contribuyó a

humanizarlos y a valorar su cultura y patrimonio.

Martin Gusinde documentó la sobrevivencia de los pueblos

originarios de la Tierra del Fuego, también su sensibilidad espiritual,

la que se expresa en las elocuentes fotografías que realizó

de sus «cuerpos pintados» y enmascarados para los rituales

Hain y Chiejaus. Se trata de un acervo de alrededor de mil placas

que, en la afortunada interpretación de Xavier Barral en la presentación

del libro sobre Martin Gusinde y los selknam, yámanas

y kawéskar (2015), «celebran el espíritu de los habitantes del fin

del mundo», y que, en las más concretas palabras de Marisol

Palma, ofrecen una «mirada fotográfica que se esfuerza más por

reconstruir las tradiciones culturales y materiales destruidas

por el genocidio».

TIERRA DEL FUEGO, PAISAJE CULTURAL EXTREMO

Opacada por el estrecho de Magallanes, un paso interoceánico

pleno de significados geográficos e históricos, Tierra del Fuego

no ha sido objeto de estudios particulares que la proyecten como

entidad. Una situación que ya comenzó a superarse y que tiene

en el libro Tierra del Fuego. Historia, arquitectura y territorio (ARQ

Ediciones, 2013) de Eugenio Garcés y sus colaboradores, un antecedente

fundamental. Esta obra tiene el gran mérito de ocuparse

exclusivamente de la isla, abordando diversos aspectos fundamentales

que conforman su patrimonio geográfico, histórico y

cultural. Este ejercicio básico transformó a Tierra del Fuego en

parte de la ecúmene, del mundo conocido, señalando sus características,

las mismas que la rotulan como un lugar único y épico,

ya sea que se le aborde desde la geografía que permanece, o de la

historia que alguna vez sucedió y que seguirá ocurriendo.

A través de su paisaje melancólico, en el que la falta de puntos

de referencia agudiza la sensación de soledad y vastedad que

marca este territorio, Tierra del Fuego se muestra a través de las

huellas que su evolución ambiental ha dejado, pero también gracias

a las manifestaciones de la actividad humana y los sucesivos

estratos de ocupación que la han modelado hasta la actualidad,

los que también reflejan las formas en que sus habitantes han

ocupado y convivido con la naturaleza en esta zona. Todas estas

expresiones tienen en las imágenes, particularmente en las fotografías,

un elocuente registro de la vastedad y aislamiento de un

espacio potencialmente trágico que las imágenes de artefactos

mecánicos y artificios tecnológicos propios de las estancias ovejeras

contribuyen a acentuar.

El estudio histórico centrado en Tierra del Fuego demuestra

la incapacidad para generar «tejido social» dadas las formas de

ocupación que se han sucedido desde el siglo XIX en adelante en

ese territorio. La evidencia muestra que ni la minería del oro, ni la

actividad ganadera ni la petrolera lograron afincar población en

la región, de modo tal que no es sorprendente que en la actualidad

esta solo sea de algunos miles de habitantes y que los centros

poblados sean fruto de iniciativas públicas y deban estar permanentemente

subsidiados.

En un clima hostil como el de Tierra del Fuego se entiende

el papel que la fuente de calor, el fuego, la calefacción tiene en la

vida de sus pobladores, señalando la permanente necesidad de

protegerse del frío, la lluvia, el viento y la nieve. Las condiciones

ambientales también explican los estilos arquitectónicos que se

han sucedido desde fines del siglo XIX, y con ellas las formas de

sociabilidad propias de las estancias ganaderas.

Menos edificante resulta constatar que Tierra del Fuego, a

propósito del actuar contra sus pueblos originarios, también

puede ser caracterizada como una tierra indefensa frente al quehacer

de la humanidad que sucesivamente, y motivada esencialmente

por intereses económicos, la ha violentado y aniquilado.

La imprescindible puesta en valor de un patrimonio prácticamente

desconocido así como el relevamiento de la riqueza

cultural y natural de Tierra del Fuego, permitirá no sólo conocer

las características geográficas de la región, las representaciones

que de ella se han hecho en la cultura occidental, las formas y

condiciones de la ocupación en la zona, sino que, sobre todo, será

una evidencia más del quehacer de la humanidad, que en Tierra

del Fuego se ofrece en todo su amplio margen de posibilidades.

Desde las sorprendentes formas de adaptación de los fueguinos

a la naturaleza, plena de manifestaciones culturales inéditas,

pasando por la urgencia de explorar, descubrir y hacer ciencia, o

la búsqueda de la belleza y el espíritu de superación y constancia

para permanecer, hasta la violencia despiadada y la depredación

propia de nuestra especie.

PATRIMONIO DE LA HUMANIDAD

En lo más hondo de la tierra, en lo más lejano, en lo más frío, es

decir en Chile, desde tiempos inmemoriales Tierra del Fuego y la

Patagonia han estado asociadas a una existencia aislada entre los

imponentes fenómenos naturales que la contienen: a una subsistencia

marcada por el rigor y la austeridad; a un acontecer histórico

desde siempre asociado a la epopeya, a las grandes acciones,

a protagonistas que inevitablemente resultan ser personajes

heroicos, siempre pioneros; a gestas gloriosas o trágicas dignas

de recuerdo; a existencias como las de los colonos, tan anónimas

como persistentes; a hechos legendarios o ficticios, o incluso

cotidianos, que hoy atraen la atención, también por el escenario

en que ocurrieron. A sucesos que alguna vez fueron historia

y que en la actualidad han sido sobrevenidos por el acaecer de

vidas sencillas, ásperas y sacrificadas, que se han transformado

en patrimonio de la Patagonia.

Desde el explorador Magallanes en adelante, el drama y la

lucha propios del acceso y sobrevivencia en un medio extremo,

el sacrificio, el dolor, los hechos atrevidos, audaces y temerarios

Retrato de grupo de mujeres

indígenas del pueblo kawésqar,

sentadas en el suelo, cubiertas

con un manto de piel de la

cintura para abajo y el torso

descubierto. Fotografía

tomada en el Campamento

Río del Fuego, en el extremo

austral de América del Sur

Colección: Fotografía

Patrimonial – Museo

Histórico Nacional

protagonizados por sujetos valientes e intrépidos, por héroes y

heroínas insuperables desafiados por condiciones imposibles,

han contribuido a dotar de contenido a la historia, a la identidad

y al patrimonio de los habitantes de la Patagonia, vinculando esta

región geográfico-histórica con los sucesos y procesos de que ha

sido escenario, objeto o sujeto, como su gran activo frente al resto

del mundo. Hoy, además, acentuado por la valoración de las culturas

originarias que la habitaron.

En un mundo cada vez más globalizado, con evidente conciencia

ecológica, con un creciente interés por la naturaleza y

ansioso por alcanzar lo salvaje, rústico, virgen, primitivo e impoluto,

Tierra del Fuego se presenta como un sitio privilegiado. Un

placebo para sujetos ansiosos de vivir y experimentar lo natural,

estimulados por la expectativa de encontrarse en un lugar asociado

a lo épico, lo dramático, lo histórico en medio de un entorno

«salvaje» que permite sustraerse del ambiente citadino, artificial,

monótono y previsible como para muchos aparece cotidianamente

la sociedad moderna.

La valoración y comprensión de las culturas ancestrales, de

las identidades particulares, de la humanidad que se expresa, por

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