07.03.2023 Views

Las expediciones de los vikingos

¿Qué harías si te dijeran que es posible viajar por el tiempo? En "Las expediciones de los vikingos", los exploradores del tiempo irán a la Islandia del año 980 para visitar a los vikingos. Esta vez deben conseguir un broche de plata que el rey Harald II de Noruega le regaló a Erik el Rojo, el explorador que fundó el primer asentamiento vikingo en Groenlandia. Pero Maléfico Durador volverá a hacer de las suyas... "Las expediciones de los vikingos" es el segundo libro de la colección Los Exploradores del Tiempo, ilustrada a todo color y que combina diálogos de cómic con novela histórica para niños de entre 9 y 12 años. Cada libro nos permite disfrutar de un fascinante viaje por el tiempo de Víctor, Cristina, Celoni e Ibis, los protagonistas.

¿Qué harías si te dijeran que es posible viajar por el tiempo?

En "Las expediciones de los vikingos", los exploradores del tiempo irán a la Islandia del año 980 para visitar a los vikingos. Esta vez deben conseguir un broche de plata que el rey Harald II de Noruega le regaló a Erik el Rojo, el explorador que fundó el primer asentamiento vikingo en Groenlandia. Pero Maléfico Durador volverá a hacer de las suyas...

"Las expediciones de los vikingos" es el segundo libro de la colección Los Exploradores del Tiempo, ilustrada a todo color y que combina diálogos de cómic con novela histórica para niños de entre 9 y 12 años. Cada libro nos permite disfrutar de un fascinante viaje por el tiempo de Víctor, Cristina, Celoni e Ibis, los protagonistas.

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

LAS EXPEDICIONES<br />

DE LOS VIKINGOS<br />

ESCRITO POR<br />

JORDI ORTIZ<br />

ILUSTRADO POR<br />

MIGUEL ÁNGEL SAURA


LAS EXPEDICIONES DE LOS VIKINGOS<br />

ESCRITO POR<br />

JORDI ORTIZ<br />

ILUSTRADO POR<br />

MIGUEL ÀNGEL SAURA


¡Hola! Me encanta leer y apren<strong>de</strong>r<br />

sobre CIVILIZACIONES ANTIGUAS.<br />

Pero aún me gusta más visitarlas<br />

con mis AMIGOS Víctor e Ibis,<br />

y mi primo Celoni.<br />

CRISTINA<br />

¡Eh! Estoy impaciente por<br />

empezar otra AVENTURA,<br />

aunque dicen que viajar en<br />

el tiempo es muy peligroso.<br />

VÍCTOR<br />

¡Bah! Con una chica tan LISTA<br />

como Cristina y un chico<br />

tan FUERTE como Celoni,<br />

¿quién dijo miedo?


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

LA PANDILLA SE PRESENTA<br />

A ver, si fuera por mí, estaría<br />

echando una SIESTECITA.<br />

Pero alguien tiene que encargarse<br />

<strong>de</strong> vigilar a estos tres.<br />

¡Qué habilidad tienen<br />

para meterse siempre<br />

en líos!<br />

¡Ji, ji! Yo soy la pequeña<br />

<strong>de</strong>l grupo. No paro <strong>de</strong><br />

jugar con Cali, la dragona<br />

que me encontré en el<br />

HIPERMEGASUPER-<br />

BIBLIOMUSEO.<br />

IBIS<br />

CELONI<br />

•9•<br />

CALI


Hum. Durante muchos años,<br />

fingí que estaba muerto<br />

y me escondí en el<br />

HIPERMEGASUPERBIBLIOMUSEO.<br />

Hasta que conocí a Cristina.<br />

Ella y sus amigos son<br />

<strong>los</strong> únicos que pue<strong>de</strong>n<br />

terminar mi trabajo.


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

… Y YO TAMBIÉN<br />

Hum. Tienen que visitar veintiuna<br />

civilizaciones <strong>de</strong> la historia para<br />

conseguir <strong>los</strong> últimos objetos<br />

que faltan en mi colección.<br />

Pero hay un problema. Hum.<br />

MALÉFICO DURADOR, mi antiguo<br />

ayudante, se ha propuesto<br />

boicotear todas las misiones <strong>de</strong><br />

LOS EXPLORADORES DEL TIEMPO.<br />

Maléfico es<br />

un enemigo formidable.<br />

Mis jóvenes amigos aún no<br />

saben <strong>de</strong> lo que es capaz.<br />

PROFESOR<br />

ZAPATÓSTENES<br />

•11•


La mayoría <strong>de</strong> <strong>los</strong> científicos coincidían<br />

en que VIAJAR EN EL TIEMPO era imposible.<br />

Los más audaces opinaban que,<br />

en teoría, se podría abrir una rendija<br />

en el tejido <strong>de</strong>l ESPACIOTIEMPO<br />

para echar un vistazo a otro momento<br />

<strong>de</strong> la historia. Eso sí, todos estaban<br />

<strong>de</strong> acuerdo en que nunca, pero nunca,<br />

nunca, nunca, una persona podría<br />

visitar otra época.<br />

El profesor Zapatóstenes<br />

y <strong>los</strong> EXPLORADORES DEL TIEMPO<br />

habían <strong>de</strong>mostrado que se equivocaban.


LAS<br />

EXPEDICIONES<br />

DE LOS<br />

VIKINGOS


•14•


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

EL REGALO DE UN REY<br />

—¡¡¡ARCHIBALD!!! —bramó el profesor Zapatóstenes, aunque<br />

sabía perfectamente que su mayordomo estaba un par <strong>de</strong> pasos por<br />

<strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él.<br />

—Usted dirá, profesor.<br />

—Hum. Tengo que ir a ultimar <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l viaje a la época <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

<strong>vikingos</strong>. Reunión en la SALA DEL PERGAMINO <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> una hora.<br />

Mientras, que Gertrud prepare el vestuario y que <strong>los</strong> chicos vayan<br />

vistiéndose.<br />

—Ahorrra mismo, prrrofesorrr —se entusiasmó la cocinera—. ¡Ja,<br />

ja! ¡Eso me gusta! ¡Carrramba si me gusta!<br />

Los chicos se levantaron <strong>de</strong> la mesa y entraron con Gertrud en el<br />

PROBADOR, que estaba allí mismo, al fondo <strong>de</strong> la cocina. Archi se<br />

excusó:<br />

—Les ruego que me disculpen, pero <strong>de</strong>bo ir a cambiarle el agua a<br />

Otto. El professor lo necesitará.<br />

—¿Quién es Otto? —preguntó Celoni.<br />

Gertrud contestó:<br />

—Oh. Ya lo verrréis. De momento, vamos al grrrano, solo tenemos<br />

una horrra. A verrr, me parrrece que en el cuarrrto estante <strong>de</strong><br />

•15•


la séptima puerrrta, <strong>de</strong>trrrás <strong>de</strong> todo, hay algo <strong>de</strong> estilo vikingo.<br />

¿Dón<strong>de</strong> he <strong>de</strong>jado la caja <strong>de</strong> la costurrra?<br />

Al cabo <strong>de</strong> pocos minutos, LOS EXPLORADORES DEL TIEMPO ya<br />

estaban probándose el vestuario. Cristina había tenido suerte<br />

porque todo se le ajustaba a la perfección, hasta el cinturón y unos<br />

brazaletes que había encontrado en un cesto <strong>de</strong> mimbre. Solo le<br />

faltaba una capa a juego. A Víctor había que acortarle un poco<br />

<strong>los</strong> pantalones, y Gertrud lo solucionó con un corte <strong>de</strong> tijera sin<br />

miramientos. Su explicación fue la siguiente:<br />

—Se supone que vais vestidos como grrranjerrros. Parrrecerrría<br />

muy rrrarrro que llevases el dobladillo <strong>de</strong>l pantalón perrrfecto.<br />

A Celoni la camisa le apretaba. Sin manías, Gertrud le cortó las<br />

mangas, la abrió <strong>de</strong> arriba abajo por la parte <strong>de</strong> atrás y le añadió<br />

un pedazo <strong>de</strong> tela para ensancharla. Cosía tan rápido que costaba<br />

seguir <strong>los</strong> movimientos <strong>de</strong> sus <strong>de</strong>dos.<br />

El caso más problemático fue el <strong>de</strong> Ibis porque no había nada <strong>de</strong> su<br />

talla. Gertrud tuvo que improvisar su vestimenta con unos retales<br />

que encontró revolviendo en el interior <strong>de</strong> un baúl. Entre tomar<br />

medidas, cortar la ropa e hilvanarla para la primera prueba, no<br />

pasaron más <strong>de</strong> diez minutos, pero Ibis no podía estarse quieta y<br />

no paraba <strong>de</strong> dar saltitos. Refiriéndose<br />

al profesor a su manera tan peculiar,<br />

mezclando su nombre con la palabra<br />

abuelo, preguntó:<br />

—¿Qué es lo que creéis que Abuelóstenes<br />

nos enviará a BUSCAR?<br />

•16•


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

—Yo lo sé —aseguró Celoni.<br />

La pequeña dio unas palmadas.<br />

—¿Sí? ¿Qué? ¿Qué? ¿Qué? ¡Dilo!<br />

—Un casco <strong>de</strong> esos con cuernos.<br />

Cristina no pudo quedarse callada y <strong>de</strong>smintió<br />

a su primo:<br />

—Me parece que no. Eso <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuernos en <strong>los</strong> cascos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

VIKINGOS es una invención.<br />

—Oh. ¿Es mentira?<br />

—Mentira <strong>de</strong> la buena —le confirmó Víctor.<br />

Gertrud acabó <strong>de</strong> dar la última puntada al vestido <strong>de</strong> Ibis y pareció<br />

satisfecha.<br />

—Ya estáis todos arrreglados. Vamos a la SALA DEL PERRRGAMINO<br />

antes <strong>de</strong> que el prrrofesorrr tenga que rrreclamarrrnos.<br />

Salieron <strong>de</strong>l PROBADOR y fueron hacia la <strong>de</strong>recha, en dirección a la<br />

SALA DEL PERGAMINO. Cuando cruzaban la cocina, Archi se unió<br />

a el<strong>los</strong>. El mayordomo llevaba una pecera encima <strong>de</strong> una ban<strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong> plata.<br />

—¿Qué bicho es ese? —preguntó Celoni—. ¿Es OTTO?<br />

—Sí, es un calamar, señorito Celoni. El profesor lo necesita para<br />

escribir.<br />

•17•


Cuando Celoni iba a pedir aclaraciones, se oyó un grito proveniente<br />

<strong>de</strong> la SALA DEL PERGAMINO:<br />

—¡Gluglú!<br />

Archi empujó la puerta <strong>de</strong> la sala y cruzaron por el pasillo que<br />

había bajo las escaleras. Entonces, Ralf, el pavo que siempre<br />

mero<strong>de</strong>aba por la cocina, salió disparado. El profesor Zapatóstenes<br />

<strong>los</strong> esperaba con una pluma <strong>de</strong> Ralf en la mano. Archi le acercó la<br />

ban<strong>de</strong>ja con la pecera, el profesor la golpeó con un <strong>de</strong>do y Otto, que<br />

se asustaba fácilmente, llenó la pecera con tinta para camuflarse.<br />

El profesor or<strong>de</strong>nó:<br />

—Entrad.<br />

Cerró la puerta, mojó la pluma en la tinta <strong>de</strong>l calamar y, tras<br />

acercarse al PERGAMINO colgado tras la puerta, tachó la primera<br />

misión, la que ya habían completado.<br />

LAS LEGIONES DE ROMA<br />

—Hum. Así está mucho mejor —dijo el sabio—. Y ahora que ya vais<br />

vestidos al estilo vikingo, podréis visitar Islandia en el año 980.<br />

Hay un objeto que me gustaría añadir a la colección.<br />

—¿De qué se trata, profesor? —preguntó Cristina.<br />

—De un BROCHE DE PLATA. Concretamente, el que el rey Harald II<br />

<strong>de</strong> Noruega regaló a Érik el Rojo.<br />

—¿Qué es un broche? —preguntó Celoni. El profesor les explicó:<br />

•18•


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

—Es la pieza con la que se sujeta una capa o un abrigo. Bueno, <strong>de</strong><br />

hecho, son dos piezas que encajan entre sí.<br />

—Ah.<br />

—Un momento, profesor —interrumpió Cristina—. ¿Ha dicho Érik el<br />

Rojo? ¿El explorador?<br />

—¡Ji, ji! Ese mismo. Ejem. Iréis a verlo mientras prepara la expedición<br />

para colonizar GROENLANDIA. Gertrud, ¿tienes preparadas las<br />

legumbres HABLALENGUAS?<br />

—<strong>Las</strong> tengo en el fuego <strong>de</strong>ntrrro <strong>de</strong> un cazo. Ocho judías, catorrrce<br />

grrranos <strong>de</strong> avena y un garrrbanzo negrrro parrra cada uno.<br />

—Excelente. Ya falta poco para volver a poner en<br />

funcionamiento el Reloj <strong>de</strong>l Tiempo.<br />

Salieron <strong>de</strong> la SALA DEL PERGAMINO para<br />

volver a la cocina.<br />

—¡A comerrr! —or<strong>de</strong>nó Gertrud mientras<br />

contaba con mucho cuidado <strong>los</strong> granos <strong>de</strong><br />

legumbres y cereales que <strong>de</strong>positaba en<br />

<strong>los</strong> cuencos <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra <strong>de</strong> <strong>los</strong> Exploradores<br />

<strong>de</strong>l Tiempo. El profesor esperaba con<br />

impaciencia y Archi parecía tan tranquilo<br />

como siempre, como si preparar un<br />

viaje en el tiempo fuera una ocupación<br />

cotidiana, similar a quitar el polvo a<br />

un esqueleto <strong>de</strong> mamut o abrillantar la<br />

armadura <strong>de</strong> un samurái.<br />

•19•


—¿Po<strong>de</strong>mos empezar? —preguntó Celoni, más hambriento que <strong>de</strong><br />

costumbre por culpa <strong>de</strong> <strong>los</strong> nervios.<br />

—A<strong>de</strong>lante. Y no os <strong>de</strong>jéis ni un grrrano o no hablarrréis<br />

corrrectamente la lengua <strong>de</strong> <strong>los</strong> VIKINGOS.<br />

Cali esperaba sentada junto a Ibis, con el pico abierto y meneando<br />

la cola, por si su amiga le echaba algo. Ralf, que ya se había<br />

olvidado <strong>de</strong>l daño que le hizo que le arrancaran una pluma, se coló<br />

por <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la mesa y sacó la cabeza entre <strong>los</strong> brazos <strong>de</strong> Celoni.<br />

Cuando estaba a punto <strong>de</strong> meter la cabeza en su cuenco, Gertrud<br />

le atizó un golpe con el cucharón que lo obligó a huir como alma<br />

que lleva el diablo.<br />

—¡Larrrgo <strong>de</strong> aquí, <strong>de</strong>monio con plumas! ¡Si te pillo, vas a irrr <strong>de</strong><br />

cabeza a la marrrmita!<br />

En cuanto terminaron, Gertrud introdujo un guisante hervido en la<br />

oreja <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> LOS EXPLORADORES DEL TIEMPO para que<br />

pudieran enten<strong>de</strong>r la lengua <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong> y les recordó:<br />

—Rrrecorrrdad que <strong>los</strong> efectos <strong>de</strong> las legumbrrres hablalenguas y <strong>de</strong>l<br />

guisante trrraductorrr durrrarrrán una semana, que es mucho más<br />

<strong>de</strong> lo que os podrrréis quedarrr con <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong>, porrrque el Túnel <strong>de</strong>l<br />

Tiempo solo estarrrá abierrrto trrres días.


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

—Hum. No me gusta ser pesado —advirtió muy seriamente el<br />

profesor Zapatóstenes—, pero os lo recordaré al principio <strong>de</strong> cada<br />

MISIÓN porque es lo más importante que <strong>de</strong>béis tener en cuenta:<br />

es imprescindible que estéis <strong>de</strong> vuelta antes <strong>de</strong> que pasen tres<br />

días. Si el Túnel <strong>de</strong>l Tiempo se cierra, quedaréis ATRAPADOS<br />

para siempre en el lugar y la época a <strong>los</strong> que hayáis viajado. Para<br />

siempre. ¿Entendido?<br />

—Entendido —confirmaron Cristina y Víctor. Ibis dio palmadas y<br />

Celoni masculló algo incomprensible.<br />

Salieron <strong>de</strong> la cocina por la puerta <strong>de</strong> la <strong>de</strong>recha para entrar en la<br />

sala que tenía el rótulo «RELOJ DEL TIEMPO».<br />

—Setenta y dos horas —insistió el profesor—. Ni una más. ¿Dón<strong>de</strong><br />

está...? ¡¡¡ARCHIBALD!!!<br />

—Estoy aquí <strong>de</strong>ntro, profesor, en la sala <strong>de</strong>l Reloj. De hecho, he<br />

entrado el primero. Soy yo quien ha abierto la puerta para...


—¿Podrías cerrar la boca un rato, Archibald? No quiero per<strong>de</strong>r ni un<br />

segundo más. Estoy impaciente por saber cómo acabará la misión.<br />

—Lo sabrá antes <strong>de</strong> quince minutos, profesor —replicó el<br />

mayordomo—. Como sus jóvenes invitados ya saben, tres días al<br />

otro lado <strong>de</strong>l Túnel <strong>de</strong>l Tiempo solamente son quince minutos en<br />

el HIPERMEGASUPERBIBLIOMUSEO, <strong>de</strong> modo que... ¿Por qué se<br />

tapa <strong>los</strong> oídos, profesor? De acuerdo, ya me callo.<br />

El profesor Zapatóstenes se acercó al LAVAVAJILLAS que<br />

funcionaba como Máquina <strong>de</strong>l Tiempo y dio la vuelta al reloj <strong>de</strong><br />

arena que estaba apoyado encima, el RELOJ DEL TIEMPO, que<br />

estaba sincronizado con el resto <strong>de</strong> la maquinaria <strong>de</strong> aquella sala<br />

para medir, con exactitud, la duración máxima <strong>de</strong> la misión. A<br />

partir <strong>de</strong> aquel instante, empezaban a contar <strong>los</strong> quince minutos.<br />

Cristina dijo:<br />

—Estamos preparados, profesor.<br />

Archi, que se había remangado <strong>los</strong> pantalones hasta la mitad <strong>de</strong> la<br />

pantorrilla y se había montado en la bicicleta que daba energía a<br />

la Máquina <strong>de</strong>l Tiempo, añadió:<br />

—Yo también estoy preparado.<br />

Gertrud aplaudió.<br />

—¡A<strong>de</strong>lante, EXPLORADORES! —exclamó el profesor Zapatóstenes,<br />

y abrió el lavavajillas. Víctor fue el primero en entrar <strong>de</strong> cabeza en el<br />

Túnel <strong>de</strong>l Tiempo. Lo siguieron Cristina, Ibis con Cali sujeta en <strong>los</strong> brazos<br />

y Celoni refunfuñando que<br />

otra vez se metían en la boca<br />

<strong>de</strong>l lobo.<br />

•22•


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

TRES PEQUEÑOS GUERREROS<br />

Celoni le parecía que el Túnel <strong>de</strong>l Tiempo era insoportablemente<br />

ESTRECHO. Los espacios cerrados lo ponían nervioso.<br />

A<br />

Levantó <strong>los</strong> codos hasta la altura <strong>de</strong> la cabeza y <strong>los</strong> separó para<br />

ensancharlo.<br />

—Ve con cuidado —le advirtió Cristina—. La pared <strong>de</strong>l túnel es una<br />

membrana muy <strong>de</strong>licada.<br />

—El profesor Zapatóstenes no ha dicho que se pudiera romper —<br />

intentó justificarse el chico.<br />

—El profesor —puntualizó su prima— no se imaginaba que tratarías<br />

al túnel con tan poca consi<strong>de</strong>ración. No quiero ni pensar en qué<br />

pasaría si lo <strong>de</strong>sgarrásemos. Nos quedaríamos abandonados en<br />

cualquier punto <strong>de</strong> la HISTORIA sin posibilidad <strong>de</strong> regresar.<br />

Celoni estuvo a punto <strong>de</strong> disculparse, pero no le dio tiempo porque<br />

la puerta <strong>de</strong>l lavavajillas se cerró <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> él. El Túnel <strong>de</strong>l Tiempo<br />

se volvió transparente y <strong>los</strong> Exploradores comenzaron a flotar<br />

ro<strong>de</strong>ados por millones <strong>de</strong> estrellas. Ibis exclamó:<br />

—¡Ji, ji! ¡Esta parte <strong>de</strong> la AVENTURA me encanta!<br />

El trayecto por el túnel fue tan emocionante como lo había sido<br />

la primera vez. Durante casi medio minuto, <strong>los</strong> cuatro amigos<br />

•23•


tuvieron la sensación <strong>de</strong> estar <strong>de</strong>slizándose por un tobogán a<br />

velocidad supersónica.<br />

El túnel se había estirado. Por <strong>de</strong>trás, a mucha distancia, veían<br />

la puerta <strong>de</strong>l lavavajillas. Era un recuadro negro con <strong>los</strong> bor<strong>de</strong>s<br />

iluminados. Delante, también muy lejos, estaba la cremallera que<br />

cerraba la SALIDA <strong>de</strong>l Túnel <strong>de</strong>l Tiempo.<br />

Cristina e Ibis chillaban; esa caída infinita era <strong>de</strong> lo más emocionante.<br />

Celoni gritaba, pero <strong>de</strong> terror, y Víctor no paraba <strong>de</strong> reírse <strong>de</strong> él.<br />

De pronto, la velocidad <strong>de</strong> caída se mo<strong>de</strong>ró y <strong>los</strong> dos extremos<br />

<strong>de</strong>l túnel se acercaron. <strong>Las</strong> estrellas perdieron brillo y, antes <strong>de</strong><br />

apagarse <strong>de</strong>l todo, pudieron ver que afuera había un bosque. Se<br />

sumergieron en su interior y, repentinamente, la sensación <strong>de</strong><br />

ingravi<strong>de</strong>z se acabó.<br />

Estaba OSCURO. Víctor encendió la cerilla que le había dado Archi<br />

para po<strong>de</strong>r encontrar, fácilmente, la salida al exterior. Daba luz<br />

suficiente para ver la pared <strong>de</strong>l túnel, que se había quedado rígida<br />

y opaca, y la cremallera que cerraba la salida.<br />

Cristina se alisó el vestido, se acercó a la cremallera y la abrió. Les<br />

llegó el olor <strong>de</strong> TIERRA mojada y <strong>de</strong> hierba.<br />

—Apaga la cerilla, Víctor, y asegúrate <strong>de</strong> que se quema<br />

completamente y no <strong>de</strong>ja rastro.<br />

—Pero si está oscuro —observó Celoni—. Tendríamos que haber<br />

traído una tea para iluminarnos. Seguro que estamos en el fondo<br />

<strong>de</strong> una cueva.<br />

•24•


—El profesor sabe muy bien lo que hace. No hay cuevas por aquí —<br />

aseguró Cristina—. Solamente un bosque inmenso. Allí <strong>de</strong>lante hay<br />

luz. Debemos estar en la madriguera abandonada <strong>de</strong> algún animal.<br />

Salieron <strong>de</strong>l TÚNEL DEL TIEMPO y cerraron la cremallera.<br />

Caminaron unos cuantos pasos guiados por Víctor, esquivando las<br />

raíces <strong>de</strong> <strong>los</strong> árboles que crecían por encima <strong>de</strong> el<strong>los</strong>. El camino<br />

ascendía cada vez más, hasta que tuvieron que usar las manos<br />

para no resbalarse.<br />

Víctor apartó algunas ramitas que tapaban la entrada y se asomó al<br />

exterior para observar. Estaban en medio <strong>de</strong> un bosque, como había<br />

dicho Cristina. El chico sacó <strong>los</strong> brazos y se dio impulso. Puso una<br />

rodilla en el suelo y terminó <strong>de</strong> salir. Entonces, ayudó a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más.<br />

Después, volvió a tapar la entrada con ramitas y hojarasca. Se fijó<br />

en todos <strong>los</strong> <strong>de</strong>talles <strong>de</strong>l lugar para po<strong>de</strong>r encontrarlo a la VUELTA.<br />

Cristina, en cambio, observó la posición <strong>de</strong>l sol.<br />

—¿Qué miras? —le preguntó Ibis.<br />

—Fíjate. El sol sale cada mañana<br />

por allí, a la izquierda, y se pone<br />

cada tar<strong>de</strong> por allí, a la <strong>de</strong>recha.<br />

ISLANDIA<br />

AÑO 980


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

Tenemos que volver al HIPERMEGASUPERBIBLIOMUSEO antes <strong>de</strong><br />

que el sol llegue a esta misma altura <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> TRES días.<br />

—¿Adón<strong>de</strong> queréis ir? —preguntó Víctor.<br />

Ibis echó a correr seguida por Cali. Cristina se encogió <strong>de</strong> hombros<br />

y dijo:<br />

—Sigámoslas.<br />

Muy pronto, Celoni empezó a quejarse:<br />

—Por aquí no se pue<strong>de</strong> caminar. ¡Ay! ¡Mecachis! ¡Mi <strong>de</strong>do gordo!<br />

He tropezado con otro pedrusco. A<strong>de</strong>más, este BOSQUE no se<br />

acaba nunca. Y encima es aburrido: todos <strong>los</strong> árboles son iguales.<br />

Cristina explicó:<br />

—Son abedules. Es el único árbol que soporta el FRÍO que hace<br />

aquí. Por suerte, ahora estamos entrando en la primavera. ¿Veis<br />

que las ramas están llenas <strong>de</strong> brotes?<br />

Ibis llegó corriendo adon<strong>de</strong> estaban <strong>los</strong> mayores. Cali la seguía a<br />

poca distancia.


—Allí hay un pueblo <strong>de</strong> casas <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra, y también el mar.<br />

Pronto llegaron a una pequeña colina <strong>de</strong>s<strong>de</strong> don<strong>de</strong> pudieron contemplar<br />

el pueblo que Ibis había <strong>de</strong>scubierto. Había numerosas CASAS, hechas<br />

con troncos <strong>de</strong> abedules, que tenían tejados <strong>de</strong> paja y chimeneas<br />

humeantes. Entre las casas, crecía la hierba y mero<strong>de</strong>aban las gallinas.<br />

El pueblo estaba partido por la MITAD por un camino que llegaba, por<br />

un lado, hasta el bosque en el que se encontraban y, por el otro, hasta la<br />

orilla <strong>de</strong>l mar, que estaba un buen trecho más allá <strong>de</strong>l pueblo.<br />

Mientras estaban entretenidos contemplando el paisaje, oyeron<br />

voces infantiles. Víctor hizo señales a <strong>los</strong> <strong>de</strong>más para que se<br />

agachasen y fuesen a escon<strong>de</strong>rse <strong>de</strong>trás <strong>de</strong> una roca lo bastante<br />

gran<strong>de</strong> para ocultar<strong>los</strong> a todos. Des<strong>de</strong> allí, sin hacer ruido, podían<br />

ver lo que pasaba en un pequeño claro cercano.<br />

Había tres NIÑOS que, a juzgar por su altura, tendrían unos diez<br />

años. Iban equipados con cascos <strong>de</strong> cuero y espadas y escudos <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra. Practicaban técnicas <strong>de</strong> lucha. Había uno que sabía más<br />

que <strong>los</strong> otros y les enseñaba.<br />

De pronto, un grupo <strong>de</strong> cinco chicos armados con pa<strong>los</strong> irrumpió<br />

en el claro y comenzó a repartir garrotazos. El más joven tenía diez<br />

años, y el mayor, catorce.<br />

Eran HERMANOS y,<br />

aparte <strong>de</strong> parecerse


<strong>Las</strong> <strong>expediciones</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> <strong>vikingos</strong><br />

mucho, compartían una característica poco frecuente: tenían el<br />

ojo <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> color azul, y el izquierdo, <strong>de</strong> color ver<strong>de</strong>.<br />

Los tres que practicaban con las ESPADAS <strong>de</strong> ma<strong>de</strong>ra recibieron<br />

algunos golpes, pero enseguida pudieron reaccionar. El que sabía<br />

más se encaró, a la vez, con <strong>los</strong> tres atacantes <strong>de</strong> más edad y <strong>los</strong><br />

embistió con un aluvión <strong>de</strong> golpes que <strong>los</strong> <strong>de</strong>jó molidos en el suelo.<br />

Por fortuna para el<strong>los</strong>, la espada no era <strong>de</strong> verdad.<br />

Los otros dos due<strong>los</strong> eran más igualados, <strong>de</strong> uno contra uno, y pronto<br />

quedaron solucionados. Los atacantes no tuvieron opción frente a<br />

<strong>los</strong> niños, que <strong>de</strong>mostraron ser unos gran<strong>de</strong>s guerreros. Con ayuda<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> escudos, consiguieron parar <strong>los</strong> golpes, y las espadas <strong>de</strong><br />

ma<strong>de</strong>ra golpearon a <strong>los</strong> adversarios lo suficiente para hacer<strong>los</strong> huir.<br />

Cristina salió <strong>de</strong>l escondite y <strong>los</strong> otros la siguieron. Se acercaron<br />

a <strong>los</strong> jóvenes <strong>vikingos</strong> y se <strong>de</strong>tuvieron a pocos pasos <strong>de</strong> distancia.<br />

Los tres GUERREROS se quitaron <strong>los</strong> cascos. El que había <strong>de</strong>jado a<br />

tres asaltantes gimoteando en el suelo tenía una melena rubia que<br />

le cayó hasta más abajo <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombros. Cuando se dio la vuelta,<br />

Celoni no pudo contener la sorpresa y exclamó:<br />

¡Ahivá!<br />

¡Es una guerrera!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!