De sapos a príncipes
programación neurolinguística
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la variedad requerida. Está dispuesto a hacer cualquier cosa para obtener contacto y
respuestas. En una oportunidad estaba haciendo demostración con una mujer que
había estado catatónica durante tres o cuatro años. Se sentó al lado de ella, la miró
advirtiéndole: «Te voy a agarrar a ti». Ella desde luego seguía ahí sentada muy
catatónicamente. Era un hospital y tenía puesta una de las vestimentas que le
proporcionaba el hospital. Entonces le dio un tirón a uno de los vellos de la pierna,
justo encima del tobillo. Y no hubo respuesta ninguna ¿verdad?, así que subió dos
centímetros y le dio otro tirón, no hubo respuesta. Se movió otro centímetro y le dio
otro tirón a otro pelo. «¡No me pongas las manos encima!». La mayoría de las
personas considerarían que eso no es «profesional». Pero lo interesante acerca de
algunas cosas que no son profesionales es que ¡funcionan! Frank dice que nunca ha
tenido que pasar más arriba de la rodilla con su maniobra, antes de tener una
respuesta.
En una oportunidad di una charla en un Instituto Sicoanalítico de Texas. Antes de
comenzar estuvieron durante tres horas leyéndome investigaciones, demostrándome
que la gente loca no podía ser ayudada. Al final les dije «Estoy empezando a
formarme una imagen, veamos si tengo razón. Lo que me están diciendo es que no
creen que la terapia, como ahora se hace, funcione, ¿verdad?». Entonces me
respondieron «No, estamos tratando de decirle que ninguna forma de terapia podría
funcionar jamás con los esquizofrénicos». Entonces les respondía «Muy bien, ustedes
están realmente en la profesión adecuada. Todos podríamos ser siquiatras así y creer
que no se puede ayudar a la gente». Entonces dijeron «Bueno, pero hablemos de
psicóticos. Esa gente que vive realidades psicóticas y bla, bla, bla». Y todo este
asunto de las recaídas. Yo les dije «Bueno ¿qué tipo de cosas de hecho hacen con esta
gente?». Así que me hablaron de sus investigaciones y del tipo de terapia que habían
hecho. Jamás habían hecho cosa alguna que sacara una respuesta de esas personas.
Frank Farrelly tuvo en una oportunidad a una mujer joven en un hospital
siquiátrico, quien creía que era la amante de Jesús. Tendrán que admitir que esta es
una creencia un tanto peculiar. La gente entraba y ella decía «Yo soy la amante de
Jesús». Y desde luego que al escuchar esto decían algo así: «Bueno, bueno eso no es
verdad, es sólo un delirio… ¿verdad?». Si ustedes entran en un hospital siquiátrico,
verán que la mayoría de los pacientes siquiátricos son muy buenos para actuar en
forma extraña y obtener respuestas de la gente. Frank entrenó a un joven trabajador
social a comportarse consistentemente de cierta forma, y en seguida llamó a la
paciente. Ella, como era de esperar, lo primero que le dijo fue «Yo soy la amante de
Jesús» y el asistente social la miró respondiéndole «Sí, lo sé, él está siempre hablando
de ti». Luego de 45 minutos de esta conversación, finalmente ella respondió «Mira,
en realidad no quiero hablar más de este asunto de Jesús».
Hay un hombre llamado John Rosen, del cual algunos de ustedes habrán
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