De sapos a príncipes
programación neurolinguística
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muchas cosas que están ocurriendo dentro tuyo, cuando tú no estás prestándole
atención a ella.
Conozco un abogado que tiene una gran estrategia para resolver problemas
legales. Lo primero que hace es una construcción visual dentro de su cabeza de cuál
es el problema que tiene que ser resuelto. En seguida se va a auditivo interno A y
chequea con un visual eidético A, auditivo interno B y chequea con un visual eidético
B, y así, hasta que todos sus eidéticos auditivos y visuales se suman a esa
construcción visual. Entonces sabe que ya ha resuelto el problema. Es una estrategia
estupenda para problemas legales, pero es una pésima estrategia para relaciones
interpersonales y, desgraciadamente, la usa para eso también. Construye una imagen
de cómo quiere interactuar con alguien y luego busca imágenes de cuando lo ha
hecho antes. Nunca puede hacer nada nuevo con alguien, a menos que anteriormente
haya hecho todos los pasos. No es una estrategia muy buena para esa tarea, y
mientras está usando esa estrategia, está ido, está en otra parte.
Hace poco vi en televisión a una sicóloga que estaba instruyendo a las personas
en cómo comunicarse mejor. Esencialmente decía: «Fórmense una imagen de cómo
quieren ser, y luego compórtense así». Pero no decía nada acerca de tomar en Cuenta
la retroalimentación que proviniera de otras personas. Tenía a todas estas personas de
cartón cerca de ella, sus alumnos, que repetían: «Sí, somos muy felices y podemos
comunicarnos y ha sido un placer conocerlo, sí». Ni siquiera sabían si acaso se daban
las manos o movían las cabezas. No tenían ningún contacto, porque estaban dentro
haciendo imágenes. Todos tenían sonrisas en sus caras y tal vez eran felices, pero no
es una buena estrategia para comunicarse.
En una oportunidad almorzamos con un coronel de Ejército retirado que había
decidido convertirse en comunicador. Tiene básicamente dos estrategias. Una es dar
órdenes y la otra está diseñada para obtener acuerdo. Ninguna de sus estrategias tiene
una etapa de obtención de información, su estrategia sencillamente termina cuando
hay un acuerdo. De modo que no importa lo que ustedes digan, porque basta con que
digan: «Estoy de acuerdo con usted» y ya no puede funcionar más. Es el tipo de
persona con la cual uno nunca estará de acuerdo, porque tiene un tono de voz que lo
obliga a uno a responder negativamente.
Cuando nos sentamos todos juntos, fue una locura, porque seguían diciendo:
«Bueno, yo no lo pondría así» y originando discusiones con él. Finalmente los detuve
a todos, y Leslie y yo al Unísono dijimos: «Estamos de acuerdo con usted». Y cuando
nosotros decíamos eso, él ya no podía generar ninguna conducta. Simplemente dejó
de funcionar. Se quedaba sentado ahí calladamente durante diez o quince minutos
hasta que se agarraba nuevamente a algo que nosotros estábamos hablando, y bastaba
que nosotros dijéramos: «Estamos de acuerdo con usted» y ¡puff!, se iba otra vez. Su
estrategia para decidir lo que quería del menú era conseguir que todo el mundo
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