De sapos a príncipes
programación neurolinguística
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compartir con las otras personas. Y entonces aprendió —como la mayoría de nosotros
hemos aprendido de niños— a hablar acerca de las partes de la realidad que son
alucinaciones socialmente aceptables o que otras personas también están dispuestas a
ver, a escuchar, a sentir. Y eso es todo lo que necesitó para ser dado de alta del
hospital. Ahora le va muy bien. Aún se toma sus copas de sangre, pero lo hace solo.
La mayoría de los psicóticos sencillamente no tienen modos de distinguir entre qué es
una realidad compartida y qué no lo es.
Hombre: Muchos siquiatras tampoco tienen eso cuando trabajan con las personas.
¡Muchos no lo tienen, por lo menos a lo que yo sé, punto! La única diferencia es
que ellos tienen otros siquiatras que comparten esa realidad, así que por lo menos
tienen una realidad compartida. Yo he hecho muchas bromas acerca de esto, de cómo
los sicólogos humanistas se tratan unos a otros cuando se encuentran. Tienen una
cantidad de rituales que no existían cuando yo trabajaba en una firma electrónica. En
la firma la gente no se acercaba en las mañanas ni se tomaba de las manos, mirándose
significativamente a los ojos durante cinco minutos y medio. Cuando alguien en la
firma electrónica ve hacer eso, dice: «Qué extraño» y la gente en los círculos de
sicología humanista piensa que los de la firma electrónica son fríos, insensibles e
inhumanos. Para mí, ambas son realidades nicóticas, y no estoy seguro de cuál es más
loca. En todo caso, con el criterio de realidades compartidas, la gente de la firma
electrónica es mayoría.
Cuando ustedes realmente tienen una opción es cuando pueden irse de una
realidad a otra, y también pueden tener una perspectiva de lo que está ocurriendo.
Una de las cosas más locas que puede ocurrir es cuando un sicólogo humanista va a
dar un seminario a una corporación y no altera su conducta. Esa incapacidad para
ajustarse a una realidad compartida diferente es una demostración de sicosis.
Pareciera que los terapeutas sintieran las letras y las palabras. Y realmente no creo
eso de que sea más extraño que beber copas de sangre. A todas partes donde voy la
gente me dice que se siente O y K, eso es bastante extraño. O bien le preguntan a la
gente: «¿Cómo te sientes?», y dicen: «No tan mal». Piensen en eso un momento. Es
una afirmación muy profunda. «Me siento, no mal». Eso no es una sensación y
tampoco lo es «OK».
Uno de los métodos eficaces para ustedes como comunicadores profesionales, es
hacer la distinción entre percepción y alucinación. Si pueden distinguir claramente
cuál parte de su experiencia en transcurso está siendo creada internamente y colocada
fuera, oponiéndola a la experiencia que realmente están recibiendo a través de sus
aparatos sensoriales, entonces no van a alucinar cuando no les convenga. De hecho
no hay nada que necesite ser alucinado. No hay ningún resultado en terapia para lo
cual sirvan las alucinaciones. Pueden quedarse estrictamente con las experiencias
sensoriales y serán muy poderosos, eficientes, efectivos y creativos.
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